«Los toros me han costado un ojo de la cara, pero me siento muy rentabilizado»

- ¿Cuál es el momento más estresante en una corrida?

- Hay muchos. Mi ritmo cardiaco se aceleraba antes de salir el toro y con la ovación del público.

- ¿Pasaba miedo toreando?

- Mucho. Delante, en el hotel, desde que te anuncian... Pasas miedo porque sales a jugarte la vida.

- ¿Su verdadero valor ha consistido en afrontar la vida como le ha venido?

- Sí. Lo aprendí después de mi percance de Zaragoza. Era un torero que mataba corridas duras y la cogida de 'Marqués' me hizo reflexionar y pensar.

- Pensar, ¿en qué?

- Que mis hijos y Lidia, mi mujer, eran un don de Dios y les estaba hundiendo sus vidas.

- ¿Se acostumbró a las cornadas?

- No, no. Te mentalizas para recibirlas, pero uno es humano. No somos de piedra, aunque intentemos disimularlo.

- ¿Su mayor triunfo es seguir vivo?

- Por supuesto. Es levantarme cada mañana y darle gracias a Dios por el día que me regala.

- «Nunca seré un resentido», ha repetido en muchas ocasiones.

- No puedo quejarme de nada ni tengo rencor al toro porque me lo ha dado todo. Y si me ha costado, como siempre digo, un ojo de la cara y 39 cornadas, en el fondo me siento muy, muy rentabilizado. Estoy pagado.

- Zaragoza, 7 octubre de 2011. ¿Qué piensa al oír 'Marqués'?

- Nada. Incluso compré una propiedad para mis niños y la llamamos 'la marquesa' por ese toro. Todo vino después de 'Marqués'. Estuvo a punto de retirarme y para la vuelta pedí al ganadero dos toros hermanos.

- ¿Por qué?

- Yo no quería vengarme de nada. Solo quería vengar mis miedos. porque a los toreros se nos meten a veces unas películas...

- ¿Sigue padeciendo secuelas en forma de ruido en los oídos?

- Sí. Persiste un acúfeno muy severo. Sufro continuas infecciones que me hacen pasar constantemente por el quirófano. También me retiraron dos centímetros del nervio lingual para ver si los calambres podían amainar.

- ¿Cómo se vive sin silencio desde hace 7 años?

- Intento sobrellevarlo con dignidad y humildad. No es fácil.

- Su imagen de pirata, como le reconocen las peñas navarras, ¿es como se le va a recordar?

- Ojalá sea así. Pamplona me lanzó en el año 99 y cuando reaparecí allí volví. Me recibieron con parches de pirata y banderas.

- ¿Cómo encaja los memes que se mofan de su aspecto?

- Soy consciente de esos memes. Son unos inhumanos. Me duelen más por las personas que los leen que por mí. No me afectan.

- ¿Y sus hijos y mujer?

- Están curtidos, No digo que los encajen bien, los sobrellevan. Son conscientes de la profesión de su padre, de los animalistas y de la situación que se vive ahora.

- De no triunfar en los ruedos, ¿se hubiera ganado la vida como panadero?

- ¡Y con mucho orgullo! Mi padre era panadero y yo aprendí a hacerlo de niño.

- ¿Era bueno haciendo la masa?

- Ja, ja. Me gustaba y eso no se olvida. Así conocí a mi mujer. Yo vendía pan a su madre y le regalaba un bollito todos los días. Le decía 'esto es para la niña. Algún día vendré a recogerla y me casaré con ella'.

- Un cuento con final feliz.

- Sï, una novela muy bonita.