Talo asequible, la alubia se dispara y subidas moderadas en los productos
Santo Tomás desata la locura por los manjares típicos del caserío, muchos de los cuales se ofertaban con buenos precios
Al final la lluvia ha dado tregua, hace tiempo que Santo Tomás no caía en sábado y ha multiplicado su poder de convocatoria, uno que ... cita desde primera hora a la parroquia más tradicional y desde el mediodía, a la más canalla, que además de degustar un buen talo busca regar bien el gaznate con la excusa de la feria. Solo hay que ver como, con el paso de las horas, el Casco Viejo se sumerge en un fiestón en el que se diluye el icónico mercado agrícola. Y eso que Santo Tomás, la jornada que recuerda al apóstol a quien se atribuye la evangelización de Oriente, siempre fue todo menos una fiesta. Era el día en el que había que pagar las rentas anuales de las tierras y los caseríos y los baserritarras no tenían más remedio que vender lo mejor que tenían para afrontar sus obligaciones. Sigue siendo una jornada de duro trabajo para los productores y los agricultores, afectados por la falta de relevo generacional y la subida generalizada del coste de la vida, que llegó al 2,9 interanual en noviembre y a más del 6% respecto a hace dos años. Por eso, la 75 edición de la feria se ha celebrado también con precios algo más elevados que el año pasado, aunque en general ha reinado la contención.
Uno de los productos estrella, el talo con chorizo, que en 2019 se vendía por cinco euros, es más asequible que el año pasado, cuando costaba al menos 6,5 euros en la mayoría de las txosnas situadas junto a los Tinglados. Esta mañana se podía degustar por 5,5 el básico, aunque el precio podía subir un euro si se le añadían ingredientes. Claro que también los había por 6 y por 7 euros. Había también de morcilla, bacon y hasta chocolate. O ecológico, vegano y apto para celíacos. La harina de maíz, indispensable para su elaboración, y que se vendía en 2022 por cinco euros el kilo ha mantenido el precio del año pasado, unos seis euros. A las diez de la mañana la gente ya daba buena cuenta de este manjar navideño. El paseo por los puestos de los baserritarras ya abría el apetito, porque ofrecían choripan por 2 euros, bocadillitos de queso por 1,5, gildas por 1 euro.... Todo regado con botellas de sidra y de txakoli, que se podían hallar esta mañana desde 6 y 7 euros, uno más que el año pasado. Iker Villasana, un joven agricultor que dejó la enseñanza hace 15 años para dedicarese al mundo del caserío y que se llevó dos premios el año pasado, no ha parado desde el amanecer. «Hemos traído un poco de todo, verdura de temporada, con precios muy parecidos o que han subido muy poquitín. Lo que pasa es que ha hecho un mal verano y hay menos cosas», ha relatado.
En general, se podía comprar sin tirar la casa por la ventana. Sólo había que esquivar a la gente y comparar precios. Había flamantes calabazas, huevos camperos, manzanas, cebollas o cervezas artesanas estaban por el mismo precio que la pasada edición. Había lechugas dede 1,20 euros la unidad, casi como en el supermercado, pimientos verdes a dos euros la docena, coliflor a 3,2 euros el kilo, champiñones y ajos que no cabían en el puño por 5,5 euros, coles de Bruselas por 3,9 euros. cebolla morada de Zalla a 4 euros... Y ricas conservas llegadas directamente de Bermeo, como antxoas del Cantábrico y bonito del norte, patés, hierbas aromáticas, flores... Hasta infusiones de plátano y arándonos para conciliar el sueño, aliviar el estrés o la infección de orina, o miel artesana por 13 euros el kilo.
Queso Idiazabal, desde 26 euros
Ángel Fernández vendía delicioso queso de oveja carranzana de cara negra, denominado 'Amalur', desde primera hora. «Lleva solo leche del rebaño de casa, cuajo y sal». Es de elaboración artesanal, con leche cruda de ovejas alimentadas solo con la hierba fresca de las montañas y sin conservantes ni colorantes. Lo ofrecía a 25 euros el kilo. Mientras, el Idiazabal, que siempre hace salivar los paladares, se podía hallar desde 26, aunque el año pasado era posible comprarlo a partir de 23. El manojo de puerros se vendía a 3,5, cincuenta céntimos más que el año pasado, los dos kilos de kiwis a 5, uno más, el kilo de nueces a 4,95, uno más.... En el puesto de La Gilda del Norte, el cucurucho de piparra se vendía a 3, cincuenta céntimos más que el año pasado, y el bote de 15 gildas a 11 euros, uno más. También las castañas habían subido: se podían hallar por 6,5 el kilo y esta mañana se vendían por 8. La bolsa de nueces se comercializaba a 4.
El pastel vasco se ofrecía por 14, uno más. «Trabajamos todas las noches. La empresa tiene 40 años y está en Berriatua. Tenemos nuestros proveedores y los lunes vendemos en Gernika y los jueves en Markina», ha relatado Abel Otazu ante un goloso mostrador de pasteles. «Se vende genial en Santo Tomás», ha añadido. La alubia sí que ha pegado subidón. La de Gernika y Tolosa podían hallarse el año pasado desde 16 euros el kilo y estaban a partir de 19.
El chorizo artesano, el chorizo picante y el lomo de media curación o la chistorra podían adquirirse por los mismos precios, mientras que la cecina de vaca subió de 42 a 45 euros el kilo y la panceta de 17 a 18,2 euros, la morcilla de arroz y de verdura de 8,9 a 9,2 euros y el salchichón se comercializaba por 17,2 euros, uno más que el año pasado, todo ello en el puesto de La Lombera de Carranza. Los tomates, que el año pasado brillaron por su ausencia, se vendían por 4,5 euros el kilo en el puesto de Edurne Asensio, de La Barranca, de Gueñes, que no ha parado desde primera hora de la mañana vendiendo fruta y verdura de temporada en una caseta que había llenado con unas 150 cajas de productos, todas las que le cabían en la furgoneta. «Tengo manzanas, kiwis, naranjas, alubias de Tolosa, puerros, con los mismos precios que el año pasado, aunque cayó en jueves y me quedé en mi mercado semanal. Se está vendiendo de todo, pero no solo en este mercado, en Gernika, en Zamudio... La gente cada vez valora más el producto de cercanía y de kilómetro cero», ha contado sin parar de atender a la gente.
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