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Pedro Ontoso
Miércoles, 28 de diciembre 2016, 00:37
El ayuntamiento de Jerusalén tiene previsto aprobar la construcción de 5.600 viviendas adicionales más allá de la Línea Verde, a pesar de la condena emitida la pasada semana por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra la construcción de nuevos asentamientos en territorio palestino. El escudo diplomático de EE UU esta vez no ha servido para nada. Las colonias son un tema sensible para el Gobierno de Benjamin Netanyahu, pero también para la Autoridad Palestina, que asiste impotente a una ocupación 'de facto' que se convierte en irreversible. En cualquier caso, el impulso del asentamiento de los colonos siempre ha tenido un impacto negativo en la búsqueda de la paz. Jerusalén es la capital del Estado de Israel, pero también para los palestinos, que aspiran a que sea la capital de su futuro país.
Un nuevo episodio en la larga historia de un conflicto cada vez más enquistado y que pone en peligro la viabilidad de la solución de 'los dos Estados'. En un intento por desatascar el empate infinito entre Israel y Palestina mujeres judías, musulmanas y cristianas las tres religiones monoteístas en Jerusalén protagonizaron el pasado mes de octubre una multitudinaria marcha para forzar el diálogo entre los líderes políticos. La convocatoria provenía del colectivo Women Wage Peace (Mujeres que hacen la paz), una organización que se formó hace dos años tras una brutal ofensiva militar de Israel en Gaza, una enorme prisión a cielo abierto, según la descripción de las organizaciones en defensa de los derechos humanos, donde se hacinan miles de familias palestinas. La operación, denominada 'Margen protector', fue justificada por el lanzamiento de cohetes por parte de Hamas desde la Franja y dejó centenares de muertos y heridos entre la población palestina. Antes habían llegado operaciones como 'Pilar defensivo' o 'Plomo fundido' en cuanto a ataques en gran escala.
Estas mujeres, que profesan credos distintos y provienen de toda clase y condición, pretenden escapar de la espiral de violencia que se vive en Oriente Próximo. «Ya sea de izquierda o de derecha, religiosa o secular, árabe o judía, queremos vivir en una sociedad caracterizada por la normalidad, la prosperidad y los derechos humanos», abogan. El movimiento se ha extendido por todo el país, aunque es Jerusalén donde celebran actos más permanentes.
La marcha la han trasladado a un vídeo espectacular, tanto por las imágenes como por la canción que han creado. La interpreta la cantante israelí Yael Deckelbaum, de 37 años, que se fogueó con música irlandesa y celta. El vídeo lo han visto ya más de un millón de personas y a nadie deja indiferente.
Lo cierto es que las mujeres han tomado la iniciativa en numerosos conflictos violentos y su voz se abre paso. Las Madres de Plaza de Mayo nacieron en 1977 para plantar cara a la dictadura de Videla y defender los derechos humanos. Se trataba de buscar a los cientos de desaparecidos en cuarteles y comisarías durante las épocas negras de la denominada doctrina de la 'seguridad nacional'. También las Damas de Blanco, que surgieron en 2003 en la Cuba de Fidel Castro tras la Primavera Negra que llenó las cárceles de opositores al régimen cubano. Ahora han cobrado fuerza en Colombia, donde exigen su participación en la construcción de la paz tras el acuerdo entre el Gobierno y las FARC.
¿Tienen otra sensibilidad? ¿Tienen más capacidad de empatía? ¿Se sobreponen mejor al odio y a las ganas de venganza? Y eso que las mujeres al igual que los niños son las primeras danmificadas en las guerras y tienen que vencer el dolor para tirar de los suyos. La mitad de las personas que viven hoy en los campos de refugiados son mujeres. Son datos de Naciones Unidas, que en julio de 2010 dio un histórico paso al crear ONU Mujeres, la entidad para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer. Este organismo también ha informado de que entre 1992 y 2011 la mujer representa menos del 4% entre las personas firmantes de acuerdos de paz y menos del 10% en las personas negociadores en las mesas de paz. Está claro que tiene que haber más mujeres en el liderazgo de los procesos de paz y de resolución de conflictos.
En Euskadi también surgió en 2006 una iniciativa de mujeres para reclamar su participación en el proceso de paz. El movimiento se denominó Ahotsak (Voces para la paz), y lo formaban parlamentarias, cargos políticos y sindicales del País Vasco, Navarra y País Vasco francés, a excepción del PP y UPN. La envenenada confrontación política por los atentados de ETA impidieron ponerla en marcha antes, aunque llevaba años fraguándose. ETA asesinaba concejales. El Pacto Antiterrorista permitió ilegalizar a Batasuna. Todos los puentes estaban rotos. En medio de la tempestad política y social se abrió una ventana de 'buen tiempo' que permitió atacar la cumbre desde el campo base. Había unos mínimos de acuerdo. Así se empieza siempre.
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