«La presión para buscar a Hodei no va a cesar», se conjuran familia y amigos

De Amberes a Bruselas. El nombre de Hodei, su rostro y la sonrisa que portaban decenas de camisetas blancas se dejaron notar durante toda la mañana de ayer en el corazón belga, en el epicentro de las instituciones comunitarias. La ciudad marca la agenda, hace y deshace a nivel europeo. En lo político, en lo económico, en lo social... También en lo local, porque ayer, Bruselas no fue Galdakao, pero casi. El medio centenar largo de familiares y amigos del joven vizcaíno desaparecido el pasado 19 de octubre recorrieron las calles de la ciudad para insistir en una misma idea: que la investigación continúe, que los esfuerzos prosigan hasta que se encuentre al joven, desaparecido en extrañas circunstancias tras sufrir un robo. «Estamos satisfechos de la visita, pero la presión va a continuar. No nos vamos a dar por vencidos», recalcó el alcalde jeltzale, Ibon Uribe, que se erigió en portavoz del grupo. Nadie más habló. En realidad, no era necesario. Las miradas de Pablo y Koro ya lo hacen por sí solas.

Los padres de Hodei Egiluz Díaz encabezaron ayer de nuevo la comitiva de un colectivo (Hodei Bila), que partió en torno a las nueve de la mañana de Amberes y llegó a la zona del Parlamento Europeo, a Bruselas, pasadas las 10.30 horas. Pertrechados con sus camisetas blancas y cientos de folios, estuvieron toda la jornada más o menos condicionados ya que no se habían solicitado permisos de concentración. La Policía 'aceptó' finalmente cierto margen de actuación pero eso no fue suficiente para que, por ejemplo, pudieran concentrarse en la famosa Grand Place o frente a la Embajada española, como estaba previsto. De hecho, durante toda la mañana -partieron a las 14 h. rumbo al aeropuerto de Charleroi para retornar a casa vía Santander-, fueron seguidos de cerca por una furgoneta de la Policía Federal.

Eso no impidió que repartieran folletos informativos -como la emotiva carta escrita por Koro-, pegaran carteles en farolas o cabinas o que pudieran hacer tres breves concentraciones. La primera, en la gran plaza de acceso a los diferentes edificios de la Eurocámara, la segunda, a escasos 150 metros de la Grand Place, en una de las bocacalles que da acceso a uno de los 'tesoros' belgas, y la tercera, en la plaza de l'Albertine, enclave habitual de concentraciones ubicado entre la parte vieja y el Palacio Real.

Los padres, en primera fila

Al grupo se unieron algunos vascos residentes en Bruselas y personas interesadas por lo ocurrido. Es el caso de Amaia Eguskozabal, que lleva 12 años viviendo en la capital belga. «Nos enteramos por la tele. Lo mínimo que podemos hacer es apoyar. Debe ser muy duro para los padres», recalcó en presencia de su pequeño. También hubo algún belga, como Bernad Daelemans, que trabaja en un colectivo político flamenco. «La gente está concienciada con el caso», dijo.

Sin Hodei, sin saber nada de su paradero, es difícil hablar de buenas sensaciones u objetivos cumplidos, pero sorteando ciertas distancias insalvables, lo cierto es que el viaje «ha merecido la pena», como coincidían muchos de los asistentes. «La repuesta de la gente, de la ciudadanía, ha sido excepcional, mucha gente se paraba a preguntarnos por qué llevábamos esas camisetas y a solidarizarse con la familia», recordó Uribe. Entre los peros, lamentó que dos de los cuatro partidos de la oposición de Amberes no se presentaran a la reunión del sábado, aunque le restó trascendencia para quedarse con lo positivo, con la reunión por ejemplo no prevista que los padres tuvieron con la Policía.

Ha sido un fin de semana intenso en el que Galdakao ha dado una imagen de unidad, de trabajo en equipo y, sobre todo, de solidaridad arropando a una familia que como llora Koro en su emotiva carta a las madres belgas, sufre una situación «cruel».