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Hace un siglo Sestao contaba tantos kilómetros de ferrocarril en su término municipal, la mayor parte dentro del complejo fabril de Altos Hornos o conectados ... con él, que su densidad ferroviaria era comparable a la de toda Bélgica. El dato salió a relucir varias veces este sábado, durante el recorrido a pie organizado por el Ayuntamiento de la localidad y el Club Alpino de Sestao para dar a conocer la historia de las muchas líneas de tren diferentes que pasaron por el municipio en algún momento u otro de su historia contemporánea.
Que pasaron por el municipio o por debajo de él. Porque precisamente un túnel fue la primera parada de esta paseo por la historia ferroviaria de Sestao, en el que participaron unas ochenta personas y que se enmarcaba en la celebración de las Jornadas Europeas del Patrimonio, dedicadas esta edición a «los caminos, redes y conexiones». Fue una caminata pasada por agua –llovió, aunque de forma soportable– de 8 kilómetros que rodeó Sestao. Porque como señaló Juanjo Díez, del Club Alpino y guía para la ocasión, «Sestao, antes de la explosión de la industria a partir de la segunda mitad del siglo XIX era un poco como San Vicente de la Barquera, un pueblo en un alto rodeado de marismas». La industria trajo la desecación de los humedales y los trenes, que rodearon el alto o pasaron por debajo. Como por el mencionado túnel, el del tren minero de Galdames. «Mide más de 600 metros y se construyó a partir de 1871», detalló Díez. Ahora está abandonado y la última vez que estuvo abierto fue en 2013, para dar paso a la Ibilaldia de las ikastolas.
Buena parte del recorrido pasó más por la memoria y los recuerdos que por los vestigios visibles. No queda nada de los tranvías aéreos mineros que llevaban el mineral de hierro desde La Arboleda hasta el barrio de Elguero, y «el tranvía de Bilbao a Santurtzi, inaugurado el 1 de febrero de 1896, fue el primero eléctrico en nuestro país», solo se puede admirar en fotos de archivo. Otros restos son difícilmente reconocibles sin información. Como los restos de los cargaderos de mineral de La Benedicta, que servían para salvar la altura entre las vías y los barcos, que casi se parecen más a las ruinas de una torre medieval. «Aquí es donde descargaban los trenes mineros que llegaban de los montes de Triano para embarcar el mineral», explicó Díez. «El mismo terreno en el que estamos, todo esto, fue relleno, aprovechando el material que sacaban del túnel».
El Alto Horno de Sestao, que va a ser restaurado, fue parada obligatoria. La presencia de una locomotora de maniobra en su base, muy cerca del paso actual de la línea de Cercanías de Renfe que une Santurtzi y Bilbao, sirvió para recordar que «aquí se dieron las confluencias de muchas líneas de tren diferentes. Y a menudo una misma vía sirvió tanto para trenes de pasajeros como mineros y de mercancías». En Sestao convivieron «todos los anchos de vía imaginables: el métrico, el ancho ibérico –el actual de la línea de Renfe–, los 1.150 milímetros que tenía el tren de Galdames... Altos Hornos optó por el ancho métrico para su red de vías internas». Todo ello generó un mapa ferroviario de una densidad inusitada. «Altos Hornos abrió también una línea de servicio interior para conectar sus factorías entre Sestao y Barakaldo, para lo que construyó un puente metálico sobre el Galindo en 1922». El viaducto. una imponente estructura metálica repleta de remaches por la que ahora solo circulan paseantes, fue la parada culminante del recorrido de este sábado por las vías de la historia de Sestao.
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