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Gazteluiturri lleva más de 25 años al frente de diferentes entidades del tercer sector, y es gerente de Goiztiri desde 2019. S. LL.

«Los índices de pobreza y exclusión son cada vez mayores»

La asociación Goiztiri, al frente de los servicios para personas sin hogar de Barakaldo, afronta el aumento de necesidades y el fin de la financiación en servicios clave como el equipo de intervención de calle

Sergio Llamas

Martes, 6 de diciembre 2022, 13:56

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Desde 1993 el nombre de Goiztiri ha sido sinónimo de ayuda para las personas en riesgo de exclusión en Barakaldo, pero la mayoría de los vecinos de la ciudad fabril apenas conoce a la entidad que se encuentra al frente de los albergues nocturnos del municipio, así como de otros programas clave para la inclusión social. Su gerente, Aitor Gazteluiturri, advierte de los desafíos que están por venir.

- Goiztiri alcanza las tres décadas el próximo año. ¿A cuánta gente ha ayudado?

- A más de 1.750 personas de diferentes perfiles desde los inicios, cuando se empezó a trabajar en Barakaldo con pisos para personas drogodependientes. Ahora hay más colectivos: personas sin hogar, migrantes, programas con gente en la cárcel o en cumplimiento de penas alternativas, en riesgo de exclusión, programas de absentismo escolar… Actualmente contamos con cerca de 70 trabajadores y varios pisos de acogida, además de un centro de día. También nos ocupamos del albergue nocturno de Lasesarre, y tenemos otro para mujeres en sinhogarismo, entre otros. El último local que hemos abierto es el centro de atención diurna de la calle Pormetxeta.

- ¿Son conocidos en Barakaldo o prefieren pasar desapercibidos?

- Siempre me ha llamado la atención que con la dimensión que tiene Goiztiri, la ciudadanía en general no nos conoce, pero tampoco ha habido una política de hacernos publicidad. Quizás sea porque nunca hemos hecho campañas específicas para captar socios o masa económica. El 90% de nuestros fondos vienen de la administración pública y el resto de ayudas privadas y fundaciones. No está dentro de nuestro ADN darnos a conocer, porque estamos para servir a las personas. Aunque sí tenemos entre nuestras reflexiones la de estar más presentes en la comunidad.

- ¿Ha cambiado el perfil de las personas que atendéis?

- El mayoritario sigue siendo el de persona migrante, fundamentalmente magrebí, que es donde prevemos que pueda haber mayor crecimiento. A raíz del covid afloraron muchas personas que no teníamos localizadas y la cifra de personas sin hogar va a más. Desde luego no es una cuestión que se esté resolviendo. En nuestro caso también vamos a trabajar más con las personas penadas, tras la transferencia de prisiones al Gobierno vasco. Quieren trabajar en alianza con entidades del tercer sector, y esperamos crear programas para trabajar en la cárcel o en la comunidad con ellos.

- ¿Qué necesidades tiene actualmente Barakaldo?

- Hay mucho perfil de persona migrante, tanto gente en tránsito como los que han elegido este sitio de destino y están buscando un futuro. En su mayoría son jóvenes que no han accedido a la empleabilidad, pero que a veces tienen unos procesos formativos ya avanzados y sólo necesitan un empujón. También hay gente que ha estado haciendo formación aquí y necesitan ayudas en alimentación y vivienda para centrarse en su preparación.

- ¿Cuántos 'sintecho' hay en Barakaldo?

- Ahora hay un equipo de calle que recorre los diferentes espacios, identifica a quienes viven en sinhogarismo y crea vínculos con ellos, aunque el servicio se acaba el 31 de diciembre. Arrancó con un programa del Gobierno vasco y ha estado un tiempo funcionando con los presupuestos participativos de Barakaldo. Hacen recuentos y en el último salió que había 29 personas viviendo en la calle, aunque es la fotografía puntual de un día. Nosotros nos pateamos el municipio y nos consta que hay unas 40 personas de manera estable.

Falta de medios

- ¿Cómo se trabaja con ellos?

- En la medida de lo posible se inicia un itinerario, aunque son procesos muy lentos. Algunas personas no se dejan ayudar fácilmente y pueden tener situaciones muy deterioradas. Además, donde están viviendo no deja de ser su casa y son reticentes a que invadan sus espacios. Algunos tienen problemas con el idioma y empezamos por darles clases. Se intenta crear un vínculo con ellos que a veces lleva meses. También hay falta de medios y en ocasiones simplemente no hay plazas para todos.

- ¿Los recursos como el albergue nocturno generan un efecto llamada?

- Es el eterno debate entre quienes tienen que liderar estos servicios. Nosotros vemos los toros desde la barrera y no sabría decir si se produce ese efecto llamada, pero constatamos que hay personas a las que no se les da asistencia, y en ese sentido la desaparición del equipo de calle va a tener un efecto importante.

- Barakaldo tiene además un albergue específico para mujeres. ¿Son necesarios estos medios?

- Lo cierto es que está casi siempre ocupado. Con su implantación nos costó, porque es difícil identificarlas y es un colectivo que no se atrevía a hacer uso de los recursos generales. Pero este servicio también tiene fecha de término. Se acababa la financiación el 31 de marzo y nos lo han prolongado hasta el 30 de junio. Hay un problema evidente de falta de estrategias por parte de la administración pública a largo plazo.

- ¿Trabajáis con voluntariado?

- Es otro área que queremos potenciar y a la que no hemos prestado suficiente importancia, lo que ha hecho que se fuera apagando poco a poco. Hemos creado un grupo de trabajo y el próximo año haremos campañas de captación. No hacen falta conocimientos o perfiles concretos. Sólo gente con vocación e interés en ayudar a la gente, porque hay todo tipo de servicios: desde ayudar a dar el café a cortar el pelo, lavar la ropa, dar clases de castellano o matemáticas… También queremos llevarlo más allá y establecer líneas de participación comunitaria.

- ¿Sigue siendo invisible el colectivo al que ayudáis?

- Es mucho más visible que hace años, pero sigue habiendo necesidades por cubrir. Hay más personas atendidas y más sistematizadas. El sistema de protección del Gobierno vasco es muy potente, pero los índices de pobreza y de exclusión son cada vez mayores, y en los últimos años han aumentado. La inflación va a generar nuevas bolsas de pobreza.

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