Al caer la noche puedes quedar retratado en Bilbao
Aficionados a la fotografía recorren sigilosos las calles de la ciudad sin luz natural en busca de personajes, lugares y miradas diferentes
Puede que ni se hayan dado cuenta. Quién sabe si a la salida del cine, del gimnasio o de cualquier bar hayan caído ya en ... sus objetivos. Que sepan que hay gente que sale a la calle en Bilbao al caer la noche en busca de personajes, lugares y miradas radicalmente diferentes. Son, no se asusten, aficionados a la fotografía. Amantes (no profesionales todavía, pero quién sabe hasta dónde pueden llegar) de un arte en busca de otro enfoque. Andan a la captura y fabricación de imágenes en las que la luz natural brilla por su ausencia. Se sirven de farolas, rótulos luminosos y escaparates. No buscan la sorpresa y, mucho menos entrometerse en vidas ajenas, pese a ser conscientes de que a muchos transeúntes les incomoda el mero hecho de sentirse observados. No lo olviden, al oscurecer, puede que alguien les ponga en su punto de mira y hasta quedar retratados.
Son alumnos de Blackkamera, una escuela de fotografía documental con casi 8 años de vida. Se mueven por toda la ciudad. Lo mismo caen por el Casco Viejo que la Gran Vía, la zona de las torres de Isozaki o en las inmediaciones de Azkuna Zentroa, uno de los puntos neurálgicos de la villa y donde se concentran, día y noche, multitud de turistas. A veces van solos, otras, en grupos. No persiguen, precisamente, sombras. Saben a lo que van. Josu Zaldibar, director del centro, calcula en más de 1.700 el número de alumnos que ha pasado en todo este tiempo por su escuela. Este año tiene matriculados a 120.
«La luz natural lo invade todo»
¿Qué buscan en la noche? «Sobre todo, aprender. Normalmente, la gente está acostumbrada a hacer fotografías, especialmente en sus inicios, durante el día. Interpretan que con luz es mejor, cuando para mí lo más interesante es iniciarse de noche porque el aprendizaje es más complejo y provechoso de cara a poder sacar luego otro tipo de fotografías». ¿Qué capturan? «De todo un poco». Personas, edificios... Aprovechan las «diferentes temperaturas» urbanas. No es lo mismo transitar por escenarios donde predomina el azul neón que «el amarillo que proyectan las luces de tungsteno. Otras veces aprovechan los luminosos de los escaparates para hacer retratos que con la luz natural perderían toda su magia». Zaldibar cree que es más fácil capturar la esencia de Bilbao y los bilbaínos casi a oscuras. «Me viene a la cabeza el nombre de Mark Power, un fotógrafo de la agencia Magnum. Hizo hace poco un trabajo para el Ayuntamiento de Moscú. Todas las fotografías las sacó de noche porque la luz natural del día lo invade todo».
«Hay mucho movimiento»
Cámara al hombro, Miriam Sánchez se lo pasa en grande. Llama la atención de algunos viandantes al apuntar y disparar. Es decidida. ¿Qué le gusta de la noche bilbaína? Casi todo. «Hay mucha diversidad de luz, cantidad de gente, grandes monumentos, mucho movimiento... Hay mucho para aprender». Sánchez puede que sea nueva, pero tiene tablas. Si le preguntas por su especialidad, responde que los retratos y «captar el momento», sobre todo, de despistados. «Vamos, que se vea que no están posando», apunta.
Alazne Pinedo también está empezando y todavía en esa fase que todo le suena a «descubrimiento. Busco cosas cotidianas», detalla. «Todos queremos aprender, pero es verdad que la noche es compleja y tiene su gracia», expresa Isabel Izarzugaza. «Hay menos gente, pero más cosas iluminadas. Tienes la ventaja de que con menos gente, no te interrumpen», agradece. ¿Le gusta sorprender a la gente? «Con sorprenderme yo misma de lo que hago, ya vale», dice.
«Aprender a mirar a través de la cámara»
Eduardo Orbezua hizo un curso de fin de semana justo antes del verano para irse de vacaciones «con unos pocos conocimientos». Pero la 'versión nocturna' le llena más: «La noche es mucho más interesante que el día. Aprendes a mirar a través de la cámara, que creo que es lo difícil. La técnica se puede interiorizar con cierta facilidad, pero ser capaz de seleccionar lo que tienes en tu entorno y elegir algo diferente y bonito, algo que transmita... Ese es el reto. Creo que eso es lo difícil», confiesa.
Pilar Orbea, que nunca abandona la cámara fotográfica, pero tampoco descarta tirar del móvil, se inclina más por el paisaje humano que el urbano. «Bilbao es muy atractiva. Nunca había percibido la ciudad con la mirada que nos dice Josu que debemos tener». La pasión por 'deconstruir' la villa en imágenes les lleva su tiempo. Como mínimo, tres horas a la semana. De 7 de la tarde a las 10 de la noche. Pero les compensa. También a María Ortiz: «Me apunté para pasar también un buen rato y me he dado cuenta de que las personas y personajes somos muy diferentes de día y de noche». Tanto énfasis le pone que empieza, a su manera, a «manipular las escenas que capta. Lo hago en la medida que puedo», puntualiza. ¿Le gustaría llegar a ser fotógrafa profesional? «No sé si llego tarde», ríe.
«¿Qué estamos haciendo?»
Transitar por la noche les convierte en una especie de bichos raro a ojos de algunos. «Mucha gente no preguntan qué pasa y qué estamos haciendo», descubre Pilar, que escucha con atención al profesor. «El reto que nos plantea Josu es descubrir dónde está la frontera entre la intromisión y la mera curiosidad». ¿Cómo atravesar esa frontera? «Con mucho cuidado», razona Isabel, mientras se mueve por la Plaza de Arriquíbar. «En tiempos en los que la privacidad resulta clave, la protección de la intimidad se vigila con mucho celo», admite Zaldibar. Pero los alumnos encuentran la complicidad ciudadana y tampoco reciben muchos noes de gente que se resiste a ser fotografiada. «La gente es mucho mejor de lo que parece. Es muy amable. Tenemos muchos prejuicios», opina.
Más que fotografías, 'esta aves nocturnas' aprenden a ver el «mundo de otra manera», según Zaldibar. Puede que les quede un montón por aprender, pero a través de su «filtro» presumen de alumbrar un Bilbao de «todos los colores. Es muy difícil que salga fea», reconocen. «Al aprender a mirar descubrimos rincones insospechados que jamás pensamos que existiesen», coinciden.
E incluso personas, entre las que quizás figure usted sin saberlo.
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