¡Pero qué antiguos somos los bilbaínos!
El Bilbao de Luis Gómez ·
La villa recuerda en estos tiempos de desasosiego y tristeza que siempre fue pionera y marcó pautas en todos los terrenos de la vida: con la universidad privada más antigua de España, el club de toros decano del mundo, la asociación comercial más longeva del país, una de las pastelerías con más historia y el club social de mayor raigambreEn estos días en que el maldito coronavirus nos espolea con cifras e imágenes que jamás hubiéramos querido ver, resulta reconfortante pensar en la fuerza ... de los bilbaínos, en lo que somos y en cómo nos caemos para enseguida volver a levantarnos, si cabe con más fuerza. Y sorprende la impronta con que esta ciudad y sus ciudadanos han afrontado el devenir de la historia. Acostumbrados a dejarnos llevar por los ritmos trepidantes y la mucha veces sobrevalorada modernidad, a veces no somos capaces de ver de dónde venimos para constatar que la villa siempre fue pionera y marcó pautas en todos los órdenes de la vida: en la cultura, el comercio, los toros, la vida social...
Pilares que lo mismo nos sirven para recordar lo que fuimos y somos que para señalarnos hacia dónde nos encaminamos. Pero entre las gestas que conviene recordar no estaría de más incidir en que Bilbao cuenta con el club de toros más antiguo del mundo (El Cocherito, sin desmerecer, dicho sea de paso, al histórico Taurino), la universidad privada más antigua (Deusto), la asociación de comerciantes (Casco Viejo) más antigua... Tampoco se trata de pasárselo por los morros a los demás, pero contamos con una de las pastelería más longevas (y golosas) del país (Arrese). En fin, que nos priva lo antiguo, como lo es la elegante Sociedad Bilbaína, ahora asentada en la calle Navarra. Fue de las primeras en asomar al mundo su cosmopolitismo.
Club Cocherito
Vayamos por partes. El Club Cocherito anima desde su página web a disfrutar de la «unión de la pasión taurina» en Bilbao. Ser 'cocherista', entienden sus miembros, es pertenecer a una casta mundial y exclusiva. Con el nombre de Castor Jaureguibeitia 'Cocherito de Bilbao', el torero vasco más importante de la historia, el club se fundó el 20 de noviembre de 1910. Nació antes que nadie y fue el primero en organizar la otra salsa de los toros sin la que es imposible entender la tauromaquia, aunque se cueza fuera de los ruedos: los coloquios, donde cada aficionado expone su particular visión de la fiesta.
Prueba de su influencia es que en los días previos a las elecciones municipales de 2015 y con Antonio Fernández Casado como presidente, el Club Cocherito reunió en un debate público a representantes de todos los partidos que aspiraban a la Alcaldía de la capital vizcaína para analizar el futuro de los toros en la villa. No faltó ni uno, aunque algunos tengan atravesada la fiesta. En su permanente línea de innovación, los del Cocherito fueron los primeros en implantar los abonos de pago fraccionado para que muchos aficionados pudiesen adquirir sus localidades a lo largo de todo el año sin agujerear sus bolsillos.
Universidad de Deusto
No podemos pasar por alto a la crème de la crème donde se han formado y de donde continúan saliendo cada curso un ejército de abogados y economistas, muchos de ellos presentes en las más altas esferas de la empresa privada. Efectivamente, hablamos de la Universidad de Deusto o, lo que es lo mismo, la universidad privada más antigua de España. Abrió sus puertas en septiembre de 1886 y su nacimiento responde a la coincidencia de preocupaciones e intereses de la sociedad bilbaína y la Compañía de Jesús. La Universidad Comercial de Deusto, por su parte, se creó en 1916 y fue, sirva de paso, la primera universidad de ciencias económicas de España. Por raro que nos parezca, es imposible entender el Bilbao de hoy sin esos años de finales del siglo XIX y primeros del XX.
La fundó Tomás de Epalza y Zurbarán, una de las figuras emblemáticas del Bilbao decimonónico. El establecimiento de un centro de estudios empresariales de nivel universitario constituía un viejo anhelo del pujante empresariado bilbaíno, muy concienciado de la necesidad de la existencia de un colegio superior que formara a sus vástagos y herederos en la ciencia económica y el arte de dirigir y tratar a sus empleados. Esta aspiración ya se había plasmado con éxito en un puñado de ciudades europeas, pero nunca en España. La bilbaína fue, pues, una iniciativa pionera. Debía de cumplir con el objetivo de dotar al alumnado de conocimientos empresariales a nivel universitario, superando largamente a las viejas escuelas de comercio que estaban muy extendidas por España. Hasta hoy.
Comerciantes del Casco Viejo
La Asociación de Comerciantes del Casco Viejo surgió en 1969. Irrumpió «casi en la clandestinidad», ya que buscó entonces un resquicio legal en la recién creada ley de asociaciones, que permitía las de vecinos, para constituirse como tal. Una década después, se rebautizó al amparo de la nueva ordenanza. Desde entonces, centenares de comercios forman parte de un agente imprescindible en la vida de todo Bilbao. Entre sus hitos destacan el trabajo para la revitalización de la parte antigua tras las riadas de 1983.
«En colaboración constante con las instituciones, logramos que el Casco Viejo pasara en unos años de la tragedia al triunfo. El Casco Viejo, tal y como lo conocemos hoy, peatonal, cuidado y activo, es fruto, por tanto, de un trabajo colaborativo en el que los comerciantes tuvieron mucho que ver», recordaba el año pasado Eider Txarroalde en el medio siglo de la entidad. Txarroalde es la cabeza visible de una junta directiva cuyos principales cargos recaen en mujeres. No solo vela por los intereses de los comerciantes del Casco Viejo, ya que trabaja también por el fomento e impulso del enclave más antiguo de Bilbao, así como de su revitalización social y urbanística.
La Sociedad Bilbaína
La Sociedad Bilbaína es una sociedad de recreo y cultura fundada en 1839 con sede en la calle Navarra. Es el club de España más veterano. Cuenta con 1.200 socios, nunca ha tomado partido político y recientemente cumplió la insólita cifra de 180 años. «No sé exactamente las razones, pero probablemente esta entidad nació del entendimiento entre gente distinta a la que le gustaba relacionarse. Personas amantes de la cultura, encantadas de hacer negocios, practicar deporte... Y sí, hemos procurado no meternos nunca en política», recordaba recientemente en una entrevista a este periódico su presidente, Antón Pérez Iriondo, con motivo de semejante efeméride. «Después de 180 años, el mundo ha cambiado, pero la Bilbaína sigue viva», se felicitaba.
La crearon 133 bilbaínos que mantenían relaciones comerciales con Inglaterra «y andaban por todo el mundo». Tras romper en 2015 con 175 años de veto a las mujeres, cuentan ahora con más de «doscientas y pico» mujeres, entre socias y asociadas. Pérez Iriondo subrayaba, asimismo, que el origen de la entidad «no fue de carácter aristocrático, sino emprendedor. Comerciantes e industriales que traían cosas distintas. Nuestra sede contaba con lo que no tenía nadie: sistemas antiincendios, ascensor... Fue el segundo edificio de Bizkaia en tener cimientos de hormigón. Siempre lo más nuevo. Hoy parece clásico, pero entonces era supermoderno». Y en esas sigue.
Pastelerías Arrese
Hablar de emblemas de la villa es hacerlo, sin duda, de Arrese, una de las pastelerías por excelencia. Y, sobre todo, de sus famosas trufas. Fundada por Ildefonso Arrese en 1852 en la calle Bidebarrieta, se hizo famosa rápidamente en toda la ciudad por sus dulces.
En 1923 se trasladó al corazón de la Gran Vía. Mantiene la decoración inalterable con una gran mostrador de mármol y cuenta con varios establecimientos. Vende los productos de siempre, realizados de manera artesanal: trufas de chocolate y nata (las predilectas de este periodista), la tarta de espinacas, los rusos, los pasteles de arroz, las espectaculares pastas de té y los clásicos bollos de mantequilla. Uno de lo souvenirs más dulces de una ciudad que factura vanguardia desde su preciada antigüedad.
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