'Brexit', Versalles, velocidad
La salida de Reino Unido de la UE exige elaborar un plan futuro en el que cada socio comunitario pueda avanzar en el proyecto según su capacidad de marcha
Ignacio Marco-Gardoqui
Domingo, 12 de marzo 2017, 02:19
Comienzo ensamblando la frase que justifica el título. La salida de Reino Unido del proyecto europeo exige la elaboración de un plan de futuro para ... la institución. Para empezar a definirlo se reunieron en Versalles los líderes de los cuatro principales países de la Unión: Alemania, Francia, Italia y España. De ahí salió claro que la respuesta al desafío británico es «más Europa» y que eso sólo se puede conseguir si se avanza en el proyecto a distintas velocidades, según la capacidad de marcha de cada uno de los socios.
Vayamos por partes y empecemos por el 'Brexit'. El resultado del referéndum causará daños graves en la estructura europea y más graves aún en la británica. Hay daños económicos, reparables con mayor o menor coste, y políticos, quizás irreparables. Si e Reino Unido opta por lo que se denomina un 'Brexit duro', es decir, si insiste en cargarse la libre circulación de personas, a la UE le resultará materialmente imposible mantener intacto el resto del sistema de libertades, servicios, mercancías y capitales. Está obligada a dejar bien claro que es necesario asumir las obligaciones si se pretende disfrutar de los derechos. Permanecer fuera, no aportar al presupuesto común, no asumir la legislación y limitar la circulación de personas, resulta incompatible con que Londres siga siendo la plaza financiera de referencia o que sus mercancías accedan sin trabas al continente.
Por supuesto que es necesario evitar disparos en el pie. Por ejemplo y en el caso de España, Reino Unido es el primer destino de nuestras inversiones, tenemos superávit comercial, los británicos son el principal colectivo de los turistas que recibimos, etc. Pero una cosa es hacer las cosas bien y otra no hacer las cosas que hay que hacer. Ellos decidieron irse y dejaron claro que «out is out». Pues eso. Bastante trabajo tienen ellos con afrontar las demandas escocesas, Sturgeon ya habla abiertamente de un nuevo referéndum de independencia, y a ver quién es el guapo que reestablece la frontera entre las dos Irlandas.
Sigamos con la reunión de Versalles, que fue muy curiosa. Pienso que el análisis realizado por parte de los principales líderes de la Unión fue correcto y sus conclusiones acertadas. Ahí no hay problema. Éste aparece cuando comprobamos quiénes analizaron y qué concluyeron. Angela Merkel se encuentra a las puertas de una reválida electoral de resultado incierto. Si su posición ante la inmigración le cuesta el primer puesto en las urnas, su partido podría estar en un gobierno de coalición, pero ella no sería la canciller. François Hollande, simplemente, no estará en la Presidencia francesa porque no se presenta a las elecciones. De Paolo Gentiloni no se sabe ni por qué está ahí, ni hasta cuándo estará. Mariano Rajoy es quien lo tiene mejor, pero solo si Pedro Sánchez pierde las elecciones en el PSOE, pues su triunfo daría carpetazo a la legislatura. Es decir, en Versalles opinaron dos que no decidirán y dos que ya veremos. Mal asunto.
Para terminar, vayamos con las velocidades. Existen dos verdades que me parecen inmutables. El proyecto europeo o avanza o muere y es imposible que avancemos todos juntos. En consecuencia, o la UE avanza a velocidades diferentes o muere. ¿Constituye esto un problema grave? Pienso que no. De hecho, ya existen las velocidades diferentes y en asuntos capitales, como es el de la moneda única. Por supuesto, será necesario establecer criterios objetivos para que quien los cumpla y lo desee avance junto con los más veloces; y será obligatorio aplicar grandes dosis de sensibilidad política para que, quien no pueda mantener la velocidad, no se sienta discriminado. Pero habrá que hacerlo así.
Bien pronto vamos a tener la primera prueba de fuego con el asunto de la seguridad europea y la política de defensa. La Administración Trump se niega a prolongar un reparto de los gastos en la OTAN que considera injusto y eso exige una mayor participación de los países 'defendidos'. Es decir, el coste de la seguridad europea se va a incrementar de manera relevante. Es probable que todos deseen participar en el nuevo esquema -ahí está la sombra rusa para espabilar a los remolones-, pero no lo es que todos puedan asumir el coste de sus deseos.
Europa se enfrenta a grandes retos, pero todo el mundo se enfrenta a grandes retos. El proyecto necesita líderes de altura, pero todos los grandes proyectos necesitan líderes de altura. La Unión Europea nació tras el terrible trauma de las guerras mundiales. Ahora debe consolidarse y avanzar en la integración para evitar el trauma de su desaparición definitiva como solista relevante en el concierto mundial.
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