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Luis López y Pablo Martínez Zarracina, en un momento del encuentro. Maika Salguero

«Bilbao nunca ha sido coqueta y bonita, sino dura, convulsa y llena de energía»

Un grupo de suscriptores mantuvo un encuentro con Pablo Martínez Zarracina y Luis López, columnistas de este periódico

Sábado, 15 de noviembre 2025, 00:58

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Escribir una columna de opinión tiene algo de invitación al diálogo, aunque el autor no suele participar en esas discusiones suscitadas por sus argumentaciones: los temas se emancipan del papel y van nutriendo conversaciones de barra y charlas de sobremesa, como si las palabras impresas hubiesen salido volando en enjambre. Pero esta semana hemos tenido la rara ocasión de sentar a un par de columnistas con sus lectores y comprobar qué pasaba: un grupo de suscriptores de EL CORREO mantuvieron un encuentro con Pablo Martínez Zarracina, a quien tenemos a diario en el 'Furgón de cola' de la contraportada, y con Luis López, responsable de la información municipal. «Torturadlos, tenéis permiso», alentó a los invitados el director del periódico, Oscar Villasante.

La sesión se titulaba 'Hablemos de Bilbao', un eje temático que tenía pleno sentido porque Pablo escribió durante doce años una columna sobre asuntos locales y Luis firma los domingos un análisis que suele centrarse también en las cosas de la villa. «Se trataba de repasar el recorrido de la semana y ha acabado en otra cosa», resumió Luis, que ha evolucionado del recuento de los hechos a una reflexión bastante cáustica sobre la actualidad. Pablo ajustó el foco con una panorámica –impregnada de opinión, claro–de aquellos años suyos como cronista local: «Empecé a escribir del Bilbao triunfante por todo lo alto, la ciudad de moda y el alcalde de moda, y al final escribo de una ciudad que parece arrastrada por esa inercia, pero no tanto con ese impulso. Del Bilbao del Guggenheim refulgente pasamos al que no sabe exactamente dónde ir».

Algunos de los participantes en el diálogo, celebrado en la sala de actos de la tienda de EL CORREO. Maika Salguero

Pero, de manera inesperada, en un principio los suscriptores parecieron más interesados por la propia labor de los protagonistas que por el estado de la villa. Preguntaron, por ejemplo, sobre los enfados de los poderosos y las presiones que ejercen. «Las críticas que más acaban escociendo no son las ideológicas o políticas, porque te sitúan como un contrincante y eso lo asumen, sino las que aluden al color de una corbata, a unos zapatos...», observó Pablo. «Los políticos tienden a recibir peor la ironía que la crítica descarnada», añadió Luis, que defendió la función periodística de «fomentar la conciencia crítica y fiscalizar al poder». También quisieron saber cómo eligen los temas, pero resultó que tampoco es que se entreguen a una ardua especulación filosófica. «Yo tengo toda la semana, que al final siempre es el viernes», sonrió Luis. «A mí me pasa que me pongo a escribir y no sé lo que opino del tema hasta que acabo», se asombró Pablo, que se manifestó ilusionado con la perspectiva traviesa de completar una tertulia titulada 'Hablemos de Bilbao' sin hablar de Bilbao en absoluto.

Ferreterías sietecalleras

Pero al final también se aprovechó el encuentro para eso, cómo no. Todos somos un poco columnistas cuando estamos con nuestra gente, y a algunos lectores se les notaba el ramalazo: «En los 'rankings', en la comparación con otras ciudades, Bilbao siempre sale bien, pero... ¿y comparada consigo misma, con lo que ha sido?», inquirió uno. Las intervenciones de Pablo y Luis servían como extractos de artículos de opinión, o quizá como tráilers de los próximos. Ahí van unas pocas. «El principal problema de Bilbao es demográfico. La veo tremendamente envejecida en unos años. La juventud aporta energía, comprensión del presente, falta de miedo al futuro. En el Bilbao de los 80, con aquella energía y aquella fuerza, había muchos más jóvenes» (Pablo). «Cuando hablo con los vecinos, me parece que tienen razón. Cuando hablo con los hosteleros, también. La labor de los políticos es ajustar esos distintos intereses, pero lo afrontan con miedo: alguien me dijo que había oído en el Ayuntamiento que buscan 'proyectos socialmente neutros', sin líos» (Luis). «Las ciudades tienen un argumento y una historia que se cuentan a sí mismas. Y Bilbao nunca ha sido coqueta y bonita, sino dura, convulsa, llena de energía. Y siempre ha resurgido» (Pablo).

En algunos momentos, quedó claro que a lo mejor a los columnistas les convendría escribir con público, porque de ahí brotan sugerencias y el lector/espectador no duda en volverse colaborador. Dijo Luis, hablando de la avalancha turística, que en el Casco Viejo de Santiago de Compostela ya no quedan ferreterías, y de inmediato se abrió el debate entre todos sobre cuántas sobrevivían en las Siete Calles. Se refirió Pablo al periódico de papel como «objeto perfecto» y uno de los suscriptores explicó lo bien que le viene llevar bajo el brazo EL CORREO, cuando sale de currar con su traje y su corbata, para que no le confundan con un dependiente en El Corte Inglés.

Con reflejos de tiradores al plato, los dos columnistas fueron atendiendo preguntas sobre las terrazas, el tardeo, la integración de los inmigrantes del presente y del pasado, las obras, los perros, los quioscos..., ¡hasta hubo quien interrogó a Pablo sobre cómo se lee dos libros a la semana para sus reseñas literarias! Y parece muy apropiado, porque esa manera de engranar temas, de encontrar el vínculo secreto entre ideas que parecían desconectadas, es lo que define las buenas columnas y las mejores conversaciones.

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«Bilbao nunca ha sido coqueta y bonita, sino dura, convulsa y llena de energía»