«El agua en botella de plástico acaba sabiendo a petróleo»

Fue así como se les ocurrió abrir la primera tienda en la capital vizcaína, «y hoy ya tenemos dos, una para profesionales y otra para usuarios, también damos charlas en centros escolares e incluso hemos creado nuestra marca para comercializar productos propios». Y, a su juicio, el éxito cosechado por su iniciativa demuestra que realmente hay una alternativa de vivir sin plástico, «o con el menor posible al menos».

Y eso que Javier Barrios se declara un admirador del plástico, «un producto que surgió hace más de 100 años de una empresa fabricante de billares para reducir la matanza de elefantes, ya que se utilizaban sus colmillos para construir las bolas». Su desarrollo, asegura, nos ha facilitado mucho la vida, «porque es un material fantástico, pero lo malo que tiene es que es indestructible».

Por eso admite no entender que la sociedad lo haya elegido como el producto idóneo para «fabricar objetos de usar y tirar, es algo que no nos entra en la cabeza». Porque, asegura, el plástico que se tira, nunca desaparece, sino que se va reduciendo de tamaño hasta convertirse en microplásticos «que van en el agua y acabamos teniéndolos hasta en la sangre». «Incluso los bioplásticos, que se obtienen de materiales orgánicos, son negativos para el planeta porque es como si estuvieras quemando el Amazonas».

Barrios ha añadido que, aunque la proliferación del plástico en los envasados se haya vendido como una medida de higiene, «no es bueno para la salud». «Es poroso y hasta el agua en una botella de plástico acaba sabiendo a petróleo». Otros ejemplo, asegura, es el queso, «que antes lo más bueno era la corteza pero ahora, como están hechas con elementos plásticos, es lo primero que se tira». O con el jamón, «que con el envasado nos aconsejan que se airee para que pierda su sabor a plástico».

Barrios asegura que la amenaza del plástico al medio ambiente es real y que por eso son cada vez más necesarias las labores de concienciación y educación. Porque, asegura, en realidad la lucha contra su proliferación «no tendría que ser tan complicada: bastaría con que "nos parasemos un poco a pensar y que compremos más a granel que llevemos siempre una pequeña bolsa de algodón en el bolsillo para no usar tantas de plástico o usar tupers de cristal o acero inoxidable». Y, sobre todo, aconseja reducir el número de botellas que se utilizan. «Es donde más plástico se consume así que, si llevamos con una botella con nosotros y la rellenamos, haremos mucho por el planeta».