Un chaparrón benéfico
La marcha popular organizada por EL CORREO reúne a 8.000 mendizales y recauda 20.000 euros para la Fundación Argia y La Cuadri del Hospi
«Vaya día!» Esa fue la frase más repetida este domingo por la mañana en El Arenal de Bilbao, minutos antes de la salida de la XV Marcha Solidaria Subida a Artxanda de EL CORREO. Llovía, después de una noche de trombas y chaparrones, hacía frío y la ría bajaba con una pinta temible. Así que «¡vaya día!». Lo dijeron los primeros mendizales que llegaron al punto de salida, los sanitarios de la DYA que iban a cubrir el evento, los voluntarios de la Sociedad La Montañera que participaron en la organización, varios agentes de la Policía Municipal, lo dijo también el alpinista Alex Txikon, que llegaba a dar la salida, y hasta el speaker del evento por megafonía. «¡Vaya día ha salido!». Pero el caso es que el dichoso día fue mejorando a lo largo de la mañana y la lluvia no desanimó a los mendizales. Al contrario.
Porque como dijo el mismo speaker, «somos de Bizkaia y este es un día normal para nosotros». Así que se cumplió lo previsto y 8.000 personas acabaron participando en esta iniciativa con fines solidarios, esta vez en favor de la Fundación Argia y de La Cuadri del Hospi. Incluso hubo quien se apuntó y aportó sus 2,5 euros solidarios a ultimísima hora. Todo el mundo dispuesto a mojarse por una buena causa.
Mientras los más rezagados completaban su inscripción, Alex Txikon dio el pistoletazo de salida. El himalayista se mostró «satisfecho» por poder colaborar con la iniciativa. «Este tipo de eventos son muy importantes para las familias, para las niñas y niños», comentó. «Vivimos en una sociedad en la que solo prevalecen los éxitos. Muchas veces los niños y las niñas practican deportes en los que acaban estando en el equipo A, el B o el C, los buenos y los malos. Pero en la montaña esto no pasa. El montañismo tiene un gen no competitivo. En el monte todos somos iguales. Y luego está el lado solidario que también tiene, como en la subida de hoy».
Para hacer más fluida la circulación de participantes, la salida se realizó escalonada, en cuatro turnos. Algunos de los primeros marchistas enfilaron las Calzadas de Mallona a velocidad de competición, pero también hubo, sobre todo las familias con niños, quienes optaron por un ritmo más de paseo. El circuito era de 9 kilómetros y tenía su punto más alto -243 metros- en el mirador de Artxanda. La primera parte de la subida era urbana, por Begoña, Zabalbide y Zurbaran. Aquí se encontraban los marchistas con el desnivel del primer tramo de Atxetabidea, junto al grupo Arabella, que es una rampa. Y muy pronunciada. «Huy, teníamos que haber traído los bastones», observaba una señora. «Madre mía, ¡aquí en vez de escaleras mecánicas tendrían que poner un remonte!», apuntaba su acompañante. Algo más arriba esperaban las primeras vistas bonitas de Bilbao del recorrido, pero pocos se detuvieron para fotografiarlas.
Afortunadamente, la lluvia empezó a ir a menos y se hizo bastante llevadera. Y hasta agradecida como refrescante por más de uno que subía sofocado. Los paraguas cerrados se impusieron a los abiertos. Pasado el depósito de agua, ya en el sendero Mendiarte, el recorrido se convertía en rural de un paso a otro. De pronto, los grupos de mendizales se encontraban caminando por un bosque otoñal, con el suelo cubierto de hojas y muchos regatos que bajaban crecidos. El cambio de ambiente invitaba a detenerse aquí, beber agua, tomar un tentempié o hacer fotos de Bilbao, visible entre los árboles en un recodo del camino.
Muchos participantes, repetidores de otras ediciones, recordaban que el «año pasado hizo mucho calor, 26 grados. Nada que ver con lo de hoy». Así lo comentaba Lucía Arakistain, una joven bilbaína que trataba de descubrir, discutiendo con la amiga que la acompañaba, «cuál fue aquel año en que también llovió, pero a mares. ¿Eso no fue en 2012?». El debate meteorológico quedó sin resolver.
Al llegar a Artxanda los mendizales eran recibidos por una banda de música. Muchos se detenían para hacerse una foto en el mirador, bajo un cartel que indicaba el punto más alto del recorrido. Un grupo de turistas zaragozanos se vieron sorprendidos por la 'invasión' repentina de familias y cuadrillas montañeras. Así que unos hicieron de fotógrafos de otros y viceversa.
«Hemos subido rápido, menos de una hora. A ver, que Artxanda tampoco es que sea... es una tachuela», decía Alejandro Saiz, acompañado por Maite Sancho, ambos aficionados a la montaña y de Bilbao. «Yo casi subo dormido», bromeaba él, mientras que ella recordaba que «llevamos viniendo desde la primera edición. Así que hemos subido con lluvia, sin lluvia, con frío, con calor... Pero siempre bien. El año pasado fue como de veranillo».
«No ha sido para tanto»
Arkaitz Peláez y su hijo Alain, de 10 años, enfilaban el descenso después de hacerse una foto con sus amigos frente a La Huella. «Esta mañana, al levantar la persiana, ha sido ver el tiempo que hacía y pensar 'me vuelvo a la cama'», decía riendo el padre. «Pero hemos venido y al final no ha sido para tanto», añadía mientras Alain, que completaba su tercera Subida a Artxanda, asentía. «Se me ha hecho corto». Arkaitz comprobaba la hora: «Pues veo que hemos llegado arriba bastante rápido, menos de una hora. Pero al final eso es lo de menos, aquí de lo que se trata es de contribuir a una buena iniciativa».
Las dos entidades que recibirán lo recaudado, 20.000 euros, son la Fundación Argia y la Cuadri del Hospi. La primera tiene como objetivo acompañar a las personas con trastornos mentales graves y a su entorno afectivo para mejorar su imagen pública y su calidad de vida. La Cuadri del Hospi, por su parte, es la asociación que presta su apoyo a las familias de menores con cáncer en tratamiento en la Unidad de Oncología Infantil del Hospital de Cruces-Barakaldo.
La XV Marcha Solidaria Subida a Artxanda de EL CORREO contó con el patrocinio de Eroski, Vueling y Aena, con el apoyo de Coca-Cola, DYA, Protección Civil y La Montañera, y la colaboración especial de La Caixa.