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Convocados por el sindicato ELA, los trabajadores se preparan para comenzar la protesta de ayer frente a las instalaciones del monte Arraiz.

Empleados de la TMB protestan por tener que limpiar la planta "sin garantías" para su salud

Dicen sufrir bajas y hospitalizaciones "desde hace un mes" por la 'fiebre Q' y que ahora les encargan una labor para la que no están preparados

Jesús J. Hernández

Viernes, 11 de abril 2014, 12:48

La planta de TMB, enclavada en la falda del monte Arraiz, es un islote de realidad en un paisaje bucólico. Ayer a mediodía no faltaban siquiera unas cabras pastando, que habían tomado las campas que separan la incineradora y la planta de Tratamiento Mecánico Biológico, ajenas al lío provocado por unos restos de unas congéneres suyas entre los residuos urbanos. Los trabajadores decidieron manifestarse allí mismo en el cambio de turno, que se sigue sucediendo con normalidad pese a que la Diputación paralizó el miércoles la actividad. La decisión se tomó tras confirmarse ocho contagios de fiebre Q y mientras se valoran otros 25 casos y se hacen analíticas a toda la plantilla. Sin embargo, todos continúan en sus puestos, aunque dedicados ahora al vaciado de los residuos y a la limpieza de las instalaciones. Una labor que preocupa «aún más» a los representantes sindicales. «¿Pero no dicen que el peligro está en las esporas? ¡Y ahora estamos todos limpiando y levantando polvo!», denuncian. A la concentración se fueron sumando los que acababan el turno de la mañana. Ningún coche pasaba de largo; todos buscaban un hueco y aparcaban. Traían un gesto preocupado. Una veintena de trabajadores se situaron tras la pancarta que denunciaba que «están jugando con nuestra salud». El sindicato ELA convocó de urgencia la protesta porque «los trabajadores siguen en la planta expuestos a las mismas condiciones, y se les obliga a empezar con la limpieza sin ningún tipo de formación ni garantías de que no hay riesgo para su salud».

Desde la Diputación, responsable última de la planta de reciclaje, se defiende que se ha provisto a todos los trabajadores de medidas de protección como «gorros, guantes, mandil, gafas y mascarilla» y que «una cosa es paralizar la actividad y otra precintar la planta, que no se puede hacer». La UTE TMB-Arraiz, que engloba a las empresas Valoriza, Pabisa y la sociedad foral Garbiker, les ha encomendado las tareas de vaciado y limpieza, que comenzaron ayer por la zona de recepción de residuos y el foso. «Osalan decidirá si se requiere alguna actuación específica más tarde», puntualizaron.

La central nacionalista adelantó ayer casi un mes la fecha del comienzo de la crisis de salud pública y aportó un dato: su denuncia ante las autoridades sanitarias se puso el 1 de abril. Si la Administración territorial situaba el origen de la fiebre Q hace «diez días», los representantes sindicales mantienen que «se vienen produciendo bajas desde las primeras semanas de marzo» y que «ha habido más de 30 y todos tenían los mismos síntomas», que incluían fiebres muy altas. «Siete de ellos pasaron por el hospital en algún momento y la mayoría derivó en una neumonía», ahondan. Son cifras considerables si se tiene en cuenta que en la TMB trabajan, repartidos en tres turnos, 45 personas en plantilla y otras 30 a través de ETT. Estos últimos son los más preocupados con la posibilidad de que se produzca un cierre temporal. «Para nosotros, supondría dejar de cobrar», advierten.

En el entorno de los trabajadores, todas las miradas está puestas en los resultados de las analíticas que se han realizado esta misma semana a todos los empleados de plantilla y subcontratas. Aún no hay cifras oficiales, pero algunos han comenzado a recibirlos. «A una chica le han comunicado esta mañana que ha dado positivo, que tiene la bacteria, aunque puede que no desarrolle la enfermedad. De hecho, hoy está trabajando», destacaba un compañero suyo.

Confirmación oficial

El punto de inflexión llegó el pasado miércoles. Fue entonces cuando se comunicó a los trabajadores la confirmación de ocho casos de fiebre Q provocados por restos caprinos y ovinos mezclados con los residuos urbanos. Entre otras medidas, se les pidió «a todos, incluidos los de las oficinas», que llevaran mascarillas. Las reuniones con Osalan son frecuentes y ayer mismo por la tarde se celebró la última. También prosiguen las citas en la mesa de crisis que han constituido dos departamentos de la Diputación (Medio Ambiente y Agricultura), dos consejerías del Gobierno vasco (Salud y Empleo), así como la Unidad de Epidemiología y el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales.

Ramón Cisterna, jefe de Microbiología de Basurto, opina que las posibilidades de contagio entre personas son «muy improbables» y que sólo elevaría el número de afectados el contacto con el foco. Es decir, con las cabezas, pieles y pezuñas contaminadas que acabaron en la planta de reciclaje. Lo que más preocupa a los trabajadores es inhalar el polvo contaminado con esporas provenientes de los restos. La fiebre Q es una infección provocada por la bacteria Coxiella burnetii que se transmite por la placenta en los partos del ganado y que provoca molestias similares a una gastroenteritis, aunque puede derivar en neumonía. Según Cisterna, «todas las primaveras se manifiesta en Bizkaia y se combate de forma muy efectiva» con un tratamiento antimicrobiano. De hecho, según los trabajadores, a quienes se les detecta la presencia de la bacteria se les están recetando antibióticos para que no desarrollen la enfermedad.

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