Un equipo que continúa buscando su equilibrio
FIBA Europe Cup ·
El Surne alterna instantes extraordinarios con caídas en la creatividad y atascos evidentes que ponen en peligro su buena puesta en escenaJosé Félix Cachorro
Jueves, 5 de diciembre 2024, 00:30
Ya se está convirtiendo en una costumbre de proporciones preocupantes que los hombres de negro ofrezcan varias y muy diferentes caras en el mismo partido. Se pasa de la casi excelencia al desconcierto total en lo que dura medio suspiro, con lo que las equivocaciones provocan sin remedio nuevos fallos. Esta montaña rusa de sensaciones demasiado dispares en períodos muy cortos se ha convertido en una cantinela que acompaña al Bilbao Basket desde hace jornadas pero que ya nació con aquella visita al Murcia que acabó en funeral después de la prórroga.
Ayer casi se repiten las decepciones de aquel partido o, por ejemplo, la del viaje a Girona, que fue una derrota también tras los cinco minutos de desempate. El Surne comenzó en Cerdeña a desenvolverse de un modo muy serio, con traslación rápida del balón, circulación en ataque y espíritu gremial. Por momentos, reapareció el espíritu coral con el que los de Jaume Ponsarnaui encandilaron a la marea negra hasta hace tan sólo unas semanas. Se tomaban decisiones correctas, no existía precipitación y se jugaba, sencillamente, como un equipo.
Gracias a este despliegue de aciertos y determinación, el conjunto vizcaíno llegó a disfrutar de una ventaja de 18 puntos en el tercer cuarto, un verdadero tesoro frente a un rival que cuenta con un notable arsenal de tiradores y sabe cómo desplazar el balón a las mejores posiciones para castigar. Además, la mayor estatura del Surne se imponía cerca de los tableros.
Toda esta rica cosecha fue posible también a algunas exhibiciones individuales que tiraron del resto. Zoran Dragic recurrió a su experiencia y dotes técnicos para construirse sus propios puntos o regalárselos a sus compañeros. El esloveno mostró cómo se elige el ritmo más adecuado, cuando hay que hacer una pausa. Fue tanta su relevancia en el encuentro que después de pitarle una antideportiva, una buena parte del Bilbao Basket se extravió entre las dudas de sus peores momentos.
En casa del Dinamo Sassari se repitieron los efectos de síndrome del último cuarto, pero esta vez almenos no finalizó en desastre. Mientras el Surne transitaba a arreones, los italianos iban viendo que la remontada era posible. Aquel muro de los 18 puntos en contra se venía abajo. Tiros fallados, pérdidas, embrollos en la zona del Sassari sin evacuar el balón a espacios francos... Así se fue gestando un final de partido dominado por los nervios contra un adversario capaz de una rebelión a golpe de triple. Acierto individual
Tomasz Gielo, ayer dueño de una loable puntería, y Harald Frey, letal desde el perímetro, acomparon a Dragic en la punta de lanza del Surne, bien cimentada sobre dos 'cincos' como Tryggvi Hlinason y Marvin Jones, que cumplieron con nota alta en su misión de funcionar como faros ofensivos, destino de los pases del resto del Bilbao Basket. Kristian Kullamae, paciente y constructivo, también paliaba la menor aportación ofensiva de Melwin Pantzar o los errores de Muhammad Ali Abdur-Rahkman, de quien se echan de menos más puntos y mayor claridad para finalizar sus acciones en ataque. No está el escolta.
Es decir, un más que aceptable balance general que, otra vez, se transformó en una sucesión de equivocaciones propiciadas por los nervios o la ausencia de determinación. El Bilbao Basket mejoró ayer con respecto a encuentros de la ACB, pero todavía se balancea sin acomodarse en el fiel de la balanza, busca su propio equilibrio y la brújula que extravió no hace mucho tiempo. Aún puede recuperar gran parte de todo ello en el derbi que el domingo le aguarda en Miribilla contra un Baskonia tan necesitado en la Liga Endesa como el equipo bilbaíno.