

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La narrativa clásica cuenta que no hay peor contrincante que un rival herido. Pues habrá que confiar, para bien del Baskonia, que el apasionante y ... complicadísimo partido de esta noche desmienta semejante sentencia. Porque Kendrick Nunn, tal vez el mejor escolta que registra el gran torneo continental dentro de un universo con otros 'doses' de primerísimo nivel, llega a Vitoria después de firmar en el Palau su actuación más pobre desde que juega en Europa. Siete puntos, seis rebotes y cinco asistencias en la derrota del Panathinaikos frente al Barça. Pero también un repóker de pérdidas y unos porcentajes ínfimos de acierto tras meter sólo tres de sus quince lanzamientos de campo. De hecho, el formidable exterior de Chicago pagó con la eliminación por faltas personales su frustrante noche catalana.
Los amantes de la canasta habrán de guardar el vídeo porque difícilmente repetirá el discípulo de Ergin Ataman un encuentro particular tan subterráneo. Joan Peñarroya le fue presentando cancerberos para contenerlo, empezando por el fornido Anderson y prosiguiendo con el secante Abrines. Pero también se encargaron de amordazar a un excelente intérprete de las cestas y de los puntos el concentradísimo Brizuela -escudero perfecto en ataque del estelar Jabari Parker-, el marcaje obsesivo de su 'alter ego' Punter a la vuelta de los vestuarios y Satoransky. Una defensa implacable del alto base checo, que le mantuvo alejado 'cara a rostro' a nueve metros del aro, terminó por desquiciar al fenomenal exterior del conjunto griego. Punter y él, vaya par de escoltas, se enredaron en esos retos de cabezas juntas y fuego de dragones por la boca, cuando el triunfo barcelonista era ya un hecho.
La desvaída estadística de Nunn en el Palau contrasta radicalmente con su traca triunfal de todo el curso. Sólo su escuálida anotación anteayer le desciende del primer al segundo peldaño del podio continental en puntos (20,4), detrás de Vezenkov. Y el mísero crédito de valoración ante el Barça sólo recuerda, en parte, los siete que alcanzó en este mismo ejercicio contra el Partizan. El resto de cifras abruma sólo de leerlas e inocula miedo en el espíritu de los adversarios. Diez duelos con veinte o más puntos y uno en el que coronó la cima de los 39. Aquella velada en el que debió se sentirse tan fuerte que nadie lo podía parar, recordando la letra de Bunbury, le catapultó a los 37 de valoración. ¿Adversario damnificado? El Milán de Ettore Messina. Además de esa jornada, en otra sobrepasó los treinta créditos.
Números bien hermanados con las sensaciones que genera el 'dos' del equipo ateniense, zurdo y mucho más que un mero 'pichichi'. Todo un exterior determinante que une a su notable puntería desde el arco (41,3%) el dominio de un arte casi extinguido en esta era del baloncesto moderno. Un deporte ultrafísico que no entiende de medias tintas: mates para concluir el bloqueo y continuación o hundir la pelota tras el rebote ofensivo, ¿verdad, Donta Hall?, o salvas de artillería desde lontananza.
Pues Kendrick mantiene viva la llama del tiro a cuatro o cinco metros después de serpentear para eludir rivales y labrarse un hueco en esa demarcación híbrida entre la raya del triple y el área tintada de un color distinto. Uno de esos factores diferenciales que le emparentan con el propio Punter y supera a 'doses' como Cordinier, el baskonista Howard en tono menor esta temporada, Baldwin, Canaan y McKissic. Un tipo de fundamentos sobrados.
Nunn es una estrella rodeada de otras en la constelación del Panathinaikos. Y el vocablo 'quinteto', cuando se refiere a los jugadores más destacados de una campaña, le resulta familiar. Nacido la víspera del txupinazo de Vitoria de 1995, ha figurado en el 'cinco' inicial de dos competiciones. Lo hizo como uno de los mejores novatos de la NBA en 2020 y cuatro años más tarde con el escudo ateniense del trébol, junto a su compañero y ahora lesionado Mathias Lessort más el exbaskonista James, Campazzo y Hayes-Davis.
El exterior de Chicago cumple su segundo curso a las órdenes de Ataman tras 212 partidos en la Liga norteamericana, donde acreditó promedios de doce puntos en veinticuatro minutos en Miami -su mejor destino-, Lakers y Washington. Hoy visita el Fernando Buesa Arena con la 'bronca' interna del fenómeno dispuesto a revertir en la capital alavesa esa mala noche de Barcelona que puede pasarle a cualquiera.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.