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Ataman protesta durante el partido ante el Barcelona. Efe
Análisis

Sin excusas

Panathinaikos ·

Giannakopoulos y Ataman se han dado otra oportunidad para levantar el título

Un suspiro es la medida máxima que tienen quienes hacen de la exigencia absoluta su modo de comportarse. Es como un leve pestañeo, algo natural ... por otro lado, que en esa décima de segundo logra que suceda que un acto tenga como resultado final o el éxito o el fracaso, sin grises ni medias tintas. Puede parecer exagerado pero en realidad no lo es para quien hace de la máxima competitividad su modo de pensamiento 24 horas al día.

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No. Panathinaikos no puede quedarse sin el éxito rotundo final, no es posible. Si pensamos y observamos con detenimiento las decisiones que se toman en aquellos lares de Atenas, no está permitido quedarse a las puertas, o no llegar al menos, a la final de la Euroliga, como la temporada pasada, que fueron eliminados en semifinales. Ni el histriónico Dimitris Giannakopoulos, su presidente, ni Ergin Ataman, su entrenador, están satisfechos con un resultado que para otros proyectos sería un éxito. Para ellos, no; tanto es así que han vuelto a darse una nueva oportunidad para dar esos dos pasos definitivos para llevarse el título.

Si no fuera poco con Nunn, Sloukas, Grant, Grigonis, Osman, Kalaitzakis, Juancho, Mitoglou, Lessort y Yurtseven, para esta temporada han añadido especialmente a TJ Shorts, que demostró una capacidad inimaginable en un base de sus características, a Rogkavopoulos, nuestro extirador y a Holmes, otro portento físico en el interior, para completar una plantilla que derrocha calidad y capacidad atlética, en un juego que no va a cambiar ni un ápice, salvo la máxima entrega y compromiso de sus jugadores –y alguna más que otra decisión táctica acertada– para encadenar triunfo tras victoria. Como señalamos respecto al Olympiacos, todo lo que no sea ser favoritos reconocidos será un fracaso, y no es posible pasar de nuevo por ahí.

Escuché hace pocos días al maestro Pepe Laso afirmar que la base del baloncesto actual es ser capaces de jugar un excelente 2x2, porque de ser así es una acción muy difícil de defender. Podrá pensar usted que qué suceden con los otros tres jugadores que están en el campo, y déjeme responderle que dependiendo de cómo se ocupen los espacios en ese medio campo que apenas tiene 14x17 metros (por favor, ayúdeme a convencer a las altas esferas de la necesidad de ampliar el campo de baloncesto), es efectivamente muy difícil de defender.

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Las ayudas que pueden generar una ventaja en el 2x2, si no se hacen coordinadamente muy bien, ser agresivas al jugador con balón y no cierran los pasillos que se abren en las continuaciones hacia dentro o hacia fuera del aro, es muy complicado ajustar. Si a esto le suma el enorme talento de Nunn, o de Sloukas, o la agresividad física y mental de Grant y sume ahora a Shorts, con la peligrosidad en la continuación de Mitoglou y Holmes, y en el arco de tres puntos esperando el pase a Juancho, Osman, Grigonis o Rogkavopoulos, la dificultad es extrema.

Esto y que Ataman ya ha dado su toque de atención al grupo, y eso que estamos en la tercera jornada: o se juega mejor, o se defiende más y se es más intenso o «empezará a haber problemas». No hay toques de espera. La ausencia de Lessort con Holmes es menos ausencia, la solidez del tiro exterior sube con Rogka y la 'locura' del bote como elemento de peligro de Shorts aumenta una vez más. Pero lo que es innegociable es la capacidad de esfuerzo y de físico tanto en defensa como en rebote, cada posesión, cada segundo, sin respiro ni suspiro alguno.

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