Una Copa sin brillantez
Cuando la final carece de emoción, todo lo que puede haber ocurrido con antelación pierde su valor. Ganó un Barça que defendió mejor que atacó
La edición de la Copa de este año no creo que pueda catalogarse como brillante. Cuando la final carece de emoción, todo lo que pueda ... haber ocurrido con antelación pierde su valor. El tradicional enfrentamiento entre el Barcelona y el Madrid llegaba descafeinado por la ya vislumbrada debilidad de los blancos. A primera vista, tal debilidad es consecuencia de las lesiones de hombres importantes. El Madrid de hoy sin Rudy, solo como ejemplo, pierde competitividad. Creo haber comentado que el ocaso del grupo de grandes jugadores merengues está cerca y que, hasta ahora, solo Abalde parece heredero de garantías. El hecho de ver saltar a la pista al admirable Felipe Reyes en una final da idea de cómo es el roster de los blancos hoy.
El Barcelona ha sido el equipo más sólido. Sin brillantez, ha defendido mejor de lo que ha atacado. Sin embargo, no ha mostrado la versatilidad de un gran campeón. Baste recordar lo que sufrió en cuartos para derrotar en la prórroga a Unicaja en el que, sin duda, ha sido el mejor partido de la competición. Voy a seguir con interés a los malagueños en las próximas jornadas de ACB. Tengo curiosidad por ver si se han puesto las pilas definitivamente o el memorable partido fue solo un espejismo.
El resto de los encuentros han sido anodinos como los resultados, victoria cortas, sin palizas que puedan dejar mal sabor de boca a sus clubes. Juventut y Burgos, poco competitivos, se dejaron llevar y al autobús sin pena. Diferente y criticable fue la actuación de Valencia. Opuso muy poca oposición al mermado Madrid. Los valencianos andan cortos de adrenalina, con relativa frecuencia renuncian a la pasión, su propio entrenador, Ponsarnau, reconoció que no encontraron la temperatura del partido.
Tampoco el Baskonia ha jugado con pasión. Al Juventut le permitió anotar 87 puntos, demasiado para un equipo tan serio como el vitoriano. Después, en semifinales estuvo desabrido, sin carácter. Solo en las postrimerías tuvo algún destello, demasiado tarde para poner nervioso a un Barcelona que, por antecedentes, tenía el miedo en el cuerpo. El Baskonia no se mostró como su tradición exige. Quizás mis sensaciones, como la actuación de los equipos y la repercusión en los medios de comunicación, esté marcada por la anormalidad que supone la falta de aficionados.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión