Una sorpresa histórica
Elizegi rompe todos los pronósticos y logra la presidencia del Athletic gracias a los socios más jóvenes y a un amplio voto de castigo a Josu Urrutia
El Athletic vivió este jueves una jornada histórica. Pasarán los años y se recordará este frío y soleado 27 de diciembre de 2018, en plenas ... fiestas, con las luces navideñas adornando Ibaigane. Fue el día en que los socios rojiblancos escenificaron, tras un recuento de infarto, con una diferencia de 85 votos, tan exigua que se impugnó una mesa, la mayor sorpresa que ha vivido esta centenaria institución durante los más de cuarenta años en los que lleva eligiendo a su presidente por sufragio universal. Contra todo pronóstico, con todo en contra -incluso el Bizkai buru batzar del PNV-, partiendo en unas evidentes condiciones de inferioridad respecto a su contrincante, liderando una candidatura de socios desconocidos para la masa social y habiendo comenzado su andadura electoral con serias dudas, primero de si llegaría a presentarse y luego de si reuniría las firmas necesarias para hacerlo, Aitor Elizegi será el nuevo presidente del Athletic. El número 32.
Este resultado histórico, que nadie hubiera imaginado hace solo tres semanas, cuando el destino del cocinero de Santutxu parecía ser el de convidado de piedra en unas elecciones que ya tenían un ganador indudable, tiene una primera lectura urgente y enérgica. El socio del Athletic - y no esa casta de compromisarios controlados que hace cuatro días todavía estaba bendiciendo a la junta anterior con mayorías búlgaras- ha votado por el cambio. Y no solo eso. Deseaba tanto este cambio, sobre todo su sector más joven, que ha preferido arriesgarse con un 'outsider' como Elizegi que mantener la confianza en los sucesores de Josu Urrutia, el gran derrotado de la jornada, el principal causante de un voto de castigo que se ha llevado por delante a sus excompañeros.
Quizá alguno de los miembros de la candidatura de Alberto Uribe-Echevarría lo reconozca un día de estos en la intimidad, mientras intenta digerir esa diferencia de 85 votos. O quizá no. Ahora bien, que la figura del expresidente, un hombre tan divisorio y soberbio que ni siquiera se dignó a saludar a Elizegi cuando el cocinero entró en los jardines de Ibaigane, ha sido para ellos un lastre tremendo no puede dudarlo nadie. Y no ha sido el único. Otro lastre ha sido la permanencia en esa plancha de alguno de los personajes más patéticos del núcleo duro del 'urrutismo' durante los últimos siete años y medio. Por ahí se les ha ido una victoria que daban casi por descontada.
Que Uribe-Echevarría, un hombre inteligente, no tuviera en cuenta esta última cuestión ha sido un grave error de cálculo por su parte. Como lo ha sido ofrecer una imagen altiva, despreciar a su rival, pasarle continuamente por los morros los 300 millones de incremento patrimonial o defender lo indefendible respecto a Lezama. No escuchar una sola autocrítica a un candidato continuista es malo. No hacerlo con el equipo sumido en una gravísima crisis deportiva puede ser letal. ¿Por qué los ha cometido? Por algo bien sencillo: porque Uribe-Echevarría nunca pensó que tuviera que batirse el cobre en unas elecciones, que en estos tiempos, ya se sabe, son un asunto muy líquido y voluble, propenso a las sorpresas. Y más cuando unos cuantos miles de jóvenes van a votar por primera vez. Ellos, con su pequeño 15-M particular, le dieron ayer la victoria a Elizegi frente al voto conservador de los socios más antiguos.
La realidad es que, cuando presentó su candidatura, el excontador del Athletic estaba convencido de que no tendría rival y lo suyo sería una sucesión natural, bien ordenada, un trabajo perfecto de todo el aparato de Ibaigane. Y no ha sido capaz de cambiar el paso y adaptarse a las circunstancias. Su campaña electoral no ha podido ser más pobre. Error tras error, perjudicada por las decisiones arbitrarias de Urrutia en la junta gestora y por pifias clamorosas como la de Javier Aldazabal apareciendo en Ibaigane, la plancha de Uribe-Echevarría ha permitido que la figura de Elizegi fuera creciendo como alternativa.
Tampoco es que la campaña del presidente de Bilbao Dendak haya sido para echar cohetes. Sin embargo, ha ido mejorando con el paso de los días, hasta acabar incorporando activos de primer nivel como Juan Carlos Ercoreca. Elizegi, además, ha contado con un aval añadido, intangible pero muy valioso: el de haber sido el artífice de que hubiera elecciones. Él ha sido el socio valiente que ha tenido entusiasmo y coraje para rebelarse contra el statu quo y salir a la arena a luchar contra los elementos cuando éstos parecían insuperables. El cocinero de Santutxu ha conseguido algo fundamental: representar el cambio; un cambio todavía difuso, inconcreto, pero lleno de buena voluntad y de promesas de aire fresco para una habitación que Urrutia y sus directivos se han empeñado en cerrar, sin ningún sentido, durante siete años y medio.
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