Aitor Elizegi, el cocinero que dio con la receta del éxito
El chef y empresario cumple su «sueño» de ser presidente del Athletic, un club cuyos valores siempre ha interiorizado y llevado a la práctica en su día a día
Uno siempre duda si el poder es querer o el querer es poder, pero lo que sí estaba muy claro desde un principio era que ... Aitor Elizegi Alberdi quería ser presidente del Athletic, su Athletic. Comenzó a deshojar su margarita el 27 de noviembre. Primero fue un 'sí', a las 24 horas derivó en un 'no' y tres días después, dio el 'sí quiero' definitivo. Quería, siempre quiso. ¿Pero podía? Ha podido. No sólo ha ganado las elecciones, sino que ha derrotado al poderoso 'establishment'. Habemus nuevo presidente.
Una leyenda viva del Athletic contaba recientemente a EL CORREO cómo, a mediados de los sesenta, el club era un retrato fiel del Bilbao de aquel tiempo, industrial, abnegado y optimista frente a la adversidad. Los directivos eran personas austeras que cerraban los balances con pequeños superávits y podía ser cicateros con los jugadores gracias al derecho de retención. Fue en esa época, en 1966, cuando vino al mundo Aitor Elizegi, chef y empresario hostelero de éxito, que ahora toma las riendas de un Athletic distinto al que conoció en su infancia. Una entidad que permanece inamovible en lo esencial -la política de jugadores vascos y de cantera-, pero que gestiona un presupuesto muchísimo más elevado y donde las figuras de la plantilla negocian las fichas en una posición de fuerza.
Más que quererlo, Elizegi idolatra un club especial cuyas señas de identidad ha interiorizado en su propia casa como tantos miles de socios rojiblancos. «Lo que siempre hemos hecho en todo el entorno familiar es dar importancia a los pequeños triunfos, a las pequeñas batallas que gana este club», declaró en una entrevista a este periódico.
En lo sentimental, no sólo responde al arquetipo de socio del Athletic; también al de emprendedor bilbaíno. Casado y con dos hijos, confiesa que le dio un disgusto a su padre -delineante de profesión, manitas del marmitako en la sociedad gastronómica- cuando le anunció que iba a ganarse la vida como restaurador. Pero aquel joven, nieto de pescatera y repartidor en la panadería familiar de Santutxu, no se echó atrás. Se graduó en la segunda promoción de la Escuela de Hostelería de Galdakao y comenzó a labrar su currículo en un territorio histórico donde las viejas fábricas eran desmanteladas y las instituciones buscaban una nueva identidad. Fue progresando y subiendo peldaños hasta que, unos años más tarde, en plena revolución digital, las oficinas bancarias empezaron a dejar sitio a otros negocios y, últimamente, a los hoteles y los gastrobares.
En todas las salsas
El nuevo inquilino del sillón de Ibaigane ha sido actor protagonista de esa transformación urbana. Se lanzó a la aventura con el restaurante Gaminiz de Plentzia a mediados de los noventa; regenta actualmente varios establecimientos en la capital vizcaína y preside Bilbao Dendak, la plataforma que impulsa el comercio y el turismo locales. Elizegi, simpatizante del PNV que aparece en todas las salsas de la ciudad, ha sucedido al frente de esa plataforma al empresario y amigo Juan Carlos Ercoreca, un exdirectivo del Athletic y excandidato a presidente que ha sido y será su gran apoyo en esta nueva etapa.
El culto a lo nuevo coexiste en Elizegi con una visión romántica de otros aspectos de la vida, sean profesionales o personales. Esa idea quizá se reforzó en un sonado viaje a Japón, en el que participó hace años con otros cocineros. Allí quedó prendado de la forma en que se conciliaba lo viejo y lo nuevo; y curiosamente, de todos los que participaron en aquella expedición, fue de los pocos que no apostó por las estrellas Michelín, sino por una cocina de nivel alto para un público diversificado.
Desde Bilbao Dendak, ha sido un defensor del pequeño comercio. Cree que las tiendas de toda la vida tienen sitio en el mundo globalizado, y esa misma concepción la traslada al Athletic y al fútbol en general. «No tengo nada contra los talonarios -confiesa-, pero el fútbol que nos ha permitido a nosotros llegar hasta aquí, el que nos han inculcado nuestros padres, es otro. Es un fútbol más básico, más apegado a los sentimientos. Los equipos representaban a sus ciudades. Producían un vínculo más fuerte».
Para cuadrar ese círculo de tradición y modernidad, también en el Athletic, deberá poner en práctica sus dotes de conversador. Ha demostrado que sabe seducir a sus interlocutores, quienes destacan en él su afabilidad y sentido del humor. Es un rasgo que le ha permitido adaptarse a todos los ambientes y ser protagonista, en el buen sentido de esa palabra. Quienes han tratado a Elizegi recuerdan que siempre soñó con presidir el Athletic.
Los sueños, sueños son, pero a veces, como ayer, se hacen realidad.
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