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San Mamés volvió a rugir como siempre en una noche que permanecerá en la memoria de la afición rojiblanca. La tregua tácita entre la junta ... directiva de Jon Uriarte y el grupo de animación Iñigo Cabacas Herri Harmaila (ICHH) dejó aparcada la huelga para empujar al Athletic en la importante gesta a la que se enfrentaba: remontar a la Roma y meterse en cuartos de final. Y lo consiguió en un ambiente mágico, cuando más lo necesitaba el equipo. Ese que invita a soñar con una final europea y levantar el trofeo en casa. Las gradas llevaron en volandas a los de Valverde, sin pitos ni discrepancias con el sector central de la Herri Harmaila, donde EL CORREO vivió el triunfo de los leones desde dentro. Todos a una. Todas las gradas se dejaron la garganta y los jugadores se lo reconocieron al retomar el hasta hace poco habitual ritual. Con el pitido final y tras saludar desde el centro del campo, los futbolistas se acercaron a la grada de animación y cantaron con ellos el 'Txoria txori' de Mikel Laboa.
Media hora antes del partido, las banderas y bufandas ondeaban con fuerza. Ya el bufandeo previo en Moyua para arropar al equipo a la salida del hotel hacía presagiar que la Herri Harmaila rugiría como antes del conflicto que ICHH mantiene desde principios de año con la directiva y que ha enrarecido el ambiente en los partidos de Liga y Copa.
Ayer San Mamés arrancó con un himno atronador. Como este grupo pactó con la directiva en los días previos, introdujeron sus propios elementos de animación (tambores y banderolas) y las dos personas encargadas de liderar la grada volvieron hacerlo como era habitual antes del parón. Eso sí, con el micrófono ofrecido por el club para que constasen todos los cánticos grabados en lugar de los dos altavoces que pretendían utilizar sus miembros.
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Ese aliento llegó, en líneas generales, de forma respetuosa. Una de las condiciones principales de Uriarte en el decálogo que exige firmar a los grupos que conforman la grada de animación y que, por ahora, no ha rubricado ICHH. Más allá de algún insulto esporádico como «puta Roma» o «Roma vaffanculo», se respetó a los jugadores rivales, silbados cuando trataban de perder tiempo para defender su ventaja en la eliminatoria. También desaparecieron las proclamas contra el presidente Jon Uriarte, unos cánticos que en otras ocasiones fueron respondidos con silbidos por parte del resto del estadio.
El primer tiempo fue la prueba de que la paciencia tiene su premio. La grada norte baja jaleó constantemente a los jugadores a pesar de las numerosas ocasiones falladas. Volvieron sus cánticos, las palmas... y la expulsión de Hummels se celebró como el primer gol. Primera alegría. El de verdad, el primer premio mayor de la noche, llegó al filo del descanso en las botas de Nico Williams. Euforia total desatada ante la desesperación de haber visto varios trenes pasar. La eliminatoria estaba igualada. Se había hecho lo más difícil.
En la segunda parte subieron aún más los decibelios en busca la ansiada remontada. Coincidía la portería rival, la de los goles decisivos de Yuri y el segundo de Nico, en el fondo norte. Buen presagio de la fiesta rojiblanca que se iba a desatar. Primero, con el cabezazo del lateral y después, con la sentencia del pequeño de los Williams en una deliciosa jugada en la que bailó a la defensa romana. Ahí llegó el éxtasis de una grada que ayer lució músculo y mostró la unidad que había perdido en las últimas semanas. Atrás quedaron los roces entre la ICHH y el resto de agrupaciones que componen ese espacio de animación. Hubo palmas y cánticos al unísono. Un escenario muy diferente a las jornadas de huelga, con cánticos un tanto descoordinados y grises.
Todas las partes eran conscientes de la importancia de eliminar el ambiente enrarecido que se ha respirado últimamente en La Catedral. La huelga de animación comenzó en enero por parte de ICHH, que compone la Herri Harmaila junto a Euskal Lions, Piratak y los Gazte Abonoa. Este grupo, situado en el bloque central de la tribuna norte baja y compuesto por unos 400 aficionados, afeaba al club no hacer nada ante «constantes intervenciones violentas» por parte de la Ertzaintza y exigía a Uriarte una «defensa para las personas dinamizadoras». Por su parte, el Athletic dejó claro que pretende una «animación con respeto» y sin insultos, un problema que ha acarreado hasta 40.000 euros en multas la temporada pasada.
Con la situación enquistada, Ibaigane trató de marcar la línea a seguir en la Herri Harmaila presentando a todos los grupos de animación un decálogo con las condiciones y compromisos que debían aceptar. Como respuesta, en un comunicado ICHH esgrimió su negativa a firmar un «documento que convierta la Herri Harmaila en una grada fans controlada por algún estamento». El resto de agrupaciones de la tribuna norte baja tampoco firmaron, pero guardaron silencio.
Con la gran cita de anoche a la vuelta de la esquina, esta vez fue Iñigo Cabacas Herri Harmaila quien dio el primer paso para un acercamiento «dada la vital importancia del partido» y ofrecer «una alternativa para que la Herri Harmaila y San Mamés rujan». Anunciaron que liderarían la animación y pedían como condición al club «introducir nuestros elementos de animación», concretamente dos megáfonos, dos bombos y tres banderones ignífugos. El club aceptó el uso de tales elementos, salvo los megáfonos, ya que es necesario grabar lo que se dice desde su propio micrófono de cara a «la defensa ante posibles expedientes sancionadores». Y recordó que uno de los siete dinamizadores no podía desempeñar esa función al contar con al menos una denuncia. Una fumata blanca puntual que no disipa definitivamente el problema, pero que hizo de San Mamés una fiesta y brindó un gran premio.
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