El detonante de la batalla campal: «Vamos a pegarnos al parque... ¡pero sin navajas!»
EL CORREO es testigo del desafío entre varios radicales del Marsella y del Athletic, que se retaron para pelearse en la zona verde de Doña Casilda -50 de un bando contra otros tanto del otro- y se lanzaron a arrasar las calles al ver llegar a la Ertzaintza.
óscar b. de otálora
Viernes, 26 de febrero 2016, 01:33
«Vamos a pegarnos al parque...¡pero sin navajas!». Esta es la frase que inició la batalla campal entre hinchas del Olympique de Marsella y el Athletic que ayer sembró el pánico en el centro de la capital vizcaína y de la que fue testigo EL CORREO. Tres individuos que hablaban español, uno de ellos con el brazo escayolado, intercambiaron ese amenazante desafío con unos jóvenes que llevaban los inconfundibles colores del Athletic. Alrededor de ambos grupos, los ultras de los dos clubes se movían con gestos provocadores, miradas retadoras y movimientos nerviosos. Algunos lanzaban salivazos al suelo y otros vigilaban los alrededores con vistazos de tipos curtidos en huir de la policía. Junto a los simpatizantes rojiblancos se movían algunos radicales que hablaban en francés. Al parecer, los seguidores del Girondins de Burdeos, enemigos tradicionales del Olympique pero con lazos fraternales que les vinculan con los sectores más radicales de la afición del Athletic, se habían unido con los bilbaínos para preparar el desafío. Asimismo, 'tifossi' de la Sampdoria se habían unido a este gurpo. Según se ha desvelado más tarde, la consigna era clara: tan sólo podrían pegarse 50 de un equipo contra 50 del otro.
El ritual de la violencia se puso en marcha. Los radicales se dirigieron hacia la pérgola del Parque de Doña Casilda, en grupos aislados. En ese momento no había gritos ni insultos, solo la silenciosa espera de los depredadores que están dispuestos a lanzarse unos contra otros. Una patrulla de paisano pasa por la zona en un coche camuflado pero en ese momento no se sabe si ha sido capaz de detectar la violencia silenciosa que se respira en la calle. Los jóvenes siguen avanzando en silencio. Algunos se van quedando atrás. Serán los encargados de avisar al resto si llega la Policía.
Antidisturbios
Todo sucedió a cámara lenta. La tensión era palpable y se escuchaban los primeros gritos. Sin embargo, no indican el inicio de los puñetazos. Un ultra avisa de la llegada de patrullas de la Ertzaintza y la voz se extiende entre el resto de violentos. Los grupos se disuelven con carreras y gritos. Quizás la patrulla camuflada sí que ha sido capaz de intuir lo que estaba a punto de suceder. El sonido metálico de los portones de las furgonetas antidisturbios resuenan en la calle.
Los nervios, a flor de piel ante la pelea fallida, estallan ahora en insultos, cánticos violentos y agresiones. Comienzan a volar sillas y mobiliario urbano. La calle Doctor Areilza empieza a echar humo después de que uno de los violentos del Marsella encienda una bengala y la arroje contra los seguidores del Athletic. Los marselleses aparecen con barras de hierro y comienzan a perseguir tanto a aficionados rojiblancos como a cualquier persona que se interponga en su camino. Cuando se escuchan las sirenas de la Ertzaintza, los violentos franceses desaparecen en las calles perpendiculares para evitar ser detenidos. En la calle Rodríguez Arias, un ciudadano recibe un botellazo en el cuello y tiene que ser atendido por los sanitarios de Osakidetza bajo la protección de agentes antidisturbios. En las arterias adyacentes, los radicales del Olympique aumentan los desafíos a la Policía vasca con insultos y carreras.
Cacheo en la puertas
Lentamente, los miembros de la Brigada Móvil comienzan a conducir a los hinchas más violentos del equipo marsellés hacia San Mamés, donde la Ertzaintza tiene desplegado su mayor contingente. Algunos de los ultras galos, cada vez más desafiantes, vuelcan un contenedor en las inmediaciones del estadio y arrojan botellas de cristal a los policías. De nuevo, los agentes tienen que cargar, porra en mano, para controlar a la turba.
Las cargas policiales se desarrollan ya en las puertas de La Catedral, donde se mezclan los ertzainas que cargan contra los ultras con seguidores del Olympique ajenos a los disturbios que tratan de entrar al recinto y los vigilantes de seguridad que deben controlar los accesos al edificio. En algunos momentos, los cacheos son imposibles de llevar a cabo ya que se desarrollan entre porrazos de los agentes y los vigilantes. Ello permitirá que algunos radicales azules entren en San Mamés con bengalas que más tarde lanzarán en los minutos previos al inicio del partido.
Durante los disturbios, la Ertzaitnza detuvo a cinco personas. Según informaron los portavoces de la Policía vasca, dos de ellos eran franceses y un tercero italiano. La identificación de los otros dos arrestados está aún pendiente. Tres personas resultaron heridas: el joven que recibió un botellazo en el cuello y que fue conducido al hospital de Basurto y dos ertzainas. Uno de ellos sufrió una contusión en una mano y otro en la rodilla.