El pulso duró setenta minutos
Fue una verdadera lástima porque el Athletic no mereció perder así y el Arsenal no mereció ganar
Para sacar algo en limpio ante rivales de la entidad del Arsenal es preciso que los astros se alineen de la forma correcta, no cometer ... un solo error y dejarse la piel durante hora y media que se acaba haciendo muy larga, además de disfrutar de la imprescindible dosis de buena suerte. Y confiar en que el rival no tenga su día más inspirado, claro. Se cumplieron casi todas estas premisas en San Mamés y durante un buen rato el Athletic se ganó el derecho a soñar con hacerle un homenaje a Robert Redford dando el golpe.
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Pero noventa minutos son 'molto longos' como dijo Juanito, y en cualquier momento puede sobrevenir la desgracia. ¿Se puede encajar un gol en una jugada que empieza en un saque largo de tu portero? Pues sí, como por desgracia pudimos comprobar. Unai Simón puso la pelota prácticamente al borde del área del Arsenal; despejó un defensa y otro toque en el centro del campo dejó mano a mano a Martinelli con Gorosabel en el círculo central, con ventaja para el primero, que empezó la carrera de cara y las piernas frescas puesto que acababa de entrar en el campo medio minuto antes. El recién salido ejecutó con frialdad dando fin al proyecto de milagro que habían estado labrando hasta entonces los rojiblancos a base de dejarse los higadillos.
Fue una verdadera lástima porque el Athletic no mereció perder así y el Arsenal no mereció ganar, y mucho menos por esa ventaja en el marcador, pero esto no va de merecimientos sino de goles contantes y sonantes y en ese capítulo los ingleses fueron lo suficientemente superiores para terminar llevándose el gato al agua.
Salvo algún optimista irreductible, que siempre los hay, la opinión generalizada previa al partido era que el compromiso presentaba una exigencia 'hors catégorie', como las inacabables montañas del Tour. Bueno, pues como suele ocurrir en estas situaciones, el Athletic decidió rebelarse contra el pronóstico general y consiguió que el Arsenal recordara en algunos momentos a aquel equipo de la primera época de Wenger, al que en todos los campos le cantaban 'boring, boring Arsenal', por lo plomizo de su juego.
Los gunners solo enseñaron su cartel de aspirantes al título durante unos minutos al inicio de la segunda parte, cuando parecieron decididos a liquidar el partido, y en alguna pincelada antes del descanso, cuando al Athletic le empezó a faltar el oxígeno que había consumido a espuertas presionando al rival en todo el campo.
La verdad es que al final, les bastó con eso para que el pronóstico general acabara cumpliéndose por la ley de la gravedad. Era cuestión de tiempo que el esfuerzo acabara pasando factura al Athletic provocando el error fatal. Los ingleses ganaban todos los duelos, empezaban a ser más rápidos y, sobre todo, se acercaban más a la portería de Simón mientras que los de Valverde tenían que atisbar a Raya con prismáticos.
La Champions League es esto, rivales con un potencial inconmensurable que te pueden liquidar con dos manotazos porque tienen calidad individual y colectiva para regalar. No basta con poner corazón y dejarse la piel en al pelea. Hace falta algo más que el Athletic no tuvo, salvo en contadísimas ocasiones y siempre protagonizadas por los mismos. El despliegue de Berenguer, los buenos detalles de Navarro o el trabajo ímprobo de Jauregizar presionando, robando y tratando de generar, no fueron suficientes a pesar de que estuvieran respaldados por el trabajo generoso de todos sus compañeros.
Perder ante el Arsenal no es ningún drama ni, por supuesto, debe condicionar el devenir del Athletic. La posibilidad entraba en todos los cálculos así que mejor quedarnos con lo positivo, con esos setenta minutos largos en los que los rojiblancos le sostuvieron el pulso a uno de los favoritos de la competición. Ver cómo el árbitro amonestaba a Madueke por perder tiempo en un saque de esquina también debe ser motivo de satisfacción porque prueba que el Arsenal no las tenía todas consigo con la ventaja mínima ante un rival que ya estaba dando boqueadas.
En estas instancias la bravura es encomiable pero no es suficiente. El Athletic fue un equipo bravo hasta donde le dieron las piernas y los pulmones. Si quiere sacar algo en limpio en el futuro, a su proverbial genio le tendrá que sumar una buena dosis de ingenio.
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