Buena pesca en el río revuelto

El Athletic ya conocía el camino para superar a los blanquinegros, porque lo acababa de transitar hace apenas quince días. El problema es que enfrente ya no estaba el Valencia de Gattuso sino el de Voro, que es prácticamente lo mismo pero no es igual. Valverde no pudo recorrer un camino trillado y prefirió seguir los pasos del último partido ante el Cádiz. Obligado a prescindir de Yuri y Herrera, descartó también a Iñaki Williams para seguir con Raúl en el eje del ataque.

Valverde presentó una alineación valiente, con Vesga por delante de la defensa y Sancet con Muniain como volantes. La idea es encomiable pero acto seguido surge la pregunta ¿quién demonios defiende aquí? Nadie levantó el dedo hasta el descanso, así que el Valencia podía llegar por oleadas a la frontal del área rojiblanca, con muchísimo más peligro de lo que lo hizo el día de la Copa.

Se podía asumir que una alineación diseñada para atacar sufriera para defender. Lo que se entiende menos es que esa alineación que lo pasa mal sin balón, tampoco sepa qué hacer con el cuero cuando tocaba atacar. El partido se escoró hacia la banda de los banquillos. Por ahí y por el centro atacaba el Valencia, y por ese costado se estrellaba una y otra vez Nico Williams con Gayá. En el otro lado no pasaba nada sobre todo porque Berenguer se debió de quedar fuera de Mestalla con los que protestaban contra Peter Lim; desde luego, por el campo no se le vio.

El gol de Castillejo certificó el desastre que estaba viviendo el Athletic en ese primer tiempo en el que ni iba ni venía. La cosa se estaba poniendo muy fea y más de uno adjudicaba la cualidad de 'levantamuertos' al Athletic, cualidad, por cierto, que atribuyen todos los aficionados que en el mundo son y han sido, a sus respectivos equipos. Que levante la mano aquel que nunca ha tropezado contra un rival en articulo mortis.

Afortunadamente a Nico Williams se le ocurrió irse un momentito hacia el centro, mientras Gayá se quedaba esperándole en la banda, y por dentro pudo por fin completar una de sus jugadas, yéndose de tres rivales para rematar con calidad de puntera. El empate fue el mal menor para el Athletic antes del descanso. Después pudimos comprobar que fue el principio del fin para el Valencia.

Valverde se marchó a la caseta con la preguntita rondándole la cabeza: ¿quién defiende aquí? Así que para la segunda parte descartó a Berenguer para reforzar la zona ancha con Zarraga. Cambió el dibujo del equipo pero, sobre todo, recobró el orden del que careció en la primera parte y el Valencia ya no volvió a encontrar las avenidas abiertas que había disfrutado hasta entonces. Y desde ese control pudo el Athletic mirar más fijamente a la portería contraria hasta que Sancet volvió a hacer diana tirando a colocar con sangre fría y calidad.

Valverde todavía tuvo tiempo para poner en funcionamiento la versión más heavy del centro del campo, dando entrada a Dani García para acompañar a Vesga. Hormigón armado para resistir los últimos minutos las embestidas de un Valencia impulsado por la fuerza de los desesperados. Tuvo que acudir también un Unai Simón decisivo para echar el cierre y sellar una victoria obligada para seguir mirando hacia arriba que, en definitiva, era de lo que se trataba.