Los valores del Athletic llegan a la cárcel de Basauri
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Fundación Athletic y Bidesare imparten sesiones de Walking Football (fútbol andando) en Basauri como herramienta de reinserciónHábitos saludables, trabajo en equipo, cumplimiento de las reglas de juego... Son pautas más o menos normalizadas en la sociedad, que dentro de una cárcel ... adquieren rango de enseñanza. La Fundación Athletic y la asociación Bidesari han puesto en marcha hace mes y medio un ambicioso proyecto en el centro penitenciario de Basauri que busca precisamente eso, insuflar dichos valores en busca de procesos de recuperación personal y reinserción social de los reclusos.
¿Cómo? Utilizando la actividad física como eje conductor y más concretamente el Walking Football -fútbol andando-, modalidad que surgió hace aproximadamente una década en el Reino Unido para hacer frente a la inactividad y aislamiento de las personas mayores. Sobre el papel puede parecer una disciplina relativamente sencilla, pero no lo es tanto. Las reglas de juego son muy peculiares y ahí reside buena parte de la dificultad. No se puede correr, siempre hay que tener un pie en contacto con el suelo; no está permitido jugar el balón por encima de la cabeza, ni darle con la testa. Y, por último y no menos importante, tampoco se puede entrar por detrás al contrario. Siempre hay que hacerlo de cara y no se permite el contacto. Todo ello la convierte en la disciplina ideal para personas que llevan tiempo sin practicar deporte. Pero vayamos por partes.
Tal y como preveían los trabajadores sociales de la asociación Bidesari, entidad con más de 30 años de experiencia en la atención de las necesidades de la población reclusa, su puesta en marcha ha supuesto un soplo de aire fresco en la penitenciaría vizcaína. De hecho, pese a llevar poco tiempo, se ha convertido en la actividad estrella entre los presos. Además, quienes lo practican empiezan a mostrar brotes verdes. «Hemos constatado, por ejemplo, que personas que antes faltaban a clase ahora acuden regularmente y es también una buena forma de que los que sufren adicciones y los que habían dejado la vida saludable hagan ejercicio», señala Miguel Romillo, trabajador social.
12 reclusos practican cada jueves Walking Football bajo la supervisión de dos monitores
Las horas se hacen eternas
Escuchar el sonido de las puertas de hierro que se cierran mientras uno supera las diferentes estancias que llevan hasta las entrañas de la cárcel estremece. «La primera vez te das cuenta de que es otro mundo, pero luego te acostumbras, lo normalizas. Aquí todo va a otro ritmo», asegura Patxi -nombre ficticio- de uno de los reclusos que participa en el proyecto y que reconoce haber tenido «una vida complicada». Las horas en prisión se hacen eternas y «esto nos permite pasar el rato de forma divertida. Además, que venga gente del Athletic es muy importante para nosotros», reconoce este joven mientras espera órdenes para echar a andar.
Él es uno de los doce reclusos que cada jueves participa en el programa bajo la supervisión de dos monitores de la Fundación Athletic, Jesús Camacho e Iban Oleagagoitia. Previamente, todos ellos han tenido que apuntarse en el panel de actividades de la semana, ya que «es algo abierto a todo aquel que quiera probarlo y busque pasar un rato agradable», resalta Camacho. Algunos presos, como Gorka, nombre también ficticio y al que sus compañeros llaman cariñosamente 'Capi', es un fijo.
De hecho, cuando el resto de participantes en la sesión del pasado jueves saltó al patio, ya estaba realizando disparos en solitario en una de las porterías de fútbol sala. Las redes en las que habitualmente descansa el balón se han transformado en barras de aluminio dentro de los muros de la prisión. Repelen el esférico en lugar de abrazarlo. En la cárcel todo es diferente. Poco a poco van llegando el resto de compañeros y comienzan las bromas bajo un ambiente distendido. Es como si por un momento se parara el tiempo y todos olvidasen dónde se encuentran.
Los monitores reúnen al grupo a su alrededor y comienzan los estiramientos. «'Capi', mucho hablar y poco calentar», lanza uno de los técnicos de la Fundación Athletic viendo la escasa intensidad con la que algunos de los jugadores realiza los ejercicios. «A mí lo que me gusta es jugar», responde el implicado. «Calla, si eres un paquete», espeta un compañero de inmediato provocando las carcajadas. Hay muy buen rollo.
Tras desentumecer los músculos llega la hora de la verdad. Toca remangarse y demostrar sobre el campo quién es el rey del Walking Football. Los monitores les dividen en dos equipos y nombran a los que llevarán peto. El sexteto de elegidos se reparte las prendas y uno de ellos no duda en hacer participe al grupo de las sensaciones que le transmite. «Huele a suavizante, a libertad». Bocanada de realidad.
Cumplir las reglas
Sin embargo, en cuanto el balón echa a rodar todo se olvida durante hora y media. «La mayor parte del tiempo la dedicamos a jugar que es lo que realmente les gusta. Prima el respeto y el compañerismo. Nadie protesta», apunta la dupla de monitores de la Fundación. Y lo cierto es que el Walking Football da chance para pasarlo bien. Cumplir las reglas del mismo «tiene su aquel». «Es muy complicado no echar a correr cuando ves que pasa el balón y que el rival va a llegar antes que tú», apunta 'Capi', que infringió la regla en varias ocasiones durante el partidillo provocando las risas del resto.
Los goles, que son la salsa del fútbol, no tardan en llegar, al tiempo que algunos de los reclusos alentaban a los protagonistas asomados a los barrotes de los ventanales. Cuando la sesión toca a su fin llega el momento de recoger el material y darse una ducha. Trabajo en equipo, disciplina, hábitos saludables, máximas innegociables.
«Ya se aprecian los beneficios en campos como la salud. Hemos constatado que duermen mejor y se preocupan por cuestiones como la alimentación en el día a día. Además, la presencia de la Fundación Athletic es muy importante en el objetivo de interpelar a la sociedad que lo que sucede dentro es cosa de todos», resaltó la directora del centro penotenciario basauritarra, Vicenta Alonso. El deporte y, más concretamente el Walking Football, se ha convertido en la herramienta ideal para alcanzar esas metas pasito a pasito.
Los protagonistas
Gorka
«Siempre he hecho deporte y me viene fenomenal»
Dicen que la cara es el espejo del alma y con solo mirar a Gorka, nombre ficticio de uno de los reclusos participantes en las sesiones de Walking Football, queda claro que está encantado. La propuesta le viene como anillo al dedo. Es justo lo que buscaba. «Para mí lo es todo ahora mismo. Estoy deseando que llegue el jueves por la mañana para practicarlo. He hecho deporte toda mi vida y es una buena forma de salir de la rutina en prisión haciendo algo de ejercicio. Me viene fenomenal», resalta con un sonrisa. Además, «ayuda a fomentar las relaciones y con los monitores de la Fundación hemos congeniado a la perfección desde el primer momento. El ambiente que se crea es espectacular», detalla instantes antes de saltar a la cancha de la prisión para demostrar sus habilidades.
Iñaki
«Te mantiene activo y es bueno para la salud»
No es la primera vez que Iñaki, nombre también ficticio, tiene contacto con el Walking Football. «Lo conocía de haberlo visto practicar en Lezama, pero resulta mucho más complicado de lo que parece porque las reglas son las que son y en mi caso, que soy bastante nervioso, me hace estar en tensión en todo momento para no infringirlas». En el lado positivo de la balanza se encuentra el hecho de que «para los que tenemos una edad y en los últimos tiempos hemos hecho monte y poco más, nos viene muy bien porque te mantiene activo en un sitio como este y es bueno para la salud», reconoce. Su experiencia hasta el momento presenta claroscuros. «He combinado buenas sesiones con alguna otra menos gratificante». Sin embargo, tiene claro que «seguiré insistiendo».
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