Las aventuras de Iraizoz y 'Gurpe' para acudir a los entrenamientos en Lezama

Uno de los recuerdos más bonitos que Gorka Iraizoz guarda de su etapa como futbolista es la relación que mantiene con Carlos Gurpegui, con el que coincidió en la cantera del Athletic. Convivieron juntos en el Seminario de Derio, donde se ubicaba la antigua residencia rojiblanca, y rápidamente entablaron una gran amistad.

En aquel momento, Iraizoz tenía a su familia en Pamplona y no estaba pasando un buen momento. «Pasaba tiempo reflexionando sobre lo que me ocurría y lo que no. Pasaba momentos difíciles siempre alejado, porque en esa época Pamplona no es como ahora, que lo vemos aquí al lado. Había momentos de soledad que eran complicados de gestionar y había que hacerlo para poder crecer», desvela, sobre lo que sentía cuando ingresó en Lezama con 17 años.

Iraizoz hizo buenas amistades en aquellos meses. Especialmente con Gurpegui. Cuenta el actual entrenador del Gernika a Relevo que antes de sacarse el carné de conducir, 'Gurpe' y él salían «a la antigua carretera a que nos recogiera alguien». Lo que es un autostop de toda la vida. «Por si pasaba el médico, algún jugador del primer equipo, un entrenador, lo que fuese, porque el autobús pasaba cada hora y no nos venía muy bien para nuestros horarios», recuerda el exportero entre risas.

Después, todo cambió cuando se sacaron el carné. «Carlos fue el primero en tener un coche. Tenía un corsita pequeño», desvela. «Imagínate, dos tíos grandes allí, con alguno más que llevábamos…». Esos viajes fortalecieron la amistad que hoy en día mantienen ambos: «Fueron muchas horas, con algún viaje a Pamplona también, hicimos muchísima relación hasta hoy, que familiarmente estamos muy unidos. Son las cosas bonitas que te deja el fútbol, esas relaciones que generas».

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