Al Athletic le llegan las urgencias

Como el Athletic también produce estadísticas de expediente X (0 goles en los últimos 56 remates, 1 en los últimos 72 y 2 en los últimos 99), quizá lo mejor en este momento sea no intentar descifrar estos misterios insondables y hacer algo más viable. Por ejemplo, valorar el impacto que está teniendo esta crisis de resultados y alertar contra una desagradable evidencia: que el equipo de Marcelino ha entrado ya en el servicio de urgencias. En los dos próximos encuentros, ante el Betis y el Real Madrid en San Mamés, se van a decidir sus objetivos en la Liga. En concreto, si mantiene sus aspiraciones a luchar por Europa o tiene que resignarse a pelear por no tener agobios y volver a dormitar en el balneario murciano de la mitad de la tabla.

Habrá quien considere que esta afirmación es un mensaje exagerado y alarmista teniendo en cuenta que, al término de estos dos partidos que restan de 2021, todavía quedarán otros 19 por jugarse, es decir, una vuelta entera del campeonato. Pero los cálculos son fáciles de hacer y muy ilustrativos. Ni siquiera pensemos en la Europa League sino en la Conference, a la que da acceso el séptimo puesto. La media de puntos en las cinco últimas temporadas para ocupar esa posición ha sido de 58. El Athletic tiene ahora 21. Para llegar a los 58 necesitaría, por tanto, 37; es decir, el 58% de los que quedan por disputar. Teniendo en cuenta que hasta la fecha sólo ha sumado el 41%, la cosa ya está difícil a día de hoy. Pero es que no ganando al menos uno de estos dos partidos estaría imposible para un equipo con los altibajos extremos y la falta de gol del Athletic.

Es cierto que el fútbol puede dar muchas vueltas. Ahora bien, después de cuatro años de irregularidad incrustada hasta el tuétano imaginar de repente a un Athletic fiable y poderoso firmando una vuelta de 37 puntos, cifra que no alcanzó ni siquiera cuando quedó cuarto con Valverde en 2014 (entonces sumó 36 y 34 para acabar sumado 70), entra en el terreno de la ciencia ficción. De manera que sólo queda reaccionar ya, de inmediato, el próximo domingo frente al Betis en un horario (16,15 horas) que después de diez partidos seguidos a las nueve de la noche se puede considerar intempestivo.

El equipo de Marcelino, en fin, se ha quedado sin margen de error en lo que al mantenimiento de sus aspiraciones se refiere. Esta realidad añade, sin duda, un punto suplementario de presión a los rojiblancos. Pero es que esto se veía venir. Nos referimos a que lo que empezó siendo una mala racha más de cara a puerta de un equipo que todavía sigue penando por la marcha de Aduriz se fuera agravando más y más hasta convertirse en una epidemia en forma de obsesión que ya afecta a todos los jugadores. Varios de ellos, de hecho, están como para aporrear la puerta del psicoanalista y hacerle la pregunta corrosiva que les desvela. ¿Por qué no marco un gol ni al arco iris, doctor?

La situación es complicada y va a examinar la personalidad de los futbolistas rojiblancos. Son jugadores que acostumbran a ofrecer una gran versión ante los rivales más potentes, pero no así ante los más débiles. La diferencia de nivel de juego en los últimos cuatro partidos (Granada, Real Madrid, Getafe y Sevilla) es como para hacérselo mirar. Ahora lo que queda por saber es cómo reaccionarán después del expediente X del sábado y de las apreturas en la tabla, donde estos ocho partidos sin ganar han provocado un descalabro. Recordemos que el Athletic, tras su última victoria hace casi dos meses ante el Villarreal, estaba a dos puntos del cuarto puesto.

El peligro de caída está ahí, latente. Y es que cuando al desacierto habitual se añade la mala suerte y ambos factores te impiden ganar incluso cuando más lo mereces, los equipos empiezan a ver fantasmas y, poco a poco, a deprimirse. De este modo, a día de hoy, y cuando falta poco para que se cumpla un año desde su llegada al Athletic, el trabajo de Marcelino se centrará en el aspecto psicológico. Intentar dar confianza a unos jugadores tocados. A nivel táctico y estratégico, todo el pescado está vendido. Nadie duda de que el técnico asturiano se mantendrá firme en sus ideas, en sus elegidos y en sus decisiones; incluidas las inexplicables (o inexplicadas), como por ejemplo el absoluto ostracismo de Ander Capa, que no deja de ser el lateral más ofensivo de un equipo que necesita goles como el aire que respira. Si hay cambios serán para reactivar la moral del grupo: cordero a la estaca y sidra, como en septiembre; visionado de escenas emotivas del cine -el discurso de Aragorn frente a las puertas de Mordor-, contratación de un experto en malos farios, quizá una misa furtiva en Begoña... Cosas así. Visto lo visto, todas las ayudas son pocas.