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Pecados entre bambalinas
EL CORREO se adentra en uno de los musicales que han ocupado la cartelera de Aste Nagusia para empaparse de su magia antes de salir a escena
Todo artista tiene su ritual antes de salir a escena. El de Thania Gil es echarse colonia en la nuca. Dice que le aporta frescor ... y tranquilidad. Saray Castro se perfuma y reza un padrenuestro y Abraham Santacruz calienta la voz y piensa en positivo. Son tres de los seis artistas que dan vida al musical 'Pecados: el cabaret de la carne', una de las muchas propuestas culturales que nutren la cartelera del Euskalduna en esta Aste Nagusia. ¿Pero cómo es un musical? ¿Qué hay detrás? ¿Cuáles sus secretos? EL CORREO se adentra en su organización para conocer de primera mano los momentos previos a que se abra el telón. Lo que no se ve. Y es que los musicales se han convertido en una de las propuestas culturales más demandadas por parte del público durante la Semana Grande. La oferta es amplísima y abarca obras para todas las edades.
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Pero volvamos a 'Pecados'. Los directores del musical, el vizcaíno Fer Montoya y el canario Israel Reyes, citan a este periódico a las seis de la tarde del pasado domingo en el Euskalduna. Falta una hora y media para que arranque la función y en cuestión de segundos, personal de la productora Clapso nos guía hasta la primera planta, donde están situados los camerinos.
Detrás de una de las misteriosas puertas se encuentran Thania y Saray, las únicas actrices de la obra. Sentadas frente a un iluminado tocador repleto de brochas y maquillaje, aseguran que su camerino es como «el de los Hermanos Marx». «Aquí viene todo el mundo a robarnos pinturas», bromea Saray. Sorprende la cantidad de artículos de belleza que reposan sobre el tocador. Rímels, sombras, eyeliners, coloretes... «Adaptamos el maquillaje a la obra, pero lo hacemos nosotras mismas. Nos enseñan el primer día y luego, es cogerle el tranquillo», sostiene Thania. Invocados por la destreza de sus compañeras y en busca de un lápiz de ojos negro, se asoman Abraham y Alberto Aliaga. Este último es el único artista que no es canario. «¡Pero vive allí, eh! No es un infiltrado», se mofan sus compañeros.
El tiempo que tienen los artistas para maquillarse y peinarse no es extremadamente largo. En «35 o 40 minutos estamos listos, pero a veces tenemos que hacerlo mucho más rápido», explica Saray.
Cambios exprés
- ¿Qué momento es el más complicado de la obra?
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- Los cambios de vestuario. Es una locura. En cuestión de segundos tienes que caracterizarte, convertirte en otro personaje. Nos ayudan los compañeros, pero es muy estresante.
Los directores, Fer e Israel, explican que el elenco se cambia hasta doce veces de ropa en la hora y media que dura el espectáculo. Cambios que, por cierto, son rapidísimos. Cuestión de segundos. En algunos casos los actores se quitan y se ponen nuevos ropajes en medio minuto. «El vestuario es un punto añadido de estrés», dice Abraham. Y no es para menos. Algunas vestimentas están trucadas con velcros, pero otras requieren su tiempo, como las prendas de cuero, muy recurrentes durante la actuación. «Si ya es complicado de por sí meter el cuero, cuando están sudados ni te cuento», explica uno de los tres técnicos de producción que sigue a los artistas hasta que acaban en el escenario y que les ayuda a colocarse los trajes.
Entre pregunta y pregunta, una voz irrumpe en los camerinos. «¡Por favor, hay que bajar ya! Es la prueba de sonido». Son las 18.35 horas y en 25 minutos las puertas del auditorio se abrirán para que el público comience a entrar. Acompañando a los actores, descendemos hasta la planta -3. Al fondo de un largo pasillo nos topamos con el escenario y con los dos directores de 'Pecados', dispuestos a repasar los puntos clave del guion.
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«El sonido es fundamental, que ellos se escuchen y que la gente les entienda», mantiene Fer Montoya, quien recuerda sobre el escenario a los artistas la importancia de «articular». Mientras tanto, los actores calientan la voz, cantan alguna de las estrofas que componen el musical y sobrevuelan de un lado a otro el escenario. «El arranque es lo peor. Es donde más nerviosos nos ponemos. Puede que una escena la hayamos hecho 20.000 veces, pero esa sensación de agobio en la barriga sigue ahí», detalla Santacruz.
Las pruebas de volumen duran cerca de 20 minutos. Después, los artistas vuelven a los camerinos a terminar de retocarse y a ponerse la ropa con la que deslumbrarán en el escenario. Predomina el cuero, los tirantes y las máscaras. Todo muy acorde a un cabaret que habla de desamor, pasión y la sensación de «querer pecar y no arrepentirse de ello».
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El reloj marca las 19.20 horas. Llegan los cafés de última hora, los sorbos de agua, las gárgaras y los sonidos guturales. También los gritos de guerra. «¡Disfruten y mucha energía!», «Uno, dos y tres, ¡mierda!», chilla el equipo al completo. Ahora sí, hay que salir al escenario. El público aplaude hasta que una hora y cuarenta minutos después el show llega a su fin. Y con ellos los minutos de calma y relajación. «Tras la función, nos quedamos en el bar que está sobre el escenario -la obra gira en torno a este espacio- para tomarnos una copita de vino. Luego algunos se van a descansar y otros a disfrutar...», relata Israel.
«La estética de lo prohibido y el tabú atrapan al espectador»
El musical 'Pecados, el cabaret de la carne' es una adaptación de la obra teatral escrita hace diez años por el vizcaíno Fer Montoya. «La productora Clapso se puso en contacto conmigo y ahí nació la conexión Euskadi-Canarias. Se compusieron las canciones junto a Germán G. Arias y arrancamos», sostiene uno de los dos directores. El Euskalduna acogió esta obra entre el sábado y martes de Aste Nagusia. ¿Y cómo respondió el público? «Estaba entregado. Los actores se sorprendieron mucho de encontrar gente tan cálida. Había muy buena vibra», sostiene Montoya. Su relato lo compartía Abraham Santacruz, uno de los actores. «El público estuvo muy bien. La estética de lo prohibido y el tabú les atrapa. No hay tantos cabarets en cartelera», reconocía. El musical, que se estrenó en Canarias, está protagonizado por José Carlos Campos, Thania Gil, Víctor Formoso, Saray Castro, Abraham y Alberto Aliaga.
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