El mejor plan de Aste Nagusia: hacerse amiga de un comparsero

Si este año se siente diferente, es porque por trabajo me toca vivir de cerca las fiestas y empaparme del ambiente si pretendo contarles bien a los bilbaínos su Aste Nagusia. También porque vivo aquí y eso me da la libertad de salir y volver cuando quiera. Y como venía adelantado, porque he conocido las bondades de ser amiga de un comparsero. Fue llegar a la txosna la primera noche de fiestas -no desvelaré cuál porque pretendo seguir disfrutando de estos pequeños privilegios- y que, de repente, me cayese un pasapote, un pañuelo y un kalimotxo. El uniforme oficial de juerga, así, sin pedirlo.

Ese día descubrí a todo el mundo que se esconde tras las comparsas y el montaje de las txosnas. Por ejemplo, no sabía que muchas de ellas cuentan con una especie de zonas de descanso reservadas para comparseros y acompañantes suertudas como yo. En mi caso, tuve la oportunidad de disfrutar de mi kalimotxo en un 'chill out' bastante bien improvisado con cuatro mesas y palets, cojines y una vista maravillosa al teatro Arriaga y el resto del txosnagune. Una forma de salir en Bilbao desconocida para mí y a la que pretendo acomodarme si me dejan.