El promotor de la ikurriña
Como es bien sabido, la ikurriña, diseñada por Sabino Arana en 1894, fue prohibida durante el franquismo. Oficializada por el primer Gobierno vasco durante la Guerra Civil, se convirtió en patrimonio común de todos los demócratas vascos, hecho que fue confirmado cuando en 1979 fue declarada bandera oficial de la Comunidad autónoma.
Una de las luchas más enconadas de la Transición fue precisamente la petición de legalización de la ikurriña y en ella el fútbol tuvo un papel trascendental: el 5 de diciembre de 1976, el campo de Atotxa fue testigo de cómo los capitanes de la Real Sociedad, Inaxio Kortabarria, y del Athletic de Bilbao, José Ángel Iríbar, salían al terreno de juego con la bandera vasca, todavía ilegal. El clamor popular era imparable y ello hizo que el Gobierno Suárez autorizara la ikurriña en enero de 1977.
Esta historia es muy conocida, pero apenas nadie sabe que la bicrucífera pudo haber saltado meses antes a otro estadio, gracias a un exjugador del Deportivo Alavés: Pascual Dorronsoro Ortiz, nacido en 1919, que jugó con el 'Glorioso' en Segunda en 1942-1943. En realidad, formaba parte del once suplente o aficionado, pero llegó a debutar con el primer equipo, precisamente en Atotxa contra la Real, el 27 de diciembre de 1942. 'Pensamiento Alavés' escribió más tarde que «Dorronsoro es de categoría regional y no de primera; aún necesita muchos años de fútbol para poder formar parte de un once de la categoría del Alavés».
En efecto, Dorronsoro no se dedicó al fútbol profesional. En 1945 sacó las oposiciones de secretario de administración local y en 1968 fue nombrado director del Puerto de Pasajes. Aquí volvió a relacionarse con el fútbol, pues fue presidente del Real Unión de Irún de 1969 a 1977. Es conocido sobre todo por haber planteado en 1976, en la asamblea de la Federación Española de Fútbol, la creación de una Segunda División B de dos grupos, en contra de la idea, más restrictiva, del presidente Pablo Porta. Su propuesta fue aceptada y por ello se le considera el 'padre' de la actual Segunda B.
Pero, además, el 26 de abril de 1976, cuando la ikurriña estaba aún estrictamente prohibida, Dorronsoro envió un escrito al Ministerio de la Gobernación solicitando permiso para colocar la bandera vasca en el Stadium Gal de Irún. Esta petición debió pillar desprevenido a algún funcionario ministerial, porque el 3 de mayo el club recibió un oficio de la Dirección General de Política Interior dando el visto bueno a la izada de la ikurriña. El Ministerio citaba para ello una orden ni más ni menos que de junio de 1930, según la cual se podrían «ostentar banderas de uso regional y local, siempre que junto a ellas, en lugar preminente, se coloquen banderas nacionales, y las regionales no excedan en número ni tamaño a las nacionales».
Dorronsoro se puso manos a la obra y anunció que la ikurriña ondearía en el estadio el 16 de mayo, en el partido contra el Pegaso. Pero, de inmediato, el Ministerio envió al club una rectificación, indicando que, «advertida la incorrección de notificación, producida indudablemente con error», anulaba el oficio anterior, pues en los estadios solo podían izarse, junto a la bandera española, las enseñas locales y provinciales.
Además, «mientras el nuevo oficio llegaba al señor Dorronsoro, este era llamado a comisaría local para dejar bien claro que bajo ningún pretexto se permitiría que la ikurriña ondease en el estadio de Gal». Hay que tener en cuenta el contexto de la Transición en Euskadi, incluyendo el asesinato por ETA de dos guardias civiles, en Barakaldo y en Legazpia, mientras retiraban una ikurriña a la que el grupo terrorista había adherido una bomba. Dorronsoro aún intentó infructuosamente dos veces más, a lo largo de 1976, izar la ikurriña en su estadio. Al año siguiente, la bicrucífera pasó a formar parte del paisaje cotidiano vasco, pero su normalización pudo haberse adelantado casi un año, de haber salido adelante la propuesta del exalbiazul Dorronsoro.