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Mediada la década de 1960, el Deportivo Alavés arrastraba problemas económicos endémicos. Además, en 1964 el equipo babazorro había descendido a Tercera División. La Directiva, ... presidida por José Ustaran, buscó todo tipo de soluciones para salir del atolladero financiero en la que se encontraba el club. En marzo de 1966 intentó una solución desesperada para equilibrar el presupuesto: la idea era hacerse club filial del Atlético de Madrid. Los colchoneros, dirigidos por Domingo Balmanya, estaban en uno de los momentos más dulces de su historia, con Luis Aragonés como una de sus figuras.
Esta posibilidad salió a la luz el 9 de marzo de 1966, advirtiendo la prensa local que «no se trata de un 'boom' publicitario, de una noticia sensacionalista. Se trata, según nuestros confidenciales informes, de un hecho real, de una gestión que, acaso en embrión, está desarrollando actualmente la Directiva del Deportivo Alavés». La entidad del Paseo de Cervantes no había tenido relaciones especialmente estrechas con los colchoneros en épocas pasadas, pero la idea partió del entonces entrenador albiazul, Luis Urquiri, que compartía este puesto con Agustín Barcina y que había jugado en ambos equipos.
Urquiri era consciente de que, si el Alavés quería subir a Segunda, necesitaba una inversión de al menos medio millón de pesetas y ese dinero no llegaba por ninguna parte. La otra posibilidad era convertirse en filial de un equipo grande que cediera jugadores prometedores al Alavés. El míster hizo ver al club que, «sin esos apoyos de los grandes clubs, la vida de los equipos modestos resulta difícil».
La Directiva, ante la falta de masa social suficiente para mejorar la economía albiazul, acogió la idea como «único recurso», pues abría «unas posibilidades económicas y deportivas que son muy interesantes. El camino, en suma, que sí nos puede facilitar una superior categoría». Algunos socios pensaban que el acuerdo sería «contraproducente», pero a finales de abril el convenio parecía estar a punto firmarse y solo faltaba que los representantes albiazules viajaran a Madrid.
Pero, como este viaje se demoraba, comenzaron a surgir rumores de que «las cosas pueden enfriarse. Antes pareció que se iban a tomar en caliente. Ahora, incluso en esa 'operación' parece mostrarse menos interés. Confiemos en que esta semana, si es posible, se realice el viaje, la entrevista. Y que todo se resuelva bien, lo que permitirá mirar al próximo campeonato con posibilidades de triunfo final». Pero, en medio, dos noticias deportivas influyeron en las negociaciones: el Atlético ganó la Liga, por delante del Real Madrid, y el Alavés no logró ascender a Segunda.
Por fin, el 24 de mayo se supo que la entidad rojiblanca no aceptaba el acuerdo: «Nos lo contaba esta mañana Luis Urquiri, que acaba de regresar de Madrid. No ha sido posible. El Alavés, como ya saben, devolvió un escrito realizando algunas modificaciones muy leves, a lo que habían acordado los madrileños. Pero ahora, la cosa ha quedado zanjada. No habrá 'entente cordial', como habíamos llegado a suponer, dado el interés mostrado en principio por los del Metropolitano».
Según Urquiri, el Atlético estaba metido en demasiados frentes: al haber ganado la Liga, debía disputar la Copa de Europa y estaba a punto de inaugurar el futuro Vicente Calderón. Además, si el Alavés hubiera ascendido, deportivamente el acuerdo habría interesado a los rojiblancos, pero el equipo albiazul se había quedado en Tercera. Urquiri pensaba que el Atlético iba a intentar un acuerdo con el Indauchu, que estaba en Segunda, lo que le permitiría explotar la cantera vizcaína. De hecho, ya habían probado a Gárate, que enseguida ficharía por el club madrileño: «Ya ven, pues, que se ha fallado. Perdimos unas ilusiones que habían hecho presumir un buen futuro. Habrá que pensar en otra cosa». En definitiva, el Alavés tuvo que bregar solo con unos apuros que no dejaron de acecharlo en los años siguientes.
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