El lazo que sostiene la esperanza

«Ojalá pudiera disfrutar de este equipo durante más partidos. Cuesta mucho encontrar un grupo como éste, que haga las cosas tan fáciles. Es un vestuario envidiable», admitió ayer Abelardo. Las últimas comparecencias del Pitu suelen derivar en algunos momentos hacia palabras que suenan a despedida, por mucho que él intente huir de las cuestiones relacionadas con el futuro hasta que concluya la Liga. Hace tiempo que su salida del Alavés dejó de ser un secreto para la afición, el entorno y la plantilla, que intenta revertir su actual declive para finalizar en alto una campaña que se perfiló como histórica. «Siempre te quedas con lo último, con el mal sabor de boca, pero la primera vuelta es para que la afición esté orgullosa de su equipo. Los jugadores han merecido estar en el grupo de cabeza. Han hecho un esfuerzo extraordinario», ensalzó el Pitu, consciente de que el nulo margen de error que le aguarda hace casi imposible un asalto de última hora a los puestos de cabeza.

El Alavés vive ahora en el vaivén de una carrera de dos velocidades, como un corredor desorientado que piensa haber llegado a la meta y ve que todavía le siguen animando para apretar un poco más y mejorar su marca. Los albiazules han perdido ocho oportunidades para encauzar su pasaporte a la Europa League, y todavía se encuentran con posibilidades de culminar su obra por los constantes tropiezos de sus adversarios directos y perseguidores.

Es cierto que ni siquiera las matemáticas permiten pensar en un billete directo a la fase de grupos de la segunda competición internacional, lo que habría significado la rúbrica de una campaña prodigiosa, pero todavía existen algunas combinaciones remotas que sellarían el pasaporte con tres rondas previas. «No me imaginaba que todavía tuviéramos opciones», reconoció el técnico gijonés. El Alavés necesita imponerse mañana en Mestalla y esperar que las noticias del transistor le acompañen en la penúltima jornada, la primera de la temporada con horario unificado. Los albiazules solo podrán conquistar la séptima plaza si suman cuatro puntos más que el Athletic y uno más que la Real Sociedad y el Espanyol, cuando solo restan seis por jugarse. «Está muy difícil. Primero tenemos que batir a un equipo que se juega la Champions en su casa, y después debe darse una serie de resultados», explicó el Pitu.

La visita al Valencia y el duelo final frente al Girona en Vitoria son las últimas etapas de una ruta de año y medio, en la que el Alavés ha coqueteado con una puntuación de Champions desde que emergió con una remontada milagrosa en Montilivi hasta la caída de la segunda vuelta, en la que solo han cosechado tres triunfos, uno de ellos en Mendizorroza. La plantilla y el cuerpo técnico confían en esquivar un desenlace gris de diez jornadas sin conocer el triunfo, que empañaría una trayectoria inmaculada de más de un año de duración, y que tuvo su punto álgido con el fugaz liderato de la Liga tras ganar en Vigo y varias semanas en la cuarta plaza.

No es que el regusto que deje la temporada dependa solo de obtener la clasificación europea, que sin duda dispararía su prestigio. Se trata de firmar al menos una recta final explosiva en un escenario prohibitivo y lograr un triunfo impostergable en Mendizorroza. Tanto Abelardo como el vestuario evitarían así caer en la sensación de que el ciclo estaba ya agotado antes de tiempo, de que los vitorianos vivieron de una ilusión infundada que acabó en un final de Liga en el segundo bloque de la clasificación.

La imagen que ha ofrecido el Alavés en los recientes derbis, en los que mejoró su imagen y mereció un premio mayor que el punto que sumó en San Mamés, ha permitido al técnico y a los jugadores aferrarse a un último esfuerzo por recuperar el status europeo. Y no solo por su evolución, sino por el elevado índice de errores que han mostrado sus contrincantes directos. El promedio de puntos por la séptima plaza en los últimos 18 años es de 56 puntos, una cifra que, salvo pleno de triunfos del Athletic, no se alcanzará este año. Es el clavo al que se agarran los albiazules para luchar por su ansiado regreso al Viejo Continente y poner un broche a la altura de las dos últimas campañas. «La temporada es un éxito, y todavía» -sentencia Abelardo- «puede ser extraordinaria».