El gran dilema del banquillo del Alavés
El futuro de Coudet está en el aire mientras en el club analizan cuál es la mejor solución con un tercio del curso todavía por jugarse
El de ayer no fue un domingo cualquiera en el Deportivo Alavés. La plantilla albiazul gozó de una jornada de descanso en un ambiente de ... calma tensa y de reflexión. De expectación por los acontecimientos que se podrían desencadenar después de la dura derrota (0-1) ante el Espanyol en Mendizorroza y de las sinceras palabras de Eduardo Coudet en sala de prensa. «Los resultados mandan. Cualquier decisión que pueda llegar a tomar el club para mí es entendible», confesó un Chacho sereno pero cabizbajo ante la sorpresa general, abriendo las puertas a una nueva revolución en el Paseo de Cervantes.
Sus palabras hacen que el banquillo babazorro vuelva a temblar cuando sólo han transcurrido 84 días desde que la directiva y la secretaría técnica apostaran por despedir a Luis García y fichar al Chacho en una decisión «basada en datos objetivos» que supuso un 'shock' en gran parte de la masa social. Sin embargo, tres meses después de aquella catarsis que parte del alavesismo todavía no ha superado, el Alavés no ha revertido su marcha y ha caído hasta el penúltimo lugar, afincándose en los puestos de descenso. La dinámica es cada vez más negativa pero todavía hay margen para 'arreglar' el curso con 13 jornadas por delante. La salvación sólo está a un punto de distancia.

En este difícil escenario, el club se encuentra ante un dilema. El director deportivo Sergio Fernández y Josean Querejeta -presidente del Grupo Baskonia-Alavés- charlaron ayer durante la derrota (0-3) del filial ante el Eibar B. Una 'minicumbre' a pie de césped en Ibaia para analizar la actualidad y el futuro más cercano del equipo a siete días de visitar al Mallorca el próximo domingo (18.30 horas).
La tesitura no es sencilla. En el club se valora de forma destacada el intenso trabajo de Coudet y de su cuerpo técnico. Los datos internos que manejan arrojan una mejoría en parámetros físicos o técnicos que no se ha plasmado en los partidos. El entrenador argentino, que reconoció que está «durmiendo poco, tratando siempre de mejorar y darle más herramientas a los jugadores», ha probado de todo sin éxito. Su idea inicial de construir un equipo «protagonista» que pudiera «imponerse desde la posesión y la presión» se ha desdibujado en busca de unos resultados esquivos. Ha agitado su pizarra y su plantilla sin dar todavía con la fórmula que permita ganar con regularidad a unos futbolistas «unidos y comprometidos» que «trabajan como auténticos animales» según explicó Víctor Laguardia.
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Sin embargo, los problemas defensivos no han desaparecido. El Alavés lleva 13 jornadas seguidas sin dejar su portería a cero castigado por unos errores individuales que le han lastrado, sobre todo en los instantes finales frente a Valencia, Girona, Leganés o Espanyol. Las veces que los rivales tiran a puerta se han reducido, pero cada disparo da en la diana. Una pesada carga en la espalda de un bloque que ha perdido colmillo en las últimas cuatro jornadas, en las que se han quedado en tres partidos sin marcar. Un mal momento para perder efectividad que les ha condenado a sumar un único punto ante tres rivales directos como Getafe, Leganés y Espanyol. Las decepciones se acumulan, sobre todo en un Mendizorroza resignado que lleva cuatro meses sin ver un triunfo.
Pobre balance
El mazazo sufrido ante el Espanyol, el segundo consecutivo en casa tras caer (0-1) hace quince días frente al Getafe, ha hecho que todo se tambalee. «Me siento con fuerzas pero soy realista», señaló Coudet dejando su futuro en el aire. Las dudas sobrevuelan sobre un banquillo albiazul cuyo inquilino no ha disfrutado de sus cien primeros días de gracia. El Chacho se encuentra en una situación delicada. Los resultados no le sostienen. Más allá de la sonrojante eliminación copera frente a la Minera de Segunda RFEF cuando apenas llevaba 48 horas en el cargo, su balance en LaLiga -una victoria en 10 jornadas y 8 puntos de 30 posibles- no ha permitido al equipo reaccionar ni despegar. El triunfo (1-3) en el Villamarín no fue un punto de inflexión y sí una excepción. Y en las oficinas del Paseo de Cervantes ya se ha activado la maquinaria para buscar la salida a una situación que todavía tiene solución.
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