¿De quién es el fútbol?
¿Una afición es importante por los numerosos seguidores, aficionados e incondicionales que apoyan a su equipo o por ser poquitos pero muy fieles? ¿O vamos a premiar a una pequeña afición simplemente porque el club ha acertado con la gestión deportiva?
Me gustaría iniciar con una reflexión acerca de eso que escuchamos por los campos y foros futboleros, que «el fútbol debe ser de los aficionados». ... Es evidente que visto desde ese contexto, con el pasado rival del Alavés, el Andorra, no se cumple. Es un poco triste contemplar clubes que en cierta manera son un tanto artificiales, equipos sin apenas seguimiento ni arraigo. El sábado, siendo una de las mejores entradas, acudieron al Estadio Nacional entre espectadores y aficionados unos 2.400. Yo me pregunto: ¿Una afición es importante por los numerosos seguidores, aficionados e incondicionales que apoyan a su equipo o por ser poquitos pero muy fieles? ¿O vamos a premiar a una pequeña afición simplemente porque el club ha acertado con la gestión deportiva? Y si el fútbol debe ser de los aficionados, está claro que cuanto más aficionados disfruten del buen fútbol, más razón de ser tiene esa exigencia. Si lo miramos desde esa perspectiva, no deja de ser una injusticia futbolística ver en las catacumbas del balompié equipos con un grandísimo arraigo que arrastran a miles de incondicionales como el Dépor, Castellón, Murcia, Córdoba, etcétera. Es evidente que en cualquier competición deben prevalecen los criterios deportivos, pero se me ocurre una maldad que haría justicia. De alguna forma primaría la asistencia a los estadios para que de verdad el fútbol sea de la mayoría de los aficionados.
Dicho esto, Luis García, muy inteligente estos días, ya se ha encargado de desmontar cualquier debate respecto a eso que suena tan mal, 'los de la segunda unidad'. Si alguno tenía la tentación de achacar al empate contra el Albacete a ese motivo, que miren lo que pasó la jornada anterior en Burgos con los supuestos titularísimos, 3-0. De alguna manera vino a confirmar que esas tan odiosas rotaciones para la crítica son un aspecto positivo para él.
Y como de las derrotas es fácil aprender, sería bueno hacerlo también de las victorias, que no es fácil. Después del partido de Andorra, el míster vino a decir que, principalmente en el primer tiempo, se jugó a lo que el Alavés quiso. Y yo diría que sí, pero a medias. Defensivamente fue casi un máster class. Estratégicamente muy bien planteado y tácticamente muy bien desarrollado. Un buen ejemplo para ver cómo defensivamente se juega con los tiempos y los espacios. Porque en el fútbol tan importante y más difícil es acertar el momento que el sitio. Eso fue de diez. Pero ofensivamente, siendo generosos, le valoraría regular. No entendí por qué una vez recuperado el balón no se conseguía mantenerlo algo más, simplemente dar tres o cuatro pases de seguridad que aclarasen las jugadas.
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