Nutri-Score, así funciona el polémico semáforo nutricional que pone nota a los alimentos
Este etiquetado frontal, que puntúa los alimentos con colores y letras, aún es imperfecto y presenta bastantes sombras, ya que califica mejor unos cereales cargados de azúcar que un paquete de nueces
Inés Del Arenal
Lunes, 24 de mayo 2021, 08:02
Algo tan básico como hacer la compra en el supermercado puede convertirse en una auténtica prueba de obstáculos si tratamos de llenar la cesta a conciencia, leyendo el etiquetado e intentando entenderlo: listas de ingredientes imposibles, letras de tamaños inviables, reclamos saludables… en este juego parece que todo vale. Con la intención de facilitar estas decisiones, llega Nutri-Score. La intención es lo que cuenta, dicen… Pero a veces puede no ser suficiente.
Nutri-Score es un sistema de etiquetado que califica los alimentos en función de su calidad nutricional con un código de letras y colores: de la 'A' verde (la mejor puntuación) a la 'E' roja (la peor). Se trata de un esquema voluntario que se presenta en la parte frontal y no sustituye al etiquetado actual.
Para otorgar esta calificación, se utiliza un algoritmo del perfil nutricional de la Agencia de Normas Alimentarias Británica (FSA), que valora el contenido de nutrientes considerados «desfavorables» desde el punto de vista nutricional (calorías, azúcares, ácidos grasos saturados y sodio) y «favorables» (proteínas, fibra y porcentaje de frutas, hortalizas, legumbres y frutos secos), por cada 100 gramos de producto.
Este sistema ya se aplica en Francia y Bélgica y otros países europeos (Alemania, Luxemburgo, Suiza, Países Bajos y España) han anunciado la creación de un mecanismo de coordinación transnacional para facilitar su implantación. En España, entró oficialmente en vigor el primer cuatrimestre de 2021. De hecho, hay empresas que lo muestran en algunos productos, como Eroski y Carrefour, o las marcas Nestlé y Danone.
Luces y sombras
Nutri-Score nace como una herramienta para informar a los consumidores de una manera sencilla sobre la calidad nutricional de los alimentos y bebidas, con la intención de facilitar y promover una compra más saludable. Se plantea como una solución visual y rápida para identificar la mejor de las opciones en el supermercado… Pero «qué difícil es ser sencillo». Este sistema de etiquetado simplifica tanto que desestima demasiada información. Como era de esperar, un planteamiento con luces y sombras.
Bastantes sombras:
En primer lugar, es una herramienta basada en la cantidad y no en la calidad. No considera factores como el grado de procesamiento o el valor nutricional del producto al completo – como su contenido en vitaminas y antioxidantes o el origen de sus ingredientes (por ejemplo, grasa de origen vegetal o animal) –. En consecuencia, favorece alimentos edulcorados y ultraprocesados y perjudica a otros naturales. No es capaz de detectar alimentos insanos: califica mejor unos cereales de desayuno cargados de azúcar que un paquete de nueces.
En segundo lugar, el conocimiento de los parámetros evaluados permite a la industria reformular ligeramente sus recetas para modificar los valores nutricionales: basta con un ligero ajuste de ingredientes para conseguir una puntuación mejor en el sistema, sin modificar apenas la calidad nutricional del alimento. Esto, a su vez, permite a las marcas publicitar sus productos como saludables, sin serlo en muchas ocasiones, utilizando la puntuación Nutri-Score como reclamo.
En tercer lugar, el algoritmo analiza los nutrientes sobre 100 gramos (o 100 mililitros) de producto, sin tener en cuenta la ración habitual de consumo. Teniendo en cuenta que Nutri-Score pretende facilitar la comparación entre productos de la misma categoría, este cambio facilitaría la interpretación de la puntuación; pero la industria podría – de nuevo – jugar con el tamaño estimado de la ración para cambiar la valoración, generando aún más confusión.
Como era de esperar, de momento más sombras que luces.
Los grandes perjudicados
Aunque la normativa francesa, pionera en la implantación de Nutri-Score, contemplaba modificaciones del algoritmo para casos particulares como el queso o las grasas, la puntuación que obtienen algunos alimentos es objeto de denuncia por parte de profesionales del sector.
Por ejemplo, el aceite de oliva virgen extra, cuyo consumo ha demostrado tener beneficios en la salud cardiovascular y se asocia con una mejora en los niveles de colesterol y marcadores inflamatorios, obtiene una calificación 'C'. Es decir, una puntuación comparable a la de aceites como el de colza o nuez y peor que la de cereales azucarados de desayuno y otros ultraprocesados con calificaciones 'A' o 'B'.
No es cuestión de elegir las galletas con mejor valoración Nutri-Score, sino de sustituirlas por una pieza de fruta o unos frutos secos
Lo que de verdad importa
El etiquetado Nutri-Score ayuda a comparar diferentes opciones dentro de una misma categoría. A priori parece una buena idea, pero hay que tener en cuenta lo verdaderamente importante.
En muchas ocasiones, no se trata de elegir la mejor opción disponible de un grupo de alimentos, sino de fomentar el consumo de otros: no es cuestión de elegir las galletas con mejor valoración Nutri-Score, sino de sustituirlas por una pieza de fruta o unos frutos secos. No se trata de crear un etiquetado que traduzca al consumidor el valor nutricional de un producto con una lista de ingredientes de cinco líneas ininteligibles, sino de enseñarle a optar por opciones más naturales.
La buena elección no es la mejor versión de un producto que no se debería consumir de manera habitual. La buena elección es consumir menos alimentos que necesitan Nutri-Score, y más alimentos de verdad.
La buena elección es la educación nutricional. Es dejar de camuflar lo complicado. Es más mercado y menos etiquetado. La buena elección es saber lo que comemos, pero de verdad.