El último alcalde de Manilva ya está limpio
La villa de Manilva, a menos de cuarenta kilómetros de Marbella, lleva cuatro años bajo la lupa por la gestión de su exregidora Antonia Muñoz
Julia Fernández
Martes, 11 de noviembre 2014, 19:09
La "muy noble y leal villa" de Manilva podría aparecer en el Libro Guinness de los Récords si este recogiera algún capítulo referente a la corrupción, que amenaza con convertirse en una marea negra más peligrosa y sucia que la del Prestige. Este pueblo costero de Málaga, a escasos diez kilómetros de Estepona y 36 de Marbella, que tiene a 14.600 habitantes censados, lleva un mes de auténtica locura en el Consistorio. En apenas tres semanas ha tenido tres alcaldes. Y, además, dos de ellos, imputados. El actual, Diego Urieta, está limpio, aunque en 2012 fue imputado, su causa se archivó a los cuatro meses.
Este thriller empieza con Antonia Muñoz, toda una veterana en la política municipal, que llegó al Ayuntamiento en 1987 como concejal. La mujer, que ha ocupado la presidencia del equipo de gobierno en tres legislaturas, se encuentra imputada en dos casos diferentes por supuestas irregularidades en su gestión. En primer lugar, le acusan de enchufar a 470 personas, entre ellas, quince familiares. Y en segundo, de otorgar contratos a las empresas de su marido por valor de 700.000 euros.
La investigación lleva más de cuatro años en marcha, pero no fue hasta hace año y medio cuando se cerró el cerco sobre la regidora municipal. El verano de 2013, la presión llegó a tal punto que Muñoz entregó su carné de militante de Izquierda Unida. Este partido se quedaba sin representación en el Consistorio, el único de la Costa del Sol que controlaba.
"Deber cumplido"
Fue un 'touché' en toda regla para la alcaldesa, que poco antes se había negado a abandonar la formación. "Si he cometido algún error lo tendrá que decir el juez", alegaba entonces. Y eso que había reconocido que sí había enchufado a algunos amigos y familiares. Pero claro, según ella, no hizo otra cosa que repetir los patrones de otros. "Todo el mundo lo ha hecho. También, antes de mí, en este mismo Ayuntamiento, los que ahora me denuncian", se excusaba en mayo de 2013. Normal que con semejante talante la apodaran Omaíta.
El caso es que todo esto le obligó a doblegarse en octubre. Aunque en su carta de despedida, publicada el 17 de octubre, Muñoz lo envolvió todo en papel de regalo y lo puso 'bonito'. "Me voy con la satisfacción del deber cumplido y la ilusión de empezar una nueva etapa con una mayor dedicación a mi familia", explicaba. "Todo en la vida tiene un principio y un final, y hoy termina una etapa de dedicación plena y exclusiva al pueblo", añadía. "Hoy es para mí un día pleno de alegría, por poder unir la satisfacción por el trabajo realizado en la etapa que termina, y el inicio de una nueva vida la lado de mi familia", concluía. Pero ni rastro de su cuentas pendientes con la Justicia.
Un cargo de confianza controvertido
Desde el momento en que abandonó su despacho en el Consistorio, el bastón de mando fue a parar a manos del segundo protagonista de esta historia. Se trata de Emilio López Berenguer, hasta ese momento, teniente de alcalde y adscrito a la Agrupación Socialista de Manilva (ASM). López Berenguer era concejal en el municipio desde 1995 y en la última legislatura se había convertido en socio de gobierno de Muñoz. Con su renuncia, llegaba 'su momento'. Aunque solo fuera como interino.
Sus quince minutos de fama, que diría Andy Warhol, le duraron diez días, hasta el sábado. Este médico de formación está imputado también. Y por la misma razón que su predecesora: el enchufismo. A López Berenguer le acusan de haber colocado a su hija como cargo de confianza. Aunque su nombre se ha visto implicado en 40 procedimientos civiles y penales, uno de los últimos, una denuncia por apropiación indebida de 127.000 euros en 2011, cuando estaba a punto de agotarse la legislatura en la que el PSOE y el Partido Democrático de Manilva se aliaron para quitarle la alcadía a Izquierda Unida y ASM.
De la cartera de Urbanismo a la poltrona de alcalde
El miércoles, este hombre, líder de ASM, reeditó el pacto de gobierno con los concejales que antes eran de Izquierda Unida, pero que ahora figuran como no adscritos. Y tres días más tarde, entregaba el bastón de mando a la persona elegida para suceder, hasta las próximas elecciones municipales de 2015, a Omaíta.
Se trataba de Diego Urieta, concejal de Urbanismo hasta ese momento y mano derecha de López Berenguer. Urieta no figura como adscrito a ningún partido, pero está vinculado al Ayuntamiento desde 1999 de la mano de Izquierda Unida, formación a la que renunció junto a Muñoz el verano del año pasado en medio del escándalo por las irregularidades de la gestión de la entonces alcaldesa.
Ni tres días ha durado en el cargo sin controversias este hombre de 38 años, que prometió "tolerancia cero" con la corrupción al hacerse con las riendas del Consistorio, con los votos a favor de los representantes de ASM y del grupo independiente, la oposición de PSOE y la abstención del PP. "Desde aquí os pido y os exijo que paremos esas prácticas si en algún momento se han llevado a cabo", dijo en su discurso de investidura.
Irregularidades urbanísticas y enchufes
Urieta prometió un "nuevo ciclo político" y este lunes presentó los cambios en el equipo de gobierno. Sin embargo, no ha podido frenar algunos informaciones incorrectas sobre sus causas pendientes con la Justicia.
El caso es que este maestro de Educación Física, que siempre ha ido de la mano de Muñoz, fue imputado en 2012 en un asunto por el que tuvo que ir a declarar a los juzgados de Estepona. Sin embargo, a los cuatro meses "se archivo", explica.
"Ahora mismo ni sobre la causa que se está investigando en Manilva ni sobre ninguna otra Diego Uriarte no tiene ninguna causa abierta", apunta el regidor, que ha querido dar la cara para limpiar su honor. Con su ascenso al poder, Urieta tiene ahora la oportunidad de demostrar que está limpio y que su guerra contra la corrupción no es solo fachada.