El sueño convertido en tragedia
España ha fracasado de tal manera que ahora mismo, tras la dimisión de Orenga, no tiene seleccionador
juanjo brizuela
Miércoles, 17 de septiembre 2014, 08:56
Somos muy dados en este país a hacer pronósticos sobre cualquier tema a las primeras de cambio. Un poco de pasado por aquí, un poco de buenas sensaciones iniciales por allá, ruido mediático más allá; el caso es que siendo el país anfitrión de un evento de este calado como un Mundial y organizando la estructura del campeonato para un único y esperado enfrentamiento final, nos atrevimos a conjeturar que más que el broche de oro de una generación única en el baloncesto español, nos esperaba una final contra la selección americana a la que a la tercera debería ser la vencida, después de las excelentes finales (y derrotas) de Pekin y Londres. Pero la tozuda realidad, aderezada con generosas dosis de arrogancia, un poco de soberbia y la dosis exacta de que en deporte el rival también juega y prepara sus partidos, ha hecho que hayamos vivido otro de esos fracasos deportivos que llenan algunas de las páginas de la historia del baloncesto español.
La dimisión de Orenga ha sido la consecuencia de todo ello. Empujada por la presión popular no ya al final del campeonato, sino desde su inicio y a lo largo de cada jornada, y sobre todo por algunas decisiones técnicas, la mentalidad, la falta de liderazgo en el grupo y la escasez de recursos tácticos en el equipo, el caso es que España ha fracasado de tal manera que ahora mismo no tiene seleccionador. Lo que da muestra de que sí, de que algo se ha hecho mal.
Nunca sabremos qué hubiera pasado si la rotación de los jugadores en el equipo hubiera sido más amplia de lo que fue. Nunca sabremos si la decisión de poner a Calderón más tiempo de base que de escolta, hubiera mejorado las prestaciones defensivas desde el 1x1 inicial y la calidad ofensiva del equipo. Nunca sabremos si la aportación de Reyes en el rebote especialmente, hubiera permitido dominar el ritmo del partido y hacer lo que más le gusta a este equipo: disfrutar en el campo corriendo y anotando rápido. Nunca sabremos si alguna alternancia defensiva hubiera facilitado más errores en el ataque del equipo rival. Nunca sabremos tampoco si el porcentaje en el tiro exterior hubiera sido más alto si siempre hubiera habido al menos una referencia fija en el juego interior para atraer las ayudas y generar espacios en el exterior. Nunca lo sabremos.
El caso es que la selección de España en este mundial estaba dividida en tres grandes bloques: De un lado, el cinco inicial, Ricky, Navarro, Rudy, Pau y Marc. Un quinteto completísimo que dominaba el juego desde dos puntos clave del baloncesto actual: el sentido del pase y los espacios y el dominio del rebote que se inicia desde la presión del base en el 1x1. A partir de ahí, correr, espacios, lectura inteligente de las desventajas tras el pick & roll y el tercer hombre abierto, y amenaza interior y exterior por doquier. Por otro lado, los recambios a estos jugadores: Calderón, Llull, Rodriguez e Ibaka. Intermitentes y sin regularidad. Abusando en muchos minutos de la estructura de 3 bases al mismo tiempo, el Chacho, Calderón y Llull, y con la figura desdibujada de Ibaka que ejercía más de exterior que de su tremenda fortaleza interior. Y finalmente, los apartados Abrines, Claver y en especial Reyes. Recambios muy puntuales al mismo modo que en ocasiones, incomprensibles. En un equipo sobrado técnicamente faltó precisamente aquellos aspectos que hacen definitivamente ganador a un grupo: la riqueza táctica y la mentalidad machacona de sus jugadores. Posiblemente aquí comenzó el declive y el fracaso de esta selección.
'Autogestión'
No es fácil la gestión de tanto talento en tus manos. Quizá este grupo se ha acostumbrado a eso que se ha denominado como autogestión y que no necesitaba de la mano de alguien que pusiera cordura, algo de criterio y determinadas soluciones puntuales para sacar lo mejor de cada jugador y atacar las debilidades del equipo contrario. Pero lo cierto es que otras selecciones tenían parecido e incluso menos talento en el campo, pero desde el banquillo la dirección ha sumado para que el equipo se muestre más competitivo, como por ejemplo un excelente Vicent Collet en Francia, el respetado Mike Krzyzewski en Estados Unidos y la agradable sorpresa de Sasha Djordjevic en Serbia. En un Mundial de mucho ruido y pocas nueces, bajo de calidad global, quedarán grabados sólo unos pocos destellos de jugadores como Diaw, Batum, Teodosic, Bogdanovic, Valanciunas, Dragic, Baynes, Preldzic, Barbosa y nuestros conocidos Bjelica y un descarado Heurtel.
Estados Unidos ha arrasado literalmente con un equipo basado en los principios básicos del juego, defensa agresiva del 1x1, manos rápidas y líneas de pase, dominio del rebote, rapidísimas transiciones siempre de 4 jugadores y un ataque tan agresivo desde el 1x1 y buscando el espacio libre, exterior o interior, con un equipo para mucha gente desconocido, con Irving, Curry, Harden y Faried como base del equipo. Mucha intensidad, poca brillantez y excesivamente efectista, pero en definitiva, un oro abrumador. Lo más relevante de Estados Unidos no viene de este mundial sino de un planteamiento más de medio plazo que se inició hace unos años cuando vio que su aplastante supremacía internacional con sus selecciones era alterada. Lituania, Argentina, Grecia y sí, España, ponían en más que aprietos incluso con derrotas ese lugar privilegiado. Desde entonces, el cambio en USA Basketball es patente: 75 victorias en los últimos 76 partidos oficiales jugados.
España tiene un problema
¿Y España qué? España tiene un problema grande. Principalmente un deporte fracturado en dos y en conflicto: ACB vs. FEB. Una liga profesional que sigue en decaimiento de calidad de jugadores y con fugas a otros equipos en cortísimos plazos de tiempo, con escaso protagonismo de jugadores jóvenes, con proyectos deportivos no consolidados y en permanente deuda y con una enorme brecha entre quienes juegan Euroliga y el resto. Y, por otro lado, la Federación Española que ha vivido de las rentas de la generación de los niños del oro, que sus selecciones de categorías base sí que se sitúan en buenas posiciones internacionales pero que la distancia entre el juego base y el salto al profesionalismo es tan grande, que vislumbra un futuro incierto. Un modelo basado en el éxito de las medallas de verano y no tanto en la realidad diaria del baloncesto español que es bien diferente. No hace falta más que mirar el resto de competiciones nacionales y nos daremos cuenta de la dura realidad. Orenga ha sido su primera víctima pero quizá no sea ni la única ni la última. Más allá del próximo reto, el Eurobasket 2015 que dará acceso a las olimpiadas de Río 2016, el desafío del baloncesto español es de otro calado. Y merece todo un respeto por lo conseguido hasta ahora y lo que quedaría por conseguir.