'London Calling', furia, política y sillas voladoras
El mítico álbum de The Clash que cambió las reglas del punk cumple 35 años
Miguel Pérez
Sábado, 24 de enero 2015, 02:02
El pasado 14 de diciembre se cumplió un aniversario muy especial en Europa: 35 años desde el lanzamiento en el viejo continente de 'London Calling', álbum con el que The Clash entró en la leyenda y que a día de hoy figura entre los diez mejores de la historia del rock. Como muchos de los discos que han terminado convertidos en antológicos, la consecución de éste fue el resultado del genio musical de la banda británica de punk unido a una serie de felices coincidencias que lo transformaron en el trabajo perfecto.
Guy Stevens. DJ de un club londinense a cuyas sesiones acudían los Beatles, incansable creador de nombres (él bautizó a Mott The Hoople, Procol Harum y el álbum Sticky Fingers de los Rolling Stones), introductor de los sonidos americanos en el rock y blues británico y extravagente productor que Steve Winwood quería llevarse a vivir con él y los miembros de Traffic, Guy Stevens fue elegido por el propio Joe Strummer para dirigir la grabación de London Calling. La CBS puso el grito en el cielo al enterarse de esta decisión, desencandenada por la ruptura de los Clash con Bernie Rhodes, su anterior mánager, pero terminó cediendo.
Stevens, que murió a los 38 años por una sobredosis de los medicamentos que consumía contra el alcoholismo, era un productor individualista de apariencia freakie, cargado de manías y capaz de pelearse con el ingeniero de sonido en mitad de una sesión. Pero era muy respetado por su conocimiento del blues y el rock americanos y por hechos como el de reunir el dinero de la fianza para sacar a Chuck Berry de la cárcel y organizarle su primera gira tras el presidio. Llegaba al estudio cada mañana tras pisar ritualmente el césped del estadio del Arsenal, su equipo, al que los Clash odiaban, por otra parte. Lo habitual era que el taxista tuviera que esperarle, exacerbando aún más los ánimos de su discográfica, a la que Strummer hacía llegar las facturas. Una vez se dejó ocho horas olvidado a un taxista en el estudio.
Pero lo peor venía después. El productor creía en el poder redentor del estrés. Buscaba que la banda estuviera más tensa que un cable, en permanente estado de agitación, durante las sesiones de grabación, convencido de que así sacarían lo mejor de su música. Para conseguirlo, de repente estrellaba sillas y botellas de cerveza contra las paredes o intentaba golpear al guitarrista Mick Jones con una escalera de mano, lo que obligaba a éste a realizar auténticas fintas mientras seguía tocando. En algún master original se pueden escuchar los ruidos muy al fondo. Aunque la situación pueda parecer terrible, los Clash soportaban todo aquello sin quejas, conscientes de que aquel tipo estaba forjando una identidad propia a su sonido. Además, llegaban preparados: en su primera reunión con Stevens, éste estuvo a punto de dejar tuerto a Joe Strummer al lanzarle involuntariamente a la cara la funda de 'The Song Remains the Same' de Led Zeppelin.
Compromiso. La revista 'Rolling Stone' situó en 2003 a 'London Calling' como el octavo entre los quinientos mejores discos de todos los tiempos. Lo de mejor es un calificativo que se repite en la mayoría de las críticas sobre este álbum rebelde, duro, transgresor, inteligente y melódico. The Clash estableció aquí un espacio sonoro que lo definía como un grupo de punk distinto al resto y mucho menos simple: se podía ser punk y recurrir a estilos como el ska, el rockabilly, el reggae y hasta el pop. Y se podía ser punk y mostrar un compromiso social y político serio en las canciones, desde la propia London Calling hasta Spanish Bombs, sobre la dictadura de Franco y la resistencia republicana¬. Todo esto llegaría a su plenitud poco más tarde con Sandinista, triple disco donde ampliaron aún más su abanico de influencias, llegaron al atrevimiento de incorporar coros infantiles y se sumergieron en la geopolítica americana.
Se da la circunstancia de que London Calling iba a ser en principio un disco simple, con un EP de acompañamiento. Sin embargo, la tozudez de la banda doblegó a los ejecutivos de CBS, que finalmente dieron el visto bueno a que se editará un doble disco, pero al precio de uno solo. Conscientes de que su público eran los jóvenes de clase media y obrera en su mayoría, The Clash también consiguieron que el inabarcable Sandinista se vendiera como un LP simple.
Penny Smith. La fotógrafa que acompañaba a The Clash en su gira de 1979 estuvo a punto de no acudir al concierto que el grupo ofreció en el Palladium de Nueva York el 21 de septiembre. En el último momento cogió sus cámaras y se presentó en la sala, popurlarmente conocida entre los artistas como la 'academia de la música', colocándose, en contra de su costumbre, en el lateral que solía ocupar Paul Simonon en lugar del extremo contrario, correspondiente a Mick Jones. Mientras el resto del grupo tocaba aquella noche en estado de gracia, Simonon se sentía a disgusto. Su bajo no sonaba como él quería. El enfado fue en aumento hasta que, en un arrebato, estrelló el instrumento contra el suelo. Con tal fuerza que incluso su reloj salió disparado de su muñeca. La imagen, captada por Penny Smith de modo prácticamente reflejo, se convirtió en la portada de 'London Calling' y en el icono por excelencia del movimiento punk.
Fotógrafa de 'New Musical Express', Penny había debutado en 1970 en una gira de Led Zeppelin, pero pronto se convirtió en una de las profesionales de referencia de la escena del rock británico. Por delante de sus objetivos han pasado desde los Stones y los Who hasta The Jam, U2, Deborah Harry, Blur, Oasis o los Strokes.
Aunque Penny se mostó en principio remisa a que aquella fotografía se usara en el disco porque no era técnicamente buena, Joe Strummer la convenció de su fuerza y valor simbólico. Simonon encarnaba la rebeldía salvaje del punk. La furia de la calle. Una epifanía musical. En 2002 fue designada por Q como la mejor foto de rnr de todos los tiempos. Algunos estudios de marketing demostaron más tarde que mucha gente que nunca había escuchado a The Clash estaba dispuesta a comprarse el disco solo por la energía y la sensación de desafío que transmitía la portada de London Calling, la «realidad del punk pero sin la suciedad del punk».
Ray Lowry. Y a esa impresión transgresora contribuyó eficazmente el diseñador gráfico Ray Lowry. Nacido en Cadishead en 1944, este dibujante trabajó en diversas publicaciones, entre ellas el 'New Musical Express', y tuvo una gran trascendencia durante el nacimiento dl nuevo movimiento punk de los 70. Conoció a los miembros de The Clash en un concierto de Sex Pistols en Manchester y trabó una sólida amistad con ellos, que le invitaron a unirse a su gira de 1979 junto a la fotógrafa Penny Smith. A la vuelta de aquel tour, la discográfica le pidió a Lowry que le diera ideas para 'London Calling'.
El diseñador, enamorado del rock de los años 50, había descubierto en una tienda de Chicago durante una escala del tour el LP con el que Elvis Presley debutó en 1956. Fascinado por el cartoon, el color y los contrastes, se decidió a recrear aquella carátula como homenaje al colega anónimo que la había diseñado. Más tarde, muchos vieron en ese trabajo la teoría de que The Clash había publicado su 'London Calling' como una manera de exclamar que el viejo rock había muerto y se abría el reinado del punk. Algo que parece poco probable si se tiene en cuenta que, al contrario, el grupo nunca desdeñó el rock ni el rnb, sino que los incorporó a su fórmula musical. Años más tarde, la portada de Lowry fue versionada por otros grupos y artistas, desde P.J. Harvey hasta los también transgresores Siniestro Total.