El último experimento de Germán Coppini
Un año después de su fallecimiento, se edita 'Semper Audax', un concierto experimental sobre su obra con Golpes Bajos
Miguel Pérez
Sábado, 3 de enero 2015, 01:04
En la Nochebuena de 2013 fallecía German Coppini y con él se cerraba una de las páginas centrales de la Movida. Coppini, nacido en Santander en 1961 pero que desarrolló su papel artístico más exitoso al abrigo de los gallegos Siniestro Total y, más tarde, con Golpes Bajos, ha sido uno de los representantes más genuinos de aquel movimiento en una de sus características principales: la creatividad, que nunca abandonó aunque le llevara a los caminos (y sacrificios) del undergound. No tuvo mucha suerte con la gran industria, que le dio la espalda en la mayoría de sus proyectos una vez acabada aquella época feliz e iniciada la travesía de los 90, donde muchos músicos de la década prodigiosa quedaron en la cuneta. Aparentemente, también se mostró muy rácana con el hombre que había alumbrado temas tan versionados y repetidos en miles de ocasiones como 'Malos tiempos para la lírica' o 'No mires a los ojos de la gente'.
Coppini murió justo hace un año de una dolencia hepática tan repentina como fulminante. Dejó multitud de trabajos sin completar y otros que todavía estaban en fase embrionaria.Y estos días, justo en el primer aniversario de su fallecimiento, han comenzado a difundirse dos de ellos: su colaboración con el grupo Néctar y 'Semper Audax', un singular disco en directo que grabó en 2009 en Ferrol con la compañía del grupo experimental Comando Delta. "Llego a Ferrol eufórico", confesó el excantante de Siniestro Total pocas horas antes de aquella actuación, que no contemplaba como un 'revival' de viejas canciones sino como una reinvención. En realidad, sí, el santanderino se encontraba muy ilusionado con aquel concierto, que básicamente consistía en reinterpretar los éxitos de Golpes Bajos pero en una clave muy diferente, con unas texturas y un tono totalmente ajenos a los originales, que, sin embargo, encajaban mejor con la idea que Coppini siempre había tenido de aquellas canciones. El resultado es inesperado, singular, y engrandece la personalidad cultural que caracterizó a la banda.
Para quienes hayan sido fans de esa mítica formación que Coppini compartió con Teo Cardalda, Pablo Novoa y Luis García, el repertorio de 'Semper Audax' les proporcionará una óptica diferente a la que aquellos cuatro tipos imprimieron en sus discos entre 1983 y 1985; por entonces, ritmos novedosos que iban más allá del pop, melodías muy trabajadas e incursiones en el funky y el techno que poco tenían que ver con el prototipo salvaje de Siniestro Total, que Coppini decidió abandonar (rotura de pierna a causa de un botellazo en un concierto por medio) porque se veía encorsetado y en un terreno muy poco fértil para desarrollar sus ideas.
El cantante siempre ha sido un rara avis del negocio. Un individuo que creció en profundidad a medida que la industria se devaluaba en busca del hit de radiofórmula. Quizás aquellos primeros años de notorios éxitos, ejercieron demasiado peso sobre sus trabajos posteriores, una obra personal que merece varias escuchas y que es de una meritoria calidad profesional pero alejada de los cánones del pelotazo rápido. En realidad, Germán siempre se comportó como un filósofo y un novelista de las canciones, según se diera el caso; un músico y un compositor muy maduro, profundo y conocedor de su trabajo, además de un tipo inquieto que participó en numerosos proyectos en compañía de otros artistas o en solitario.
'Semper Audax' es un ejemplo de esas inquietudes, que ahora viene servido por el afán de Pablo Lacárcel y el sello Lemuria en difundir el material que el malogrado cantante (una de las mejores voces que ha dado este país) había ido guardando celosamente durante años y años. Tal era su afán, que podrían editarse una veintena de discos con todos los temas y directos almacenados en su archivo. La misma discográfica editó en 2013 'América herida', un álbum impresionante en el que Coppini recrea algunas de las canciones más conocidas de la tradición latinoamericana y que entronca con su ideario personal y ético; el de un republicano convencido que no dudaba en salir a la calle a manifestarse contra los despidos o los recortes con la misma fuerza que utilizaba para emocionar en sus canciones.