«El yacimiento de La Hoya es importantísimo y da pena que no se le dé el valor que tiene»
Nieves Urrutia Espeleóloga, arqueóloga y premio Enrique Eguren 2022 ·
Por sus manos han pasado miles de piezas de los principales yacimientos alaveses y vascos. Nieves Urrutia ha sido distinguida con el galardón Enrique EgurenMaria Nieves Urrutia Agorreta (Vitoria, 1938) sintió desde bien pequeña el impulso de buscar «algo distinto a lo que entonces hacían las chicas».Asi que ... con 15 o 16 años se calzó unas katiuskas, cogió unas cuerdas y un carburo y se hizo espeleóloga. «Y allí, en las cuevas, empezamos a ver cerámicas, algo que nos empezó a llamar la atención». Para entonces ya conocía a Armando Llanos, el arqueólogo alavés y también marido, y pronto participó en sus expediciones junto a Barandiarán y Fernández Medrano. Ha excavado en Álava, Gipuzkoa, Bizkaia, Iparralde o Roma y su fuerte ha sido el de la logística. Sus manos han lavado miles de piezas que clasificó meticulosamente. Esta pionera recogerá en diciembre el premio Enrique Eguren 2022 que otorga el Instituto Alavés de Arqueología.
– ¿Qué ha sentido al saber que el Enrique Eguren se lo lleva usted?
– Francamente me ha resultado fabuloso, agradable. No me lo esperaba. Así como Armando siempre ha recibido todo, pues yo siempre he sido la que ha estado a su lado, pero no quiero decir por ello que me haya sentido mal en absoluto. Empezamos juntos y creo que en este momento de la vida es también muy interesante estar juntos.
«A lo mejor no erámos conscientes de lo que hacíamos. Su hubiésemos dado caña... »
– En los 60, muchas mujeres renunciaban a sus pasiones por cuidar de los hijos, ¿es su caso?
– Yo me aparté muy poco de la arqueología por cuestiones familiares. Fíjese, cuando aparecieron las pinturas de Solacueva de Jócano yo estaba embarazada y mire que aquellas pinturas para subir estaban muy mal... Luego tuve a la niña y esperaba en casa las noticias de lo que estaban haciendo Armando y don José Miguel en Mondragón. Dos años después, me quedé embarazada del segundo y cada vez que me acuerdo.... Estábamos excavando en las Peñas de Oro en agosto, yo tenía un barrigón tremendo y dormíamos en el suelo. ¡Yo no sé cómo metía ahí la barriga!
– Paquita Sáenz Urturi, impulsora de su candidatura, dice de usted que ha sido imprescidible en la logística de las expediciones.
– Sí, sí. Yo no sé si hubiesen podido hacer todo aquello sin que estuviese yo. Me encargaba de todo y no me refiero sólo a que comiesen y durmiesen, es que hacía la selección y el lavado del material, que es dónde se veían muchas cosas.
– Luego tocaba clasificar con meticulosidad y precisión. Si los fondos del Museo de Arqueología y del Instituo Alavés de Arqueología son hoy lo que son es en parte gracias a usted.
– Nunca me ha parecido que eso era un trabajo, porque lo hacía a gusto. En la excavación de La Hoya, los últimos que nos íbamos de allí siempre éramos Armando y yo.
«Veo mal que se abran tantas zanjas en el campo y haya tan poca vigilancia arqueológica»
– En los años 50 y 60 es cuando se empezaron a documentar las excavaciones de una manera más homogénea.
– Allí llevábamos un control... Para entonces el material ya se había dejado de envolver en papel. De la excavación iba ya al museo preparado para trabajar, dibujar...
– Tiene usted que tener un ojo... ¡Ha visto miles de piezas!
– Sí, es cierto. Nunca me lo había planteado, pero es cierto que en cuanto me llegaban, al primer golpe de vista ya veía el material y si era distinto me iba donde ellos. Decían 'uy ahí viene Nieves'. Y yo les advertía y les decía 'ojo que estáis cambiando de estratigrafía'. Y no lo veían porque entonces había mucho novato, si venía alguien con mas bagaje eran los de Valladolid, porque entonces dependíamos de ellos.
Un mundo de 'santones'
– ¿Si tuviese que quedarse con un yacimiento, cuál elegiría?
– La Hoya, sin ninguna duda, por los años que hemos estado ahí trabajando y porque es un yacimiento importantísimo al que no se le da el valor que tiene y es una pena. Cada yacimiento tiene su por qué, pero este para mí es diferente
– ¿Está tan mal La Hoya (Laguardia)?
– Yo creo que no ha interesado, tampoco peridiodísticamente hablando. Y se han encontrado allí ajuares increíbles, una necrópolis ...
– Y de lo que ve ahora cada día, ¿qué otros atropellos se cometen contra el patrimonio enterrado?
– El abrir tantas zanjas como abren en el campo y que haya tan poca vigilancia arqueológica... Como vea una zanja yo me paro y miro. Hasta en las de Vitora. Siempre hay tal cantidad de cosas... Y en general no puedo salir al campo sin ir mirando al suelo.
– Sin duda usted formó parte de una generación de pioneras de la espeleología y la arqueología alavesa. ¿Cree que la labor de esas mujeres y de las que les siguieron se ha reconocido)
– A lo mejor es que ni nosotras mismas hemos sido conscientes de lo que hacíamos y por eso muchas veces no se reconocen las cosas. Si hubiésemos dado caña como se dice ahora... Me estoy acordando de los 'santones' de aquella época de la arqueología y las mujeres también iban con ellos pero...
– Vamos que no había 'santonas'
– Ja, ja, exactamente.
– ¿Cómo ve a las nuevas generaciones de arqueólogos alaveses?
– Las veo francamente bien. Aún necesitan mucho mucho apoyo pero tendrán fuerza suficiente. Salen muy bien formados.
– Y en concreto a las arqueólogos ¿qué les diría?.
– Que sigan trabajando, que nos se queden atrás nunca y que reivindiquen su trabajo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.