
«La vida es un concierto, aprendamos a escuchar»
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Armonía plena entre Eduardo Anitua e Inma Shara, encantados de conocerse tiempo atrás, en un diálogo de altos vuelos filosóficos y éticosCitarse en los alrededores de Vitoria y que el tiempo acompañe es lo más semejante a agitar los dados en el cuenco de la mano y volcarlos sobre el tapete a la espera de la combinación precisa en la mesa del casino. Ocurre, gracias al cielo que los galos de la aldea de Astérix temían encima de sus cabezas, en la tarde del pasado lunes, cuando este periódico convocó a dos alaveses universales (Inma Shara y Eduardo Anitua) tras cuadrar con disposición absoluta sus respectivas y preñadas agendas en el espléndido Jardín Botánico de Santa Catalina.
Al pie de este vergel en los alrededores de Trespuentes (municipio de Iruña de Oca), a catorce kilómetros de Vitoria, llegan juntos quince minutos antes de la hora prevista, unidos por el lazo virtual que une siempre a las amistades -y admiraciones- inquebrantables. Encantados de haberse conocido tiempo atrás y muy satisfechos por la oportunidad de mantener un diálogo de altos vuelos filosóficos y éticos.
Ella, enguantada en un vestido azul marino y altos tacones en beige que elevan sus empeines hasta el infinito. Necesitará luego cambiar el calzado por unas zapatillas deportivas para pasear por las ruinas de aquel monasterio a modo de faro alto desde el que se domina un paisaje vasto. Él acude con una americana de cuadros, pantalón marino y mocasines a juego. Se trata de un encuentro en la cumbre de la excelencia, el perfeccionismo y la entronización de los valores perennes dentro de un entorno natural que cuidan miembros de Sidálava a través de un convenio y cautiva a ambos personajes del arte y la investigación.
La pasión formal de la prestigiosa directora de orquesta y su lenguaje pleno de palabras relacionadas con las notas del pentagrama inocula su veneno dulce en el científico pionero que recuerda sus aptitudes para la meditación desde hace décadas en una charla profunda y calma, levitadora sobre las aguas que caen a modo de cascada a la espalda de ambos.
El entorno
- Inma. El sitio me parece un regalo que nos hace EL CORREO. Es evocador, misterioso, inspirador. La paz interior que emana es maravillosa.
- Eduardo. Es mágico, con un toque bucólico. (Pasea la vista circularmente). Parece que está uno en un rincón de Japón o en cualquier pueblo de Italia.
Los valores
- ¿Qué les conmueve al abrir el periódico cada día?
- Inma. Se descontextualizan noticias, contaminando lo bueno que tiene la sociedad. Leemos los titulares y, a partir de ahí, no nos quedamos con lo demás.
- Eduardo. Hay dos cosas, lo que te conmueve y lo que te remueve. Y lo que a mí me remueve es lo que tú dices, que prime más el suceso que transmitir todo lo bueno que tiene esta sociedad.
- Inma. Que lo hay, Eduardo, y muchísimo.
- Eduardo. Yo creo que entre todos tendríamos que intentar transmitir siempre mensajes de optimismo, mensajes de que esta vida merece la pena vivirse.
- Inma. A mí lo que me da mucha pena, además, es que nos hemos inmunizado ante las desgracias. Es decir, que estamos ya vacunados frente a todo. Con lo cual ya nada nos conmueve. Tendríamos que desarrollar mucho más el ejercicio de la gratitud. Los valores están un poco condenados al ostracismo. No están de moda. El de las buenas formas, el de la gratitud que decía antes. Como no están de moda la retribución del esfuerzo, del trabajo bien hecho, de la profesionalidad. Y un exponente de todo ello eres tú, Eduardo.
- Eduardo. Yo soy de los que cree, y la frase no es mía, que el igualitarismo es la mayor de las injusticias, Y, de hecho, la vida ha demostrado que cuando se ha intentado igualar a la sociedad, la sociedad no ha crecido, ha decrecido. El ser humano necesita alguna motivación para esforzarse por los demás. Yo creo que es muy importante que consigamos educar a la sociedad en valores.
- Inma. Totalmente de acuerdo. Para mí es una necesidad, Eduardo. El problema es que entendemos que la cultura no es un alimento vital y esencial para el ser humano. Y lejos de todo eso pienso que la cultura es troncal, un bien que la sociedad necesita consumir constantemente para ser mejores personas.
- Eduardo. Cuando vamos a un concierto vamos a escuchar. Y el ser humano necesita aprender a escuchar.
- Inma. Efectivamente. Los músicos nos sentimos privilegiados porque somos transmisores de sentimientos. Porque la razón guía, pero los sentimientos movilizan. Todas las orquestas saben leer una partitura. Pero interpretar es dejar el alma.
Eduardo Anitua. Doctor e investigador
El liderazgo
- Anitua dirige un gran equipo desde su clínica y Shara ha escrito, incluso, un libro sobre el liderazgo tras sus experiencias desde el atril en los cinco continentes. ¿En qué consiste esa labor de guía?
- Inma. Ejercer un buen liderazgo es algo que tenemos que poner encima del escenario como imperativo categórico. El liderazgo no es una cuestión formal, es una cuestión moral. Necesitamos invertir en reputación, en credibilidad, en que seamos personas de bien. Y que los demás lo reciban así. Y tú, como doctor y pionero en todo lo que haces en tu magnífica clínica donde se ve la excelencia en cada detalle y en cada rincón, te comunicas con tu equipo de una forma generosa y humilde. Y eso no está de moda, Eduardo.
- Eduardo. Yo creo que el liderazgo se gana en cada acción. En esta vida tienes dos oportunidades: o desarrollas tus sueños o trabajas para que otros desarrollen sus sueños. O actúas o te quedas dormido. Y yo lo que quiero dentro de mi equipo es que todo el mundo desarrolle sus sueños.
- Inma. En definitiva Eduardo, y en esto estarás de acuerdo conmigo, los líderes somos muy frágiles. Dependemos de nuestro equipo.
Vitoria y Álava
- ¿Qué debemos de hacer o qué omisiones estamos cometiendo para que Inma Shara no sea profeta en su tierra con la batuta a mano?
- Inma. Yo adoro Álava. Es mi rincón, es mi vida, es donde yo he estudiado. Soy una persona a la que su entorno le da una paz indescriptible.
- Eduardo. Tu entorno es, además, uno de los rincones más bonitos y desconocidos de Álava, el valle de Ayala. ¿Qué es Vitoria? Pues Vitoria es como este rincón donde estamos hablando ahora, absolutamente desconocido para el 99,9% de la humanidad. Por eso trato de invitar a la gente, traerla a conocer nuestro entorno. Muchas veces me han preguntado que por qué no me he ido a otro sitio y mantengo aquí la clínica. Y, al final, es por el vínculo que tengo con mi ciudad y por una obligación que tenemos con nuestra provincia.
- Inma. Emocional.
- Eduardo. Claro.
- Inma. Para mí es absolutamente emocional.
- Eduardo. Claro. Si los que estamos aquí nos vamos dejaríamos esto un poco…
- Inma. Huérfano.
- Eduardo. Un poco más huérfano, sí.
Inma Shara. Directora de Orquesta
Déficit institucional
- ¿Ven indolencia institucional en el hecho de asistir pasivamente y desde la distancia a los éxitos de una artista nacida y residente en Amurrio?
- Eduardo. Nuestras instituciones tienen que ser muy conscientes de que no están correspondiendo con la generosidad que tú, Inma, has mostrado con tu provincia, con tu entorno, con el País Vasco. La obligación de las instituciones, y yo creo que de todos, es transmitir tu música y para eso hay que traerla.
- Inma. Esta es mi tierra y estaría más que encantada de volver a dirigir aquí. Yo tuve el privilegio (se emociona), Eduardo, de contar con tu patrocinio, el de tu empresa privada, cuando no nos conocíamos casi. Tú apostaste por tener a Inma en Vitoria.
- Eduardo. Yo invito a todos los lectores a ver dirigir a Inma. Y además espero que pronto volvamos a tenerla en Vitoria. Yo la conocí dirigiendo y cuando ves a una persona que está bailando su música… Es como que la dirección ya se ha hecho antes y ahora es el momento de bailar. Yo creo que la música tiene esa capacidad de transformación, de emocionar.
- Inma. Es que esa es la magia, Eduardo, que anula la razón. La música tiene esa capacidad porque la razón a veces nos coarta.
- Eduardo. A mí me gusta ser un gran escuchante. Cuando vas a un concierto no vas a opinar, vas a escuchar. Y si pierdes el tiempo opinando sobre lo que estás escuchando te estás perdiendo notas, te estás perdiendo una parte importante del concierto. Y al final la vida es así.
- Inma. La vida es un concierto.
- Eduardo. Por cierto, que en una ciudad como Vitoria, en pleno siglo XXI y en 2018, tengamos que seguir yendo a ese teatro-guiñol (Principal) a escuchar música porque no hayamos sido capaces entre todos de tener un Auditorio…
- Inma. Digo con verdadera tristeza que no se entiende la cultura en general, y la música en particular, como un elemento vital para desarrollar la espiritualidad. Y me honra que he conseguido poner este año en marcha por primera vez los Premios Nacionales de Excelencia Inma Shara para ayudar a los jóvenes talentos musicalmente hablando.
Humor y formalidad
- Eduardo ha participado en algún 'sketch' del humorista José Mota interpretándose cómicamente a sí mismo. En cambio, Inma ha comentado en entrevistas que no se ha permitido un segundo de frivolidad en su vida.
- Inma. Yo reconozco que soy una persona muy introvertida en todos los sentidos. Puedo dirigir delante de 3.000 personas, pero luego soy demasiado celosa de mi vida privada y demasiado formal. Pero yo admiro, Eduardo…
- Eduardo. Yo he demostrado que no (risas).
- Inma. … Admiro los momentos surrealistas que has compartido con mi familia, con mi entorno. De los de decir '¿pero este es el insigne doctor Anitua?'
- Eduardo. Lo que sucede es que todo el mundo piensa que los médicos, y más si somos científicos, tenemos que ser serios. Y es cierto. Yo soy una persona seria en mi trabajo, pero no aburrida. No son antónimos.
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