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Borja Mallo
Jueves, 8 de mayo 2025, 00:31
Seis años de desasosiego por la impunidad de unos okupas que se han adueñado de varias zonas del edificio. Los vecinos que residen en el ... edificio de 230 viviendas sociales de Alokabide situado en las calles Landaberde, Donostia y Río Bayas, en Ibaiondo, denuncian que viven «atemorizados» por la presencia de okupas en varias viviendas y «como mínimo cuatro trasteros» ubicados en el garaje comunitario de este complejo residencial en el que hay más basura y trastos viejos que coches aparcados.Incluso han llegado a organizarse para hacer turnos de vigilancia por las noches con el fin de evitar que invadan sus portales, pues ya se han encontrado a intrusos «durmiendo en los descansillos de las escaleras». Ante esta situación, reclaman «ayuda» para que estos episodios que vienen sufriendo desde hace años desaparezcan y puedan «vivir seguros».
La vía judicial es en muchos de estos casos la única alternativa válida para expulsar a los asaltantes. Y desde el Departamento de Vivienda del Gobierno vasco, que gestiona Alokabide, ya se han interpuesto «varias demandas» para tratar de recuperar la propiedad de viviendas y trasteros.Pero los tiempos en estos casos son lentos y, mientras tanto, los residentes viven su día a día con miedo.
230 viviendas sociales Varias están okupadas como también algunos trasteros en la urbanización de Ibaiondo comprendida entra las calles Landaberde, Donostia y Río Bayas.
Más basura que coches aparcados Muchos vecinos no bajan al sotano porque tienen miedo de los okupas y hay más basura y trastos en las dos plantas que vehículos estacionados.
Tiempo 6 años han pasado desde que se produjeron las primeras okupaciones en el edificio, aunque las dos actuales son las que mayores problemas de convivencia están generando.
Una veintena de ellos recibe a EL CORREO a las puertas de su urbanización, en la calle Río Bayas que es donde se acumulan más complicaciones. No quieren dar sus nombres ni tampoco desvelar sus rostros porque tienen «miedo a las consecuencias». Pero después de llevar «seis años sufriendo» esta situación aseguran que ya no pueden «aguantar más» y exigen soluciones. Ya sean «legales» o derivadas de una «mayor presencia policial».
Quieren desarrollar sus vidas sin sobresaltos, sin la «amenaza» de estos habitantes indeseados que están generando «problemas de inseguridad» y que les «molestan» e, incluso, ponen «en riesgo» sus vidas con sus actividades en las zonas de las que se han adueñado. En este sentido, denuncian al menos dos incendios «que han provocado en el garaje» en los últimos meses, el segundo de ellos poco antes de Semana Santa.
La situación que más les preocupa en estos momentos es la que afecta a los trasteros, que llevan dos años okupados. «Nos dicen que no se les puede echar y ninguno queremos denunciar por miedo. Y si tocamos algo, nos pueden demandar a nosotros y se nos cae el pelo». Desde Alokabide admiten que conocen la caótica situación de este complejo de viviendas. Y aseguran que han emprendido acciones legales.
A los vecinos se les ha propuesto de entrada cerrar esos 'camarotes' «de manera urgente y excepcional». Pero muchos no quieren quedarse sin poder usar estos espacios de su propiedad y por los que están pagando. Así que esa medida no ha prosperado. No obstante, muchos residentes han dejado de utilizar el garaje y no guardan allí sus coches por el riesgo de tener un encontronazo con los okupas o que sus vehículos sufran desperfectos.
En ese sótano común de dos plantas, hay cuatro trasteros con habitantes permanentes. Hay incluso quien «ha realquilado el sótano». Y eso pese a que a diario «a primera hora de la mañana» un trabajador de Alokabide y la Ertzaintza les obligan a salir. Cuando se van «acaban regresando» al mismo sitio.
Basta con acceder a la zona de aparcamientos para comprobar de primera mano que, en efecto, hay personas residiendo allí. Este periódico entró un día por la mañana, cuando ya habían sido desalojados y allí estaban sus pertenencias, trastos y basura. Lo hizo también a última hora de la tarde y pudo comprobar que los okupas habían vuelto.
Muebles viejos, sillas, colchones, bicicletas, juguetes, botellas de bebidas alcohólicas vacías, colillas, restos de comida, excrementos... El recinto se asemeja más a un basurero bajo techo que a un garaje. Porque, sobre todo en la zona que da a la calle Río Bayas, los coches aparcados se cuentan con los dedos de una mano. En todo el parking, se puede comprobar que algunos de ellos han sido rayados o pintados.
Suciedad, mucha suciedad, fiestas y botellones. Pero también incendios. Es lo que ha elevado el temor entre los vecinos;lo que les motivó a contactar con ELCORREOpara denunciar públicamente su situación. Dos fuegos fortuitos que se produjeron porque las personas que habitan el garaje «hacen hogueras para calentarse». Todavía se pueden apreciar en la paredes las huellas del fuego y el humo, a pesar de que una zona ha sido repintada recientemente.
En el exterior del edificio, los vecinos señalan dos pisos que se encuentran okupados. Un segundo y otro en planta baja. Anteriormente otros se adueñaron de algunas viviendas, pero que eran «pacíficas y no molestaban». Algo que no ocurre con sus actuales moradores, según los vecinos. «Tiran la basura por la ventana, insultan a las mujeres que pasan por la calle y si alguien les dice algo le amenazan».
En la calle, bajo esos pisos, hay restos de comida, compresas o preservativos. Y quienes viven cerca dicen que no pueden «ni ventilar porque huele a droga». De sus ventanas cuelgan «mantas para que no se vea el interior». No pagan pero cuentan con «luz porque están enganchados al portal». «También tienen la calefacción encendida todo el día y la pagamos todos», denuncian los vecinos.
La denuncia de okupación de los vecinos de Ibaiondo no es la primera que recibe Alokabide, que asegura que «siempre actúa en este tipo de casos» por diversas vías.Por una parte, la judicial, para recuperar la propiedad de los espacios cuando no son los propios vecinos los que interponen la demanda, que es un proceso más ágil. También implanta «medidas de seguridad como alarmas o puertas antiintrusión» y colabora con la Ertzaintza y los Servicios Sociales para afrontar los procesos. «No son sencillos porque ni siquiera entre los vecinos hay muchas veces consenso sobre lo que hacer y los tiempos de la Justicia no son rápidos», aseguran.
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