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Noelia da Costa debe preparar sus trayectos en tranvía con el doble de antelación que cualquier otra persona. «Lo que a vosotros os cuesta 20 ... minutos, a mí una hora», relata esta joven trabajadora social de 28 años, que padece parálisis cerebral. En los desplazamientos que organiza durante sus jornadas, «que -advierte- están igual de llenas de compromisos que las de todos», debe tener en cuenta, si se mueve en metro ligero, que la puerta en la que decide esperar sea la correcta para las personas con discapacidad. Sólo hay dos, una al principio y otra casi al final, y, más o menos, sabe de memoria dónde quedan. «Con 16 años empecé a aprender un esquema mental, automático para poder moverme sola y ser independiente», dice.
No hay distintivos en el suelo que indiquen cuál es su espacio y los logotipos que están pegados a las puertas del tranvía son demasiado pequeños y apenas se distinguen de lejos. «Aún habiendo memorizado el lugar que debo ocupar, si voy con prisa, muchas veces me he metido sin querer por otro acceso y, al entrar te chocas directamente con una barra. Es una inseguridad terrible», comparte esta portavoz de la asociación de Personas con Discapacidad Física de Álava, Eginarez Eginez.
Lo dice también porque en esas entradas, hay una rendija de unos 10 centímetros entre el vagón y el andén que desaparece en las puertas habilitadas para las sillas de ruedas. «Debes estar muy atenta», insiste.
Así, y después de haber compartido otras experiencias con sus compañeros, asegura que todavía «no se identifican bien los espacios» y, lo que es peor, sobre todo entre algunos usuarios hay «falta de concienciación». «Cuesta mucho que la gente tenga conciencia cívica», remacha.
Esto también le genera problemas en las salidas. «Hay veces en las que me he quedado sin bajar por el volumen de gente. ¿No nos ven?», se pregunta y critica que en el interior «tampoco hay una buena señalización». Con todo, sí matiza que «el tranvía es uno de los transportes más accesibles». «Mucho más que el autobús», y agradece que Euskotren haya escuchado sus demandas.
Como otro aspecto positivo resalta que las personas con sillas de ruedas, en su espacio específico, cuentan con un dispositivo de desbloqueo de puertas y pulsadores específicos de solicitud de paradas, apertura de puertas e intercomunicador de alarma con la cabina de conducción. El Comité de Accesibilidad que en su momento formó Euskotren para atender las reclamaciones de los distintos colectivos estaba formado por asociaciones como Zuzenak, Itxaropena, Once y Euskal Gorrak, además de Eginarez Eginez.
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