«La toponimia no tiene color político ni ideología»
Elena Martínez de Madina Salazar | Filóloga. Académica de Euskaltzaindia ·
La investigadora acaba de publicar el séptimo libre de su ingente obra sobre los nombres propios de Vitoria y sus pueblos. «Son riqueza patrimonial»El suyo es uno de los trabajos más hermosos, apasionantes y, a la vez, más complejos y tediosos que uno se pueda imaginar: buscar y ... rebuscar en el origen del nombre de cada pueblito y también de cada fuente, de cada riachuelo, de cada pieza de las 64 aldeas que articulaban el municipio vitoriano, según La Reja de Álava del Cartulario de San Millán de la Cogolla. Elena Martínez de Madina Salazar, vitorianísima, filóloga vasca, es miembro de la comisión de onomástica académica de Euskaltzaindia. Los últimos 25 años de su vida se los ha pasado entre legajos, entre documentos vetustísimos, investigando la toponimia vitoriana. Desde 2009 publica una nueva entrega de la colección 'Onomasticon Vasconiae, Toponimia de Vitoria' de Euskaltzaindia. Acaba de ver a luz el séptimo volumen -el corresponidente a los pueblos de Ilarratza, Jungitu, Lubinau/Lubiano, Matauku, Oreitia, Uribarri Arratzua y Zerio- de esa obra colosal suya.
- Entre las 1.268 entradas que componen su nuevo libro aparecen no sólo los nombres de los pueblos, también de fuentes, de senderos...
- Es que se hace microtoponimia, con todos los nombres de caminos, de ríos, de senderos, de fuentes, de ermitas.
- ¿Cómo ha logrado escarbar hasta la raíz de todos esos nombres?
- En los 90, durante dos años y junto con un equipo, vaciamos los archivos de los pueblos. Ahí encontramos documentos desde el siglo XIV como herencias, compraventas... en los que aparece toponimia. Eso da mucha riqueza. Otras fuentes fueron las mojoneras y los apeamientos.
- ¿Cuántos de esos topónimos que ha encontrado se han perdido?
- La mayoría. Los topónimos vivos en esta zona a la que se refiere el último volumen representan sólo el 28%. Y eso que Vitoria es una plaza que, tradicionalmente, ha conservado mucho sus topónimos, aunque en algunos casos, desfigurados.
- ¿Por ejemplo?
- El llamado polígono de 'Uritiasolo'. La forma más común para nombrar a las fincas era el nombre de quién la labra, acabado en '-solo', una variante vasca-alavesa de 'soroa', que significa pieza. De ahí se descubrió que 'Uritiasolo' es, en realidad, Oreitiasolo, la pieza de Oreitia. Esto pasa porque, hasta el siglo XIX, casi toda la toponimia de aquí es vasca. Al ir perdiendo la lengua, se van desfigurando los topónimos y los intentamos acercar a lo que más o menos nos suena.
- Usted es una especie de arqueóloga de las palabras. ¿Por qué es importante rescatar del olvido todos esos nombres propios perdidos?
- Por riqueza histórica y patrimonial. Porque, sí, la toponimia es un bien patrimonial intangible y hay un deber de conservarla, como un castillo. Pero también porque da muchas pistas de muchas cosas. Es muy importante para la filología, porque vemos qué vocabulario, qué estructura, qué especialidad del euskera alavés se hablaba y nos da idea de elementos desaparecidos, de un molino, de una ermita, de una fuente...
- Su proyecto, que cuenta con financiación municipal, ha sobrevivido a administraciones de distinto signo, con distintas sensibilidades.
- Hay que dejar claro que en, general, en Vitoria ha habido una preocupación total por la toponimia. Este es un proyecto que lo han financiado todos los colores, todos han firmado el acuerdo con la Real Academia (de la Lengua Vasca). Porque la toponimia no tiene ni color político ni ideología. A mí fastidia cuando dicen que hago toponimia en euskera. No, yo hago toponimia a secas, nombres de lugares, como vengan.
- ¿Llegará un momento en que Vitoria-Gasteiz sea sólo Gasteiz?
- Yo creo que no. Porque Vitoria es un nombre desde 1181, luego no nos lo podemos cargar así como así. Segundo, porque estaba integrado en la lengua vasca: Vitoriabidea, que es un topónimo de la ciudad. Del mismo modo, tampoco podríamos eliminar el nombre de Gasteiz porque cuando el rey (Sancho VI el Sabio) dio fuero a Vitoria, la llamó Nueva Victoria y añadió: «que antes se llamaba Gasteiz». No hay ningún motivo para eliminar uno de los dos nombres.
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