Boceto de transgresión
El intento de irreverencia de 'El cabaret de los hombres perdidos' se diluye en una puesta en escena que no asume riesgos
'El cabaret de los hombres perdidos' promete ser una propuesta transgresora que rompe con los moldes conocidos del cabaret pero, lamentablemente, esto se queda ... en ser una mera insinuación. El intento de irreverencia y de ir más allá de las convenciones se diluye en una puesta en escena que no asume riesgos, a la que le falta fuerza, un toque más gamberro y números musicales con más impacto visual.
La historia de Dicky, un joven que sueña con ser cantante y acaba vendiendo su cuerpo, no es en sí un argumento especialmente novedoso pero coge cierta originalidad al personificar al destino, que actúa como narrador de las distintas trayectorias posibles del protagonista. Este recurso aporta la frescura de la teatralidad mientras que ofrece una estructura dramática en la que controla, y manipula la acción. Leo Rivera tiene contundencia dando vida al personaje aunque no consigue matices en la provocación y sarcasmo propios de su rol. Así mismo, la dirección de Israel Reyes no hace brillar el juego subversivo que la narrativa plantea.
La ficha
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Artistas Cayetano Fernández, Leo Rivera, Supremme de Luxe, Armando Pita.
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Dirección y adaptación Israel Reyes.
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Coreografía Verónica Mejías.
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Escenografía Juan Sebastián Domínguez.
La escenografía, con el bar, la sala de tatuajes y los músicos en escena, genera una atmósfera lúgubre y decadente, que resulta muy efectiva para reflejar la caída del protagonista. Sin embargo, los números musicales son demasiado simples y no tienen garra. Vocal y coreográficamente resultan bastante planos, ya que la desconexión entre el canto y la interpretación impide una inmersión emocional en la trama y el viaje interior de Dicky no se traduce en coreografías que ofrezcan imágenes escénicas potentes.
El montaje entretiene gracias a su ritmo ágil y a una estructura episódica llena de dinamismo, pero, por un lado, le falta riesgo, crudeza y valentía en su puesta en escena y, por otro, resulta excesivamente estático como musical.
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