Salburua surfea las olas de calor
Las balsas han superado los meses de más calor con agua y repletas de vida salvaje. Vitoria ha decidido espaciar el vaciado preventivo de botulismo
R. Cancho y A. Ibáñez
Domingo, 31 de agosto 2025, 00:22
Los humedales de Salburua han aguantado estoicamente las olas de calor del verano. Hay agua. Una estampa que en los últimos años no era normal ... a estas alturas del año y hasta que llegaban las lluvias del otoño ya que se vaciaban adrede. Por el botulismo. Los técnicos del Centro de Estudios Ambientales (CEA) accionaban las esclusas de las balsas para acabar con los brotes de 'Clostridium botulinum', una bacteria que se aloja en el suelo y en el estómago de muchos animales. Pero ese vaciado tenía también otros efectos negativos y la nueva estrategia es que se va a hacer cada tres años, según han explicado portavoces de Medio Ambiente. Así que si se deseca el humedal será más cosa de la sequía y de las temperaturas extremas, algo que este estío parece haber respetado a la joya verde de Vitoria.
Así que las aves acuáticas han recibido con regocijo la noticia y los ornitólogos también. Agosto ha seguido siendo un buen mes para la observación de estos alados seres, según confirma Agus Rivas, un enamorado de la fauna con alas. El propio noticiario ornitológico de Ataria, el centro de interpretación de los humedales, recogía a principios de semana el listado de patos, zancudas y otras maravillas de la naturaleza que se han visto estos días desde el observatorio de Los Fresnos. A saber: seis ánades frisos (Mareca strepera): más de 80 ánades azulones (Anas platyrhynchos), tres garcetas grandes (Ardea alba), dos fochas comunes (Fulica atra), una cigüeñela (Himantopus himantopus), dos garzas reales (Ardea cinerea), más de 50 espátulas comunes (Platalea luecorodia), siete garcetas (Egretta garzetta), diez palomas torcaces (Columba palumbus), una gallineta (Gallinula chloropus), tres somormujos lavancos (Podiceps cristatus), doce aviones comunes occidentales (Delichon urbicum), tres zampullines (Tachybaptus ruficollis) y seis golondrinas (Hirundo rustica).
Un ruiseñor pechiazul
Ahí no acaba todo. También se han podido observar en plena acción a un aguilucho lagunero (Circus aeruginosus), a tres aviones zapadores (Riparia riparia), dos rascones europeos (Rallus aquaticus), un ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica), un andarríochico (Actitis hypoleucos), más de 20 cigüeñas (Ciconia ciconia), un carricerín (Acrocephalus schoenobaenus), una cuchara común (Spatula clypeata), una garza imperial (Ardea purpurea), dos martinetes (Nycticorax nycticorax) y siete agachadizas (Gallinago gallinago).
Es un censo redondo aunque los ornitólogos, esos seres de paciencia infinita pegados a unos prismáticos, no sólo cuentan, también se deleitan con las idas y venidas de las aves en busca de comida, a por ramitas para hacer los nidos, con sus rituales para el cortejo... Agus Rivas ofrece una primicia: «una de las cosas más relevantes que hemos visto en Salburua es que la espátula ha vuelto a criar».
Sí, una de las aves zancudas más amenazadas, ha elegido de nuevo el humedal vitoriano para reproducirse. Ocurrió el año pasado por vez primera en el País Vasco y parece que la pareja en cuestión está cómoda en el entorno de la balsa de Betoño.
El 'pajarero', término cariñoso con el que se identifica a las personas aficionadas a observar las aves, también revela que no muy lejos de la capital alavesa, en el entorno de Gopegi, se ha dejado ver un elanio azul (Elanus caeruleus), una rapaz diurna inconfundible porque tiene la cabeza blanca como con una 'máscara' negra en los ojos. Su parte inferior es también blanca excepto las puntas negras de sus afiladas alas.
Porque ¿a dónde van los ornitólogos alaveses a avistar aves en agosto además de Salburua? A Mendixur, en las colas del embalse; a Nanclares de Gamboa y a otros humedales de renombre como el de Caicedo-Yuso-Arreo o el biótopo de Laguardia. Eso sin contar los roquedos de los Montes de Vitoria o los de Izki y Valderejo.
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