Al rescate de bañistas y ciclistas
EL CORREO comparte una mañana de trabajo con tres socorristas en Landa. «Estamos para ver el peligro que no ven los demás»
Aldaieta, 11.30 de la mañana. Los socorristas patrones recogen sus zodiacs y marchan camino de los cuatro puestos de vigilancia, dos en Garaio y ... otros dos en Landa, en los que trabajan hasta 16 vigilantes. Así empiezan todos los días de rutina en las playas del pantano. Itxaso Corrales, santurtziarra con nada menos que 14 años de bagaje con la camiseta y el bañador rojo, está al mando de una de las casetas de Landa.
A las 12.00 abre la puerta y avisa a SOS Deiak de que ya están listos para empezar la jornada. Aritz Iruzubieta y Jon Álviz, prácticamente pupilos en comparación con Corrales, van a acompañarla durante ocho extenuantes horas. El calor ya apretaba este domingo y antes del mediodía ya se superaban holgadamente los 35 grados. De normal la faena se vuelve más ajetreada cuanto más entrada la tarde, pero, sorpresa, la primera llamada llegaba nada más comunicar la apertura del puesto.
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Corrales recibe a EL CORREO después de esa primera intervención del día, la decimocuarta que inscribe en su libreta y la 69 que se registra en Landa desde que empezó la temporada el 18 de junio. «Nos han llamado porque un hombre se había caído de la bici en la pasarela de Garaio y se había dislocado un hombro».
Por raro que parezca, los tres hacen muchas más tareas, también fuera del agua. «Es bastante habitual. Ayudamos a la ambulancia y la Policía con la localización porque conocemos el terreno muy bien». Pero, ante todo, este grupo más allá de las típicas curas por tropezones y golpes, patrullan contra la «inconsciencia». «Lo que más hacemos es trabajo de prevención, sobre todo con padels e hinchables. Son muy peligrosos cuando se levanta viento. Suponen la mayoría de rescates».
Y más allá de algún susto con alguno poco diestro en la braza, los que más trabajo dan «son los adolescentes». «Las hormonas también son un peligro en el agua. Mucho gallito que se lanza a hacer una carrera, que dicen que aguantan mucho y después...». Eso sí, Corrales agradece que no haya pasado todavía nada grave. «Me ha tocado atender accidentes de tráfico, he vivido dos ahogamientos, he remolcado un velero». El más duro, todavía lo tiene grabado. «Una señora se intentó suicidar y la tuve que sacar del agua. Pasé unos días malos».
De momento, aunque les gusta «sentirse activos», asumen que este verano será algo más tranquilo que el anterior. «Está habiendo menos gente de la que esperábamos para el calor que hace. El año pasado es que fue una locura», dice. Y, a la espera del bajón postfiestas, hacen previsiones. «Tendremos algún susto, pero para eso estamos, para ver el peligro que no ven los demás», zanja la veterana socorrista.
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