En Txagorritxu
Reclaman 108.000 euros a Osakidetza por la muerte de un vitoriano que se operó de fimosisEl paciente, de 40 años, sufría una «enfermedad minoritaria» desde niño y no fue tenida en cuenta. Tampoco le informaron del riesgo del quirófano
Pedro sufría desde niño una «enfermedad minoritaria», como constaba en el informe médico de este vitoriano. Sus visitas a diferentes especialistas y centros se perpetuaron ... a lo largo de décadas, hasta que en una consulta le recomendaron una operación de fimosis para sellar una serie de infecciones de orina. Tras equivocarse de hospital, le hicieron hueco en Txagorritxu un 9 de junio de 2021. Sin embargo, salió del quirófano en coma y el 31 de agosto fue desconectado. Tenía 40 años.
Pedro es un nombre ficticio, todo lo demás está documentado y mañana, jueves, un juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Vitoria estudiará la demanda presentada por sus familiares. Reclaman a Osakidetza un global de 108.000 euros como «daño moral» por una presunta actuación «negligente». Este juicio llega después de que el servicio vasco de salud dejara expirar la reclamación administrativa presentada por el entorno de Pedro.
Sufrió una complicación respiratoria en la intervención, le intubaron y no volvió a despertar
Su abogada es Patricia Garrido, experta en este tipo de pleitos, y que fundamenta su reclamación en que el fallecido fue tratado como un paciente más. «No se valoró adecuadamente su dolencia, ni se le informó correctamente antes de la intervención», marca. El consentimiento para la operación era una hoja estándar, sin alusión alguna a su enfermedad crónica. Conocida como síndrome de Steinert afecta a la musculatura, altera la deglución y la respiración. No en vano, Pedro tenía reconocido un grado de discapacidad. La persona que le acompañó a aquella consulta fatídica tampoco fue informada de eventualidad alguna.
Encima, el día de la operación se equivocó de hospital al confundir los papeles de Osakidetza. En vez de Santiago, donde era conocido y quizá hubieran reparado en su particularidad, acudió a Txagorritxu. Al tratarse de una intervención rutinaria – «no hay estadísticas de mortalidad por fimosis, lo que confirma su excepcionalidad», remacha Garrido– le hicieron un hueco como un favor.
«Lenguaje entendible»
Después de aplicarle la anestesia local, este voluntario en un centro educativo sufrió una complicación respiratoria. Le intubaron y ya no volvió a despertar. La realidad es que era un paciente de «riesgo alto» para esta clase de sedación, como sucedió. «Las posibles complicaciones no estaban correctamente explicadas ni valoradas», cree su entorno.
«Se vulneraron sus derechos como paciente. Necesitaba información clara. Deberían habérselo explicado con un lenguaje entendible y acorde a la capacitación de esta persona. De saber a qué se exponía probablemente no se hubiera operado», insiste la representante legal de su familia, conformada por el padre y el hermano de Pedro. Su madre falleció hace años.
«Se vulneraron sus derechos como paciente»
Cabe recordar que Pedro ya fue ingresado a consecuencia de su enfermedad en diciembre de 2020, sólo seis meses antes de la operación fallida en el hospital Txagorritxu. Al parecer nadie lo tuvo en cuenta. «Hubo coordinación cero entre los equipos médicos», enfatiza Garrido. Tras cumplir 40 años en una cama y ajeno a cualquier estímulo, los médicos aconsejaron a sus parientes desconectarle.
Osakidetza, que mañana jueves llevará al juicio a varios de los facultativos involucrados en este asunto, ha declinado dar su versión sobre este procedimiento.
Condena de 30.000 euros al Gobierno vasco por falsear la firma de una paciente
El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), a través de su sala de lo Contencioso-Administrastivo, acaba de imponer a Osakidetza una indemnización de «30.000 euros» para una vitoriana operada en una muñeca por el servicio vasco de salud tras sufrir una caída. Tras un recurso de Patricia Garrido, la sanción no se debe a que esta mujer quedara insatisfecha por la intervención, sino a que su consentimiento informado «no tiene su firma». Es decir, alguien se la falsificó. Y se supone que perteneciente a la plantilla del Gobierno vasco.
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