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Álava regresa a sus pueblos
Unos pocos fueron de turismo y muchos a airear sus segundas residencias. En Añana, Elciego o Labastida notaron la reapertura de la movilidad
No ha sido un fin de semana de colas interminables para hacerse un selfi ni de cargar con bolsas de souvenirs, pero los pueblos alaveses ... han vuelto a recibir visitantes. Pasearon por sus calles, saludaron de nuevo a los vecinos, se sentaron en las terrazas de sus bares... y airearon centenares de viviendas que han permanecido con la llave echada durante las cinco semanas que se ha alargado el cierre de la 'muga' entre municipios decretado por el Gobierno vasco en el 'pico' de la segunda ola. Labastida, Añana o Laguardia, entre otros rincones, dieron el sábado y sobre todo hoy domingo la bienvenida a numerosos propietarios de segundas residencias y también a turistas, aunque contados, que decidieron cambiar de aires con la reapertura de la movilidad dentro del territorio. «Alguno hay pero la mayoría son caras conocidas», retrataba Luis Aldazabal, alcalde de Elciego, satisfecho de poder volver a abrir las puertas de la localidad.
En Rioja Alavesa se notó especialmente el fin de las restricciones a la movilidad interior tras el parón para frenar la inquietante escalada del virus a principios de noviembre. Los datos –96 casos en la provincia el sábado– apuntan ahora a un nuevo repunte por el efecto, según los expertos, de las aglomeraciones que dejó el reciente 'puente'. En Labastida no se sintió agobio alguno por sus calles pero hubo «más movimiento» que los anteriores. «Esto no es Dato en hora punta ni agosto, que te vas tropezando, pero desde el sábado a media tarde, sobre las seis, se empezó a ver más gente y hoy que hace un día precioso seguro que se animan más a venir», contaba su regidora, Laura Pérez Borinaga. En torno al 40% del parque inmobiliario de la localidad corresponde a segunda residencia y, como ocurrió en otros pueblos de la comarca, hacía semanas que sus dueños no podían abrirlas.
«No es agosto, que te vas tropezando, pero desde el sábado a media tarde, sobre las seis, se empezó a ver más gente»
laura pérez borinaga, alcaldesa de labastida
Entre esas personas que los fines de semana o los veranos se escapan hacia la comarca riojanoalavesa hay mucho vitoriano que el sábado aprovechó para hacer compras en la ciudad –Dato, Postas o General Álava estaban hasta los topes– y que el domingo ha puesto rumbo al sur del territorio. Hoy, confirmaba el alcalde de Laguardia, Lucio Castañeda, se percibía un mayor tráfico de transeúntes por la villa que el día anterior pero «son, sobre todo, caras conocidas que hacía un mes que no veíamos». «Tampoco ha venido tanta gente como para echar cohetes», agregaba. De hecho, muchos de sus locales hosteleros decidieron continuar con la persiana bajada a pesar del visto bueno del Ejecutivo autónomo para su reapertura. Y aquellos que sí pusieron la cafetera en marcha recibieron a los visitantes como «un balón de oxígeno», describía Pérez Borinaga, consciente de la situación asfixiante que atraviesa el sector. «Es un alivio, lo están pasando muy mal», coincidía Aldazabal desde Elciego, otra de las postales de esta zona que se alimenta de la uva y del turismo.
El Valle Salado, con visitas
Por allí, como en Labastida, se vio algún viajero que había aprovechado el fin de la restricción a la movilidad «para dar una vuelta por Álava y coger aire». Pero, reconocía, «los que más han venido son vitorianos que tienen casa en Elciego y que después de tantas semanas no saben cómo estará de fría, si tendrán una fuga de agua, se les habrá ido la luz...». El regreso del urbanita a la zona rural se repitió en Añana, donde el Valle Salado mostró el sábado de nuevo sus eras al público y programó varias visitas durante todo el fin de semana. «Si en condiciones normales tenemos un 40% de las casas abiertas, hoy estarán el 90%. Imagino que estará pasando lo mismo en todos los pueblos», comentaba con acierto su regidor, Juan Carlos Medina.
«Si en condiciones normales tenemos un 40% de las casas abiertas, hoy estarán el 90%»
JUAN CARLOS MEDINA, ALCALDE DE AÑANA
Este momentáneo éxodo hacia los pueblos no impidió, sin embargo, que los vitorianos abarrotaran las terrazas de la ciudad. En la plaza de España, por ejemplo, era imposible encontrar una silla libre a mediodía. El veto precisamente a la apertura de bares y restaurantes con el que se han encontrado en cuatro municipios alaveses por la elevada incidencia de la Covid reventó sus expectativas de visitas en ellos. En Zuia –uno de los afectados junto a Aramaio, Iruña de Oca y Ribera Baja– apenas hubo llegadas. Unai Gutiérrez, su regidor, explicaba que no observan «ese flujo de tráfico que puede haber en otros pueblos porque, además de que la hostelería sigue cerrada, las segundas residencias se convirtieron en primeras durante el confinamiento. Hay mucha gente de Vitoria y de Bilbao que ahora vive aquí».
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