«Quiero encontrar un trabajo donde sea»
La Cámara de Comercio de Álava lanza un proyecto de arraigo para personas en riesgo de exclusión junto a Egibide y el Instituto Europa.
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Mecanizado Abdelmounsed Essaidi
«Quiero encontrar un trabajo donde sea»
Abdelmounsef ... se echó al mar en busca de una vida mejor a finales de 2021. Dejó atrás su Marruecos natal, cruzó la frontera con Argelia sin papeles y desde allí, tras diez meses de espera, cruzó el Mediterráneo en patera. Llegó a las costas de Almería con la idea de ir a Francia, pero cuando ya tenía el billete de autobús para viajar de San Sebastián a París, decidió quedarse aquí. «La gente me dijo que podía quedarme y estudiar, hacer más cosas»... y decidió quedarse.
Tenía un «bachillerato de fabricación avanzada» en Marruecos, pero allí «no tenía un trabajo fijo». «Estudié dos niveles de castellano y dos cursos de fabricación avanzada», pero no había forma de conseguir un empledo a pesar del apoyo de Lanbide. «En un trabajo superé la entrevista, pero sólo me tuvieron quince días y salí a la calle».
Hasta hace un mes, Abdelmounsef no tenía ni un techo donde dormir. Ahora luce su polo de Egibide y trata de ser breve para volver a aprender de Andrés Fernández, su profesor en Jesús Obrero. Con formación industrial y un entorno plagado de firmas importantes, no tiene una aspiración concreta. «Quiero encontrar un curro donde sea, donde haya uno bueno», replica.
A sus 37 años, Essaidi no pierde el interés por la formación. Aunque lleva apenas una semana -estará formándose hasta el 18 de diciembre-, no pierde ojo de las explicaciones de su profesor. Ahora está estudiando «cómo funciona la fresadora, el torno y colocar las hojas».
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Logística Fernanda Elisabeth Vega
«En Vitoria he empezado a echar raíces»
Fernanda llegó a España desde México en 2019. Inicialmente, atraída por el proyecto que un amigo suyo le ofreció para hacer crecer un restaurante de comida vegana en Barcelona. En sus planes no estaba la pandemia. «Tuvimos que cerrar, mi amigo se fue a trabajar a Alemania y yo me quedé un poco en el aire», relata.
Le surgió la oportunidad de venir a Vitoria para cuidar de una persona mayor. «Llevaba dos años de permiso, me faltaba uno para el arraigo y me prometieron contrato. Estaba empadronada en Barcelona, pedí que me empadronasen aquí y me dijeron que no. Y yo no le di la importancia suficiente al tema del padrón, y ese es el problema por el que estoy como irregular». En su trabajo de interna «no me pagaban lo que me tenían que pagar». y se sentía «como encarcelada». Acabó dejándolo, pero después, sin papeles, no había forma de encontrar un empleo.
Fue entonces cuando acudió a Cáritas, con quien empezó a trabajar en el proyecto de Koopera. Acabó de supervisora de uno de los turnos de trabajo en Gamarra. Ahora, la entidad diocesana le ha incluido entre los elegidos para hacer el módulo de Logística con el Instituto Europa. «Es una oportunidad muy grande para mí», afirma. Después de varios traspiés burocráticos, ahora, con 39 años, Vega sí ve posible asentarse en la capital. «Barcelona no me gustaba para vivir. En Vitoria he hecho amistades y empezado a echar raíces».
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Emprendedora Natalia Sotto
«Pretendo generar empleo entre latinos»
Natalia Sotto abandonó Colombia con su pareja para venir a Vitoria. Tenían familiares aquí, pero al llegar a la capital alavesa se les disipó cualquier atisbo de duda. «La ciudad nos enamoró», explica esta ingeniera industrial de 30 años. Fue su voluntariado y el de su hermana en Cruz Roja lo que les hizo conocer el proyecto de autoemprendimiento.
Allí los técnicos le ayudaron con todos los preparativos para abrir su propio negocio: desde los famosos 'Canvas' con modelos de negocio hasta los estudios de mercado, pasando por la elección del local, la financiación o la petición de ayudas. Desde el 11 de mayo tiene su establecimiento: Nalasah Nails, un centro de estética en la calle Cruz Blanca «con identidad colombiana». «Llevamos en el corazón atender muy bien al cliente. Queremos que se sienta como en casa, que se tome un café, que disfrute de la manicura colombiana y que chismorree», confiesa entre risas.
Cinco meses después de su apertura, Sotto ya piensa en contratar a alguien para media jornada porque el negocio «ha gustado mucho». «Queremos generar empleo, sobre todo entre personas latinoamericanas. Nos parece súper bien apoyar, porque no todo el mundo tiene mucha suerte. Si son madres de familia, nos inspiraría mucho contratarlas», asegura. Pendiente de lo que dice están los técnicos de Cruz Roja Alejandro Santander e Ingrid Beltrán, para los que sólo tiene buenas palabras: «Nos han guiado mucho», agradece.
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