El proyecto eólico de Aramaio tropieza con la ruta de los vuelos a Foronda

El anuncio de que se quería calcular la fuerza del viento en las inmediaciones del Monte Jarindo llegó en octubre de 2021 y, desde entonces, existía un desconcertante silencio. La razón es que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) ha permanecido medio año recopilando información. Entre esa documentación se incluye un estudio de Aena que alerta de que la colocación de esa torre en la zona alcanzaría una cota de 970 metros, cuando lo admisible serían 895.

«Dado que no existen en las proximidades obstáculos de similares características a las de la torre de medición (...) se considera que la torre objeto de estudio, con la magnitud de la altura indicada y cota de elevación que supone modificaría significativamente el actual escenario en el que los vuelos se desenvuelven», señala el documento aportado por Aena a Fomento, donde avisa de que «podría afectar a la seguridad de las operaciones».

De hecho, se plantea la posibilidad de que se coloque una torre de 11,6 metros. Una altura que resulta técnicamente insuficiente para calcular la potencia que generarían las aspas de los molinos que, en algunos casos, pueden alcanzar los 200 metros de altura.

Los problemas para levantar un parque eólico en Arlaban se produce en una fase embrionaria, cuando todavía ni se había certificado su eficiencia ni se sabía cuántos aerogeneradores se iban a colocar. A finales de septiembre, Aixeindar tuvo que desistir de colocar 34 molinos de 200 metros de altura en la Sierra de Arkamo y los Montes de Iturrieta. Entonces se hizo cuando el proyecto estaba en una fase adelantada de desarrollo y sólo requería de las correspondientes declaraciones de impacto ambiental para iniciar la obra. Los informes de la Diputación resultaron entonces demoledores ya que alertaban sobre los «irreversibles» efectos que podría generar sobre la flora y fauna local.

De esta manera, los dos únicos proyectos eólicos de la sociedad público-privada que siguen sobre la mesa son en el Puerto de Azáceta y Labraza. Entre ambos suman 16 molinos de cinco megavatios (Mw), algo insuficiente para alcanzar los objetivos de la Ley de cambio climático, donde se establece que se debe alcanzar en 2030 -dentro de tan sólo siete años y medio- una tasa de penetración del 42% de las energías de origen verde sobre el consumo final. Euskadi apenas ronda un 7% en estos momentos.